Eclipse de Medianoche

Capitulo 24

Nota: ¡Hey, ya son 2,500 vistas! No saben lo feliz que me hace saber que me leen, así que este capítulo es de cortesía como agradecimiento por su apoyo. Los quiero ❤️.

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Pasaba más de la medianoche, había llegado a casa de Dulce tratando de no hacer ruido, para mí sorpresa ella no estaba.

¿Dónde estaría a estás horas de la noche?

No le di vueltas al asunto, ella siempre es cuidadosa tanto conmigo como con ella, aparte no saldría a menos que sea algo urgente y eso es lo desconcertante.

Subí a mi habitación, me quite los zapatos incomodos al igual que el vestido dejándome semidesnuda y expuesta ante el espejo. Habían de nuevo los distintos hematomas en todo mi cuerpo, está vez lucían más visibles y ahora más grandes. Hice una mueca cuando toque uno de ellos y aún dolía.

–Dolerá más está vez.–– dijo Vlad mientras observaba los moretones.–– Tenemos que estar listos, Mar.

––¿Listos para qué?

––La guerra a sido declarada, ellos vendrán aquí.

––No entiendo ¿Qué es lo que quieren?

––Yo no puedo decírtelo.

––¿Porqué?

––El libro de las revelaciones, Mar.–– respondió mirándome fijamente. ––Ahí obtendrás las respuestas que necesitas.

Estaba indecisa, tenía miedo a abrirlo de nuevo pero yo quería respuestas y si esa era la única manera de obtenerlas lo tomaría sin duda alguna.

Me acerqué a mi cama y saqué el libro de pasta blanca que descansaba bajo de ella, no supe porque el tan solo tomarlo hacia que todo mi interior se alterara. El corazón comenzó a latirme con una velocidad impresionante.

El libro de la revelaciones.

Lo abrí y leí de nuevo la primer hoja donde estaban escritas aquellas palabras que tan solo de recordarlas erizaba mi piel, salte la página al instante que sentí un leve mareo, pero para mí sorpresa está estaba completamente en blanco; rápidamente pase a la siguiente, y a la siguiente y no había nada.

¡No había nada!

––¿¡Qué  demonios!?–– masculle molesta e impresionada.

¿Dónde estaban mis respuestas?

¡¿Dónde?!

––Pobre mortal.–– todo en mi interior se paralizó cuando escuché una voz ajena dentro de la habitación. ––Otro día más sin nada de drama, esto se está convirtiendo más aburrido de lo normal.

Los nervios picaban mis hombros, estaba en un estado de shock tratando de reconocer la voz pero no me había nada familiar en ella. Lentamente giré mi cabeza hacia la dirección de dónde provenía la voz rogando que de nuevo fueran alucinaciones, aunque ahora debía cuestionarme no decir eso porque no lo era, porque era real lo que estaba viendo.

El chico de tez aperlada miraba por la ventana de mi habitación, parecía un muchacho común y corriente que aparentaba una edad de 24 años, su pelo era blanquecino y lacio, parecía ser alto y complextura delgada pero tonificada.

––¿Qué… Quién… Cómo…

––Cuando, donde, porque.–– bufó. ––¿Qué no estabas tratando de abrir el libro?

––Si…

––Mortales, siempre desvían…–– de repente se calló y abrió los ojos como platos. Al instante se giró hacía mi y me fue inevitable saltar de la cama mientras le observaba sus ojos particulares: Uno era completamente blanco que ni siquiera permitía ver su pupila, si es que la tenía, y el otro era rojo intenso con la pupila negra. ––¿Tú… tú… me ves?

Sentía que no podía hablar, no sabía ni que responder, solo me limitaba a observarlo y asentir como una tonta mientras retrocedía.

––¿Qué… eres?–– logré articular.

––¡Me estás viendo!–– se exaltó sorprendido mientras se acercaba a mi.

––¡¿Quién eres y qué haces aquí?!

––¡Por la espada de Arturo, me estás viendo!–– parecía más sorprendido que yo, no tenía ninguna intención de parar y eso me aterraba.

Mi espalda tocó la pared, angustiada voltee hacia mis costados en búsqueda de algo para defenderme y, para mí buena suerte, la lámpara de noche que estaba arriba del escritorio era lo que estaba más cerca; sin dudarlo tomé la lámpara y la alcé hasta mi cabeza amenazándolo con tirársela, él vio las intenciones y también se detuvo cruzándose de brazos con una sonrisa burlona.

––¡Ni un paso más, loco!–– le señalé con el dedo mientras trataba de calmarme a mi misma. Estaba en desventaja pero no quitaba que tal vez no tuviera el valor de defenderme. ––S-si te vuelves a acercar no dudaré en arrojártela.

––Primero antes que nada, cálmate.–– respondió tranquilo. ––Y baja eso antes de que te hagas daño.

Reí irónicamente, puesto ¡Yo lo estaba amenazando a él!

––No lo voy a volver a repetir ¿Quién eres y qué haces aquí?

––Woah, es que aún no me lo creo.

––¡Contesta!

––Ya, ya.–– alzó sus manos en señal de rendición. ––Que genio. Mi nombre es Apolo y e sido llamado por ti.

––¿Por mi? Pero si yo… no…

––No se que te sorprende, se suponía que todos saben de mi.

––Pues yo no, al parecer en este momento yo no sé nada.

Apolo frunció su ceño como si no entendiera mis palabras, no se quedó con la duda y habló:

––¿Cuál es tu nombre?–– preguntó.

––Marie, Marie Johnson.

Y de pronto sus ojos se agrandaron como platos, su boca había formado una perfecta “o” y pude ver cómo su rostro palidecía.

Entonces el gritó tan fuerte que provocó que respingara y por inercia le aventará la lámpara de mis manos.

Cuándo creí que no sería peor, subestimé.

¡La lámpara le atravesó el cuerpo!

Él grito, yo grité, ambos gritamos.

––¡¿QUÉ ERES?!–– exclamé con el pánico fluyendo en mis venas.

––¡Dios! ¿Porqué yo? ¿Qué fue lo qué te hice?–– hablaba mientras tallaba su cara exasperado. ––Pudiste haber mandado a Gabriel, a Pedro ¡A Martín, él si es un buen soldado!

––¿De qué hablas?

––¡Está era la prueba! ¡Dios mío! ¿Dónde está la compasión?

Vale, ya me estaba enfadando.

––Sigo aquí, loco.



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En el texto hay: destino, romance fantasia magia, secretos drama

Editado: 24.08.2022

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