Vlad.
––¡Oigan, salgan, que mi vejiga está apunto de explotar!–– gritaban del otro lado de la puerta mientras tocaban fuertemente.
Esto estaba siendo un desastre, Mar no despertaba y no podía sacarla de aquí inconscientemente, eso llamaría la atención de todos, y con justa razón.
––¡Un momento!–– grité y me gire de nuevo hacia la chica en mis brazos. ––Vamos, Marie, haz un esfuerzo.
––¡Si no sales me haré de la pipí!
––¡Solo aguanta un momento!–– volví a gritar frustrado.
––No quiero ser yo quien te lo repita, pero, te lo dije.–– hablaron desde la otra bocina del celular.
––No estás ayudando en nada, Nate.
––Por supuesto que lo hago, estoy tratando de hacer que entres en razón.–– respondió.
––Estoy consiente de lo que estoy haciendo.
––Aunque sabes las consecuencias.
––Solo reserva tus comentarios y dime ¿Ya estás cerca?
––Repíteme el porque te estoy ayudando.
––¿Porqué eso es lo que hacen los hermanos?
––Los hermanos no se exponen ante el peligro.
––No te estoy exponiendo en nada, sabes que solo tendrás que esperar en el auto, del resto me encargo yo.
––Estar con ella es un peligro y lo sabes.
Tuve que apretar los dientes para no soltarme a maldecirlo, odiaba que la tuviera en ese concepto cuando él sabía casi toda la verdad y que verdaderamente el peligro aquí no es ella.
Por alguna extraña razón tenía la necesidad de protegerla, antes de que Nate la llevará a casa me había dado la tarea de vigilarla desde lejos, de seguir su paso pero no formar ningún vínculo. Hubiera hecho lo que era mi tarea, por supuesto, pero entonces ella fue a casa y todo se fue a la mierda.
Quise mantenerme al margen, pero conforme pasaban los días surgieron más y más situaciones que no podía dejarlas por desapercibidas, y entonces paso lo del libro.
Aún en mi mente merodea el recuerdo de lo que pasó aquel día, en mi vida e estado tan aterrado como en aquella ocasión. Tuve que ver lo que nunca creí imaginar, tuve que hacer lo que fuera necesario para ayudarla, y lo hice.
––¡Maldita sea! ¡Estoy apunto de hacerme aquí!–– volvieron a gritar.
––Estoy cerca, hazlo ahora.
»Vamos, tú puedes « me repetía mentalmente.
De solo recordar mi piel se erizaba, era momento.
––¡Ah, por fin! Taylor apresúrate, necesito hacer del baño.–– presionó la chica insistente que se había convertido en un dolor en los huevos.
Mierda.
Me altere cuando escuché unas llaves chocar con la perilla de metal, tenía que ser esto rápido o si no todo saldrá mal.
La adrenalina comenzó a ser acto de presencia. Tomé la cabeza de Marie y pegué su frente contra la mía, su respiración tranquila era opacada por mi fuertes exhalaciones, cerré los ojos y todo comenzó.
Las punzadas de dolor iniciarán desde mi espalda y recorrían verticalmente por mi espina dorsal hasta mi nuca, sentía como mi cabeza empezaba a pesar dolorosamente mientras las punzadas se instalaban alrededor del cráneo.
Cómo una corona de espinas.
Mis yemas ardían a los segundos en que trataba de formular las palabras adecuadas pero el ardor en la garganta me lo impedía.
––¡Apresúrate!–– chillaron mientras se escuchaba como la llave encajaba en el cerrojo.
––F-fac… mihi…–– mi corazón comenzó a golpear mi pecho con cada latido.
Duele.
––¡Vamos! ¡Mi vejiga va a explotar!
Mierda.
––¿Puedes dejar de gritar?
Doble mierda.
––¡Lo dejaré de hacer hasta que abras la maldita puerta!
Triple mierda.
La tenue luz brillo con intensidad en mis ojos, era ahora o nunca.
––Fac mihi libertatem corporis tui, dum vivas optimae memoriae tuae.*
Susan.
¡Estoy a punto de orinarme!
Mi vientre cada vez duele más y tengo que apretar las piernas para contener la pipí.
Si estaba molesta hace unos segundos porque Marie se había ido dejándome sola en este lugar, si no fuera poco Tyler se a dedicado a charlar con sus amigos o solo mirar a la nada que hasta me parece extraño, en cierto tiempo hasta pensé que estaba hablando solo porque sus labios se movían pero no se dirigía a nadie.
Esto es un asco, admiro que debí haberle hecho caso a Nath por primera vez en mi vida.
Pero claro, estaba tan estúpidamente emocionada por el simple hecho de ver al rubio que no a podido abrir la puerta desde hace un minuto.
––¡Vamos! ¡Mi vejiga va a explotar!–– exigí de nuevo ganandome una mirada de pocos amigos la cual ignore, en este momento ya no importa nada.
Quien sea que esté allá adentro me va a escuchar.
––¿Puedes dejar de gritar?
––¡Lo dejaré de hacer hasta que abras la maldita puerta!
Tyler refunfuño y giro la llave, la puerta por fin se había abierto.
Estuve a punto de entrar e ir directo a la taza del baño, en este momento no me importaba si me veían orinar. Pero antes de que pudiera aventar la puerta está se abrió y todos mi discurso quedó atorado en mi garganta al ver al par de personas que salieron del baño.
Vlad y Marie.
¡¿Pero qué carajo?!
Marie ni siquiera se tomó el tiempo de mirar a su alrededor, tenía la mirada fija en el suelo mientras caminaba enganchada de un Vlad que miraba a todos como si los quisiera desaparecer.
Estaba estupefacta que no moví un músculo porque mi vista estaba fija hasta que se alejaron.
Hubiera estado alegre por ella, si no fuera por el hecho de que Sam y Nath también estaban en la fiesta y los habían visto salir de aquí.
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Vlad.
Estaba débil, lo que había hecho le había gastado tanta energía que su cuerpo no aguanto más y cayó rendido en el suelo, aún así fue impresionante toda la fuerza que tenía dentro, estaba impactado en realidad.
¿Cómo es que pudo seguir después de eso?
Aunque aún no había despertado, su cuerpo descansaba sobre mi cama mientras yo solo me limitaba a observarla recargado en la pared dándole una y mil vueltas a lo que se avecinaba.