El silencio era una carga más para mis hombros tensos, ninguna palabra a salido de nuestras bocas desde que salimos de la casa de Sam, hemos caminado y aún no se hacia donde.
Todas las dudas han incrementado aún más desde que él me obligó a callar ya que podían escucharnos, no entendía cuál era la necedad pero no insistí ya que si quería respuestas necesitaba hacer lo que él me pidiera.
Seguimos caminando pero me detuve de golpe cuando visibilice hacia donde me llevaba: El bosque de Vallejo.
––¿Sam?
––Solo ahí podré darte respuestas.–– contestó sin dejar de caminar.
Una extraña sensación se filtró en mi sistema, todo era extrañó al igual que su comportamiento aunque a decir verdad no desconfío de él.
El atardecer empezaba a caer tiñendo el cielo de colores amarillentos con toques naranjas y trayendo consigo el aire fresco. Nos seguimos adentrando esquivando las piedras y árboles del camino hasta llegar al lugar donde Susan nos trajo para hacer la rutina de ejercicio; Sam por fin me dirigió la mirada e inclinó su cabeza señalando la ruta que tomaremos y pasando en medio de los dos árboles altos que estaban unidos entre sus ramas más altas. Indecisa lo seguí no sin antes tomar una vara que se encontraba en el césped, si esto era una broma de nuevo tendría su merecido. Pasé por el mismo lugar que él y mis vellos se erizaron al instante, todo seguía siendo igual pero por alguna extraña razón todo mi cuerpo sentía como si no perteneciera aquí.
––¿¡Sam!?–– grité al no ver rastro de él.–– ¿¡Sam!? Si esto es una broma debo advertirte que tengo una vara.
No hubo respuesta. Mi pecho se contrajo al sentir la soledad del lugar y la respiración se volvía pesada, este lugar era demasiado inquietante y no podía dejarlo desapercibido. Seguí gritando el nombre de Sam pero una vez que me di por vencida opte por mejor irme, la noche empezaba a caer y este lugar cada vez más se sentía atemorizante.
––Maldito Sam, me la haz de pagar.
Retrocedí siguiendo admirando los árboles que había en el lugar, no podría describir la pesadez que se siente aquí y volveré a insistir que es muy, muy atemorizante. Seguía dando pasos hacia atrás mientras crujían las ramas secas que estaban bajo mi suela pero mi cuerpo quedó paralizado al ver una sombra escabullirse entre los troncos. Mi corazón empezó a galopear descontrolado mientras trataba de mantener la cordura.
Es Sam y sus bromas, es Sam y sus bromas.
Tomé con más seguridad la vara tratando de controlar el temblor de mi cuerpo el cual también estaba helado, si ya había dicho que este lugar era atemorizante ahora podía deducir que era mucho peor. Seguí dando pasos hacia atrás mientras merodeaba el lugar alerta, los ojos me empezaban a picar.
Y de nuevo se vió, la sombra la cual se movía velozmente se acercó al árbol de mi costado. El corazón amenazaba con salirse de mi y mi consiente no reaccionaba. Sentí como una ola invisible helada recorrió todo mi ser.
Dios mío, Dios mío.
Mi cuerpo se tensó al sentir una mirada fulminante a mi costado, no sabía que o quien era pero la realidad era que no quiera saberlo. Quería salir de aquí y no volver pero mis pies parecían estancados a la tierra, por más que intentaba reaccionar no podía. El nerviosismo en mi sistema empeoraba las cosas.
Y de nuevo salió la sombra, está vez no se escondió sabía que estaba a mi costado; lentamente y con la duda aún voltee hacia ella, el cuello me dolía cada que lo giraba sigilosamente. Mi cuerpo estaba estático y el pulso estaba desorbitado. El aire de la noche apareció meneando las hojas de los árboles y removiendo mi cabello a mis costados. Estaba horrorizada sin siquiera saber si era real lo que estaba viviendo.
La fría brisa acarició mi mejilla paralizándome de nuevo, mi piel se erizo al sentir una cercanía inexistente que susurro a mi oído:
––Corre.
El miedo se apoderó de mi y me pulso se aceleró, inmediatamente gire mi cuerpo pero este se estrelló con el pecho de alguien provocando que cayera. Perdí toda mi fuerza mientras los latidos empeoraban en un ritmo desenfrenado.
Perdí el aliento y mis pulmones necesitaban oxígeno, se me dificultaba respirar y me era imposible hacerlo porque en cada intento el dolor era insoportable en mi pecho. Mi vista empezaba a pesarme y los puntos negros opacaban.
No puedo respirar, no puedo.
Senti el tacto frío en mis mejillas pero no lograba ver de quién se trataba.
Duele, duele demasiado.
Junte ambas manos en mi pecho para disminuir el dolor pero este era insoportable a cada segundo que insistía.
––Marie, estoy contigo escúchame.–– hablaba una voz que hacía eco en mi cabeza.–– Marie, escúchame.
––N-no puedo respirar.–– logré articular.
Sentí a alguien rodear mi cintura y me levantaba del suelo.
––Vamos, si puedes.–– insistían.–– Inhala, trata de hacerlo.
El dolor se escabullía dentro de mi mientras trataba de hacerlo, sentía como por dentro mis pulmones ardían en busca del oxígeno, pero por más que quisiera no podía.
––Vamos, Marie. Inhala conmigo tres segundos y después soltamos ¿Estamos?
Asentí.
El ardor en mi pecho seguía incrementando pero con mi mayor esfuerzo logré hacerlo disipándolo un poco.
––Bien, de nuevo está vez cinco segundos. Vamos tu puedes, aquí estoy Marie.
Volví a hacerlo por varias veces más, inhale y exhale con mi mayor esfuerzo.
––Estamos bien, lo estamos.
Abrí los ojos que aún pesaban, aún había oscuridad y seguíamos en el mismo bosque. La luz de la luna reflejaba su perfil y fue cuando me di cuenta de quién me había ayudado.
––¿Vlad?
––Marie.–– hizo un leve asentimiento.
Quedamos en un silencio , la oscuridad del lugar no permitía verle el caramelo de sus ojos pero aún con la luz de la luna que resplandecía en su piel pálida y dejaba expuesto el pequeño lunar que yacía arriba de su boca, aún conserva también su melena negra que siempre está despeinada pero que increíblemente se le ve muy bien. Tal vez sabía que estaba detallando de más sus facciones pero en realidad no me importaba, era adictivo verlo.