¡Era impresionante!
No podía creer lo que en realidad veía, la cantidad de personas que hay aquí es agobiante que se me hace imposible que todas quepan en este lugar, aunque a decir verdad también es una casa enorme y tiene un patio del mismo tamaño.
La música electrónica ameniza el lugar, muchas personas bailan, otras conversan y otras solo se dedican a beber como si no hubiera un mañana.
La fiesta sana de Susan.
El cielo comenzaba a teñirse naranja y morado del atardecer y el ambiente en este lugar comenzaba a subir, mientras tanto yo solo era un manojo de nervios, no me sentía segura en este lugar y si no fuera por Susan definitivamente no habría venido.
––¡Está sensacional!–– grito Susan a mi oído mientras giraba la cabeza a todas las direcciones, no necesitaba decírmelo, buscaba a Tyler.
Sus ojos se agrandaron brillando en su máxima expresión, como un pirata encontrando su tesoro, me tomó de la mano y comenzó a caminar jalándome a su ritmo, ni siquiera voltee a ver porque estaba concentrada en no caerme con estos zapatos.
––¡Tyler!–– gritó Susan entusiasmada y se abalanzó hacia él estrujándolo en un fuerte abrazo.
Él rubio no tardó en contestarle, rodeó su cintura y la apego más a su cuerpo con una amplia sonrisa, todo marchaba tal como creía pero todo se esfumó cuando la mirada de Tyler se conectó con la mía y formó una sonrisa torcida. En ese instante todo se entorno incómodo, o por lo menos yo empecé a sentirme así.
––¿Marie?–– habló el rubio en cuanto se separó de mi amiga.
Con mi mayor esfuerzo forcé una sonrisa y asentí.
––Wow, te ves muy distinta.
––¿Verdad que sí?–– contestó Susan entusiasmada. ––Se ve bellísima.
Ambas miradas se enfocaron en mi, Susan orgullosa y Tyler, bah, ni siquiera puedo descifrar la suya solo se que entre más me observa más incómoda me siento.
––¿Podrías decirme dónde está el baño?–– dije cruzándome de brazos y queriéndome hacer más pequeña.
––Es la segunda puerta, entrando, a tu derecha.–– respondió.
Busqué los ojos de Susan pero ella estaba demasiado concentrada mirando a Tyler, si no fuera porque tiene la boca cerrada juraría que un hilo de baba saldría de ella.
Seguí la dirección tratando de no tropezar pero era una misión complicada con la cantidad de gente que estropeaba mi camino, tuve que batallar con manos libres , codos en el aire y cuerpos bailando alocadamente al compás de una buena mezcla del DJ. Este lugar emanaba calor intenso y asfixiante que cuando entre al cuarto de baño sentía como si de nuevo pudiera volver a respirar, suspiré hondo y deje caer a mi espalda a la puerta de madera. No había tenido más de una hora aquí y cuento los minutos para poder irme.
Esto sería más fácil si estuviera Nath aquí.
El remordimiento llegó a mi al recordar aquella morena la cual no me ha marcado desde nuestra última interacción, sabría que no vendría e incluso menos lo haría por su pensamiento erróneo acerca de la falsa relación con Sam. Unas ganas incesantes de marcarle se acumularon, tenía que explicarle de alguna manera que las cosas no son como ella lo piensa.
Tomé mi bolsillo y saqué mi celular pero al encender la pantalla una sensación extraña removió mi ser.
Nueve llamadas perdidas de Vlad.
Cinco mensajes de Vlad.
Confusa abrí los últimos y quedé aún más perpleja al leerlos.
*Marie, espero que hayas encontrado las respuestas.
*Por favor responde en cuanto puedas, necesito que lo confirmes.
*Algo me dice que fue un error haberlo hecho de tal modo.
*Marie ¡Contesta! Creí haber sido muy claro.
*¡Marie eres un lío!
Estaba anonada tratando de entender cada uno de sus mensajes, y aunque pensé que tal vez se habría equivocado pero sus mensajes eran muy claros cuando ya había repetido mi nombre. Decidí responder.
*Lo lamento, no entiendo nada.
Y como si él estuviera esperando a que respondiera, inmediatamente me llegó su respuesta.
*¿¡Dónde estás!?
Dudosa repase las palabras, aunque no creo que sea necesario responderle ¿O sí?
*Hmm ¿Eso importa?
Fueron varios segundos y respondió.
*Tú y yo tendremos una extensa charla pero antes necesito que me digas ¿¡Dónde diablos estás!?
Mi corazón se oprimió y no pude evitar un sonrisa nerviosa, respondí.
*Que más da donde esté.
Y no hubo respuesta, espere varios segundos e incluso minutos y cuando creí que ya no respondería mi celular comenzó a vibrar.
Vlad me estaba llamando.
No sabía que era más inquietante, si su insistencia en saber dónde estaba o como dentro de mi había un caos de emociones. Los nervios comenzaron a hacer de las suyas y entre la decidia acepte la llamada.
––¿Si?
––Marie por favor, solo dime qué no has asistido a la fiesta.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ––¿Qué tiene de malo?
––¡Joder, tenemos que hablar seriamente tú y yo!–– su voz destilaba preocupación. ––Debes estar alejada, no se escucha mucho ruido. Dime tú punto exacto.
Fruncí el ceño desconcertada. ––Claro, estoy encima de un árbol ¿Quién te crees para ordenarme decirte dónde estoy?
––Entiende Marie, esto es por tu se…
No termino porque varios sonidos se entrelazaron con la señal impidiendo que pudiera escuchar lo que Vlad intentaba decirme.
––¿Vlad?–– llamé pero no hubo respuesta.
Colgué la llamada e intente mandar un mensaje pero para el colmo ahora mi celular no encendía.
»¿Qué mierda?«
Le di varios golpes al aparato, estaba segura que tenía batería. Seguí insistiendo pero al ver que no obtenía resultados me di por vencida. De pronto sentí un nudo en mi estómago sofocante que me inquietaba.
Definitivamente fue una pésima idea venir.
Me acerqué hacia el lavabo y abrí el grifo liberando el agua, metí mis manos en ella y tomé un poco para mojar mi frente, sin darme cuenta el calor en este lugar cada vez más iba aumentando. Cerré la llave y alcé mi rostro hacia el amplio espejo frente a mi, acomodé mi pelo con mis dedos y fue entonces cuando sentí una punzada un poco dolorosa sobre mi sien, pero no paro allí, el dolor siguió creciendo conforme pasaban los segundos que ya no podía pasarlo por desapercibido.