––...por otro lado las autoridades han aumentado la búsqueda para dar con los responsables de los actos antes comentados. Debo recalcar que hemos vivido décadas en completa armonía y que se debe sancionar ejemplarmente a los responsables de seguir atacando a nuestro patrimonio...
De la nada, una voz lejana y ajena se escuchó en mi entorno. Supongo que a dónde que sea que vamos cuando nos vamos también existen reporteros, tal vez sean ángeles reportándo a Dios acerca de la humanidad, o tal vez estaba en el infierno y el demonio se reía de los mortales.
No sé dónde estaba, y tenía miedo de saberlo en realidad.
Dudosa abrí los ojos, tenía miedo y ansiedad, siempre había querido saber que pasaba después de la muerte pero ahora que estaba aquí no sabía cómo reaccionar. La luz natural se filtro entre mis párpados, tuve que pestañear varias veces hasta que pude ver con claridad. Escaneé el lugar en el que estaba, y solo una famosa frase atravesó mi mente.
¿¡Qué mierda!?.
Me levanté bruscamente de la suavidad de mi cama y caí hacia el frío concreto de culo. Abrí mis ojos con totalidad y analicé cada rincón de mi habitación consternada.
¿Esto es real? ¿Soy real?
Joder, ni siquiera recuerdo cómo llegué ayer si es que en realidad lo hice. De rodillas me acercó a mi tocador y me levanté para mirarme en el amplio espejo y para mí sorpresa... sigo siendo yo.
Mis dedos moldean mis mejillas estrujándolas, paso las yemas de mis dedos por mis ojos azules analizándolos, desciendo por mi nariz, mis labios hasta llegar a mi cuello. Mi ritmo cardíaco aceleró al percibir que mi cara sigue siendo el mismo desastre de cada mañana y mi pelo negro desordenado me lo confirmaba.
¿¡Pero qué demonios!?¿¡Cómo llegué hasta aquí!?
Bajé mi vista hacia mi cuerpo cubierto por mi usual pijama holgada ¡Ni siquiera tengo sostén!
Una helada recorrió mi cuerpo alterándome aún más. ¿Todo fue un sueño? ¡Demonios y todas los malditos demonios!
La frustración empieza a carcomerme cuando trato de recordar que había pasado ayer, solo nulos recuerdos de Vlad y Nate estallan en mi mente, y también el terror que sentí en la oscuridad.
¡Maldición, se supone que estoy muerta! ¿Lo estoy? ¿Acaso soy un fantasma negada a salir de su alcoba?
Ahogué un chillido con mis manos.
Repasé de nuevo la habitación para estar segura que todo era real. Habitación desordenada, cuadros, libros, pasillo. ¡No es una alucinación! Es la casa de...
––Dulce.–– su nombre salió de mis labios al recordarla.
Salí corriendo de mi habitación buscando la figura de mi abuela, el ruido del televisor aún sonaba por el pasillo así que ella debe estar viendo las noticias, o eso espero. Y efectivamente, ahí se encontraba pero está vez era distinto. Tenía su cabeza agachada, no miraba el televisor su mirada estaba perdida en el color de su café negro, su pelo negro con alguna que otra cana estaba completamente despeinado (algo inusual en ella, siempre a sido de las que usa una coleta) y sus dedos masajeaban su sien. Se veía distinta y ¿Mal?
Me acerqué lentamente a ella y mi piel erizo cuando escuché un sollozo escapar de sus labios, mi corazón se apretó cuando mencionó en un aludió mi nombre y, cuando estuve a su costado, veía como las lágrimas empezaban a descender.
No, no, no. Esto no me está pasando ¿Verdad?
Mis ojos empezaron arder debido a la imagen de mi Dulce, verla tan mal me afectaba de una manera atroz.
––No lo pude evitar, no lo pude hacer.–– sollozaba.
Un escalofrío erizó mi piel al oírla.
No, esto no está pasando. Soy real ¿No es así?
Lo soy, claro que lo soy.
Mi cuerpo empezó a temblar descontrolado y las lágrimas sin previo aviso comenzaron a caer.
No es real, no es real.
––Hay Marie, no lo pude hacer.
Mi corazón y respiración se detuvieron, todo mi ser se congeló al instante de oírla. Baje la mirada mientras el caos dentro de mi apenas iniciaba. Una serie de emociones y punzadas se arraigaron en mi cuerpo desatando una furia e impotencia dentro de mi, la debilidad en mi empezó a surgir y nunca me había sentido tan... ¿Cobarde? Nunca lo fui, pero ahora estaba aterrorizada, tenía miedo de que realmente me había ido sin haber cumplido todas las promesas que me había hecho. ¿Tristeza? Era lo que más me invadía, aún no estaba lista para haberme ido no de una manera que no recordaba. Confusión, era lo único que me aterraba, el no poder recordar me estaba desesperando.
Y entonces ya no pude contenerme, de mis labios se escapó un sollozo ante el dolor de no poder abrazarla y decirle que estoy con ella, que fue lo mejor de mi vida y que cada momento estaré siempre agradecida. Llore aún más porque ya no podré decirle cuánto le quiero, porque ya no podré decirle que no se enojara porque las arrugas empezaban a adornar su rostro, porque ya no podré decirle que me encantaba verla bailar su colección de discos, porque ya no podré decirle que dejará de hacer los caldos en pleno verano, por que ya no podré decirle que odio las noticias y por que no podré hacer nada ante el dolor de haberla dejado sola.
Dolía, dolía demasiado.
Mis pies perdieron fuerza y mis rodillas impactaron el suelo mientras mis manos se aferraban a mi pecho. Llore y seguí llorando.
–·¡Marie! Por Dios ¿Qué tienes?
Me sobresalte al sentir las manos de Dulce agarrar mis brazos.
¿¡Cómo que qué tengo!? ¡Estoy muerta!
Ay no.
––Q-que, acabas de decir...–– intentaba hablar, pero estaba perpleja.
Sus ojos se expandieron como platos y su mirada cambio.
––¿Qué escuchaste?
Fruncí me ceño al no entender que mierda estaba pasando ¡Que alguien me explique!
––N-no mucho.
Una bocanada de aire salió de su boca y entre la duda que le adornaba su rostro solo logró decir tres palabras: