Nota: Bonito fin de semana para todos ❤️
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––Teníamos un acuerdo.–– chillo Susan después de que por enésima vez le había negado ir a la “grandiosa” fiesta de Tyler.
––Ya me haz escuchado, Dulce me tiene castigada.–– me encogí de hombros.
Puso sus manos en su cadera e hizo una mueca. ––¿Qué fue lo qué hiciste para que Dulce te castigará?
Sonreí ante el recuerdo ¿Cómo decirle que no llegue a casa en la noche porque quedé inconsciente y desperté en el hogar de los hermanos Voult? Que por cierto, aún la duda de un Sam cariñoso merodea mi mente.
––Sabes como en ocasiones es muy paranoica, ––dije restándole importancia. ––el asunto de la estatua la a puesto aún más.
Bufó. ––Hare lo posible, pero de qué vas, vas.
Lo dijo tan serio que por su tono sabía que no estaba jugando, ella solía tener el don de convencer a las personas. Me límite a asentir y de nuevo fijé a mi mirada al plato mientras piqueteaba la comida con el tenedor de plástico.
––¡Cariño!–– me tense cuando unos brazos me rodearon por mis hombros y fue depositado un beso en mi coronilla. ––Te estado buscando.
Mire a aquel chico de rulos desordenados quien me miraba con una amplia sonrisa, fruncí mi ceño desconcertada y es que ¿Qué demonios le pasaba? Ya no tenía caso fingir algo que nunca existió y no entendía su necedad de seguir actuando.
Me removí incómoda en la silla.
––¿¡Qué estás haciendo!?–– susurré ignorando la cara sorprendida de Susan.
––¿Cómo que qué hago? Paso tiempo con mi pareja.–– respondió tan confiado que, si no fuera porque se que no pasa nada entre nosotros, creería en realidad que sus sentimientos eran reales.
––¿P-pero que…
––¿Y ahora me lo vas a negar?–– interrumpió Nath dejando caer su cuerpo con fuerza a la silla.
¿Acaso me está jodiendo?
––Y-yo, n-no es…
––De tu incumbencia Nath, somos lo suficientemente grandes para tomar nuestras decisiones.–– hablo con firmeza Sam.
––Solo quería un poco de sinceridad, aunque sea de quién creía era mi mejor amiga.–– mis hombros comenzaron a hormiguear exageradamente.
––Nath, y-yo…
––No le debes explicaciones, amor.–– todo mi ser se removió al oír lo último mientras trataba de procesar que jodidos acaba de decir.
––¡Por supuesto que no!–– Nath rodeó los ojos. ––Solo espero que nunca me las de.
––Tenlo por seguro.–– Sam puso su brazo en los hombros atrayéndome hacía su pecho, puso sus dedos sobre mi clavícula alzándome la mirada para encontrarme con la suya. Sus ojos cafés oscuro brillaban, literalmente.
Y entonces cuando creí que las cosas no podían ser peor, el destino me abofeteaba cruelmente. Sam se inclinaba hacia mi con sus labios entreabiertos, él estaba dispuesto a besarme y yo estaba batallando en mi mente en alejarme o simplemente dejarlo pasar. Mi corazón comenzaba a trabajar más rápido cuando su aliento rozó mi rostro y estábamos a pocos centímetros de que nuestros labios se unieran.
Yo quería huir, y no me malentiendan, Sam es atractivo y carismático. Él tenía todo para poder enamorar pero yo no podía ver más allá que un amigo, solo eso.
Los nervios alimentaron cuando creí que lo iba a hacer, cerré los ojos orando para que esto pasara rápido pero Sam se separó repentinamente maldiciendo.
Abrí los ojos estupefacta y todo se volvió aún más tétrico.
––¡Demonios, Vlad!
––No fue mi culpa.–– respondió con indiferencia.
Sam estaba completamente empapado de la parte trasera de su camiseta mientras Vlad miraba antipático su molestia, en su mano sostenía una botella de agua la cual estaba vacía.
––¿¡Se supone que es mía!? Estaba sentado.
––Y yo iba caminando, no es mi culpa que estropearas mi camino.
La cara de indignación de Sam era graciosa a comparación de las cejas extremadamente hundidas de Nath, mientras tanto Susan contenía la risa.
––¿Acaso eres imbécil?–– atacó Nath. ––Deberías observar por dónde caminas.
Vlad chaqueo la lengua. ––Deberían de agradecer que hoy hizo calor, gracias a Dios hoy no merodeaba con un vaso de café hirviendo. –– enfocó su mirada en mi y una oleada de nervios se apoderó de mi cuerpo. ––Sería catastrófico.
Dicho esto ignoró los reclamos de Nath y se fue dejándome perpleja por su comportamiento.
––Por suerte tengo una de repuesto en mi casillero.–– refutó Sam. ––Nos vemos después.
De nuevo se inclino pero antes de que se pudiera acercar más a mi me levanté.
––Y-yo también me tengo que ir.–– mire a Susan quien estaba muy concentrada mordiendo su manzana. ––En realidad tenemos que irnos.
Jale de su mano y antes de que pudiera parlotear caminé apresuradamente ignorando sus quejidos y la penetrante mirada de Nath.
––El salón está por allá.–– dijo Susan.
––Hoy cambiamos de destino.
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Vlad, Nate y Sam.
Sus nombres cada día toman fuerza en mi cabeza entre más los recuerdo, desde la llegada de los hermanos Voult hasta el drástico comportamiento de Sam. Todo lo que pasaba y cambiaba a mi alrededor era un caos total, era como si distorsionaran mi realidad o como si inconscientemente viviera en un mundo paralelo.
––Estas maldita, Marie.
La voz de Vlad resonaba aún más insistente y aún cuando quería encontrarle sentido a sus palabras, a lo que estaba viviendo, a lo que había visto y a los hematomas que ya pronto se extinguirían era como si nada tuviera sentido, como si todo se hubiera puesto en una estúpida y absurda broma pero ¿Y si no es así?
––¿Acaso has pensado ir a un psiquiatra?
Tan solo de recordar aquel momento mi sangre se calentaba, Nate podía tener rostro de mustio amigable pero cada que hablaba solo salían incoherencias y estupideces. Y no, no por el hecho de nombrar a un psiquiatra, en realidad admiro a las personas que son tratadas y confrontan a sus demonios, pero sabía que eso no había sido producto de mi imaginación porque todo había sido tan… Real.