Nate.
No se le puede ganar a una persona terca, testaruda e impulsiva, era como tratar de discutir con una pared, solo sería una perdida de tiempo. Hablar con Vlad era lo mismo, cuando se aferraba a algo no usaba su lado razonable, no escuchaba mis consejos, mucho menos trataba de entenderlos, para él solo estaba en su contra y estaba claro que si estaba de acuerdo o no el actuaría de igual manera.
Aún cuando sabía que tan peligrosa era lo que estaba defendiendo. Se había olvidado de la misión que teníamos, nuestro único propósito de venir aquí, el objetivo que nos ordenaron.
––Nate, no tenemos que seguir sus reglas, no cuando son injustas.
Sus palabras fueron claras y precisas, no hubo titubeos, estaba decidido y había tomado una decisión incorrecta. Estaba rompiendo todas las leyes, quebrantado la regla más peligrosa de nuestro juramento.
Con nuestra sangre cubriremos el legado, con nuestra vida aseguraremos el futuro. El destino es nuestro prioridad y si alguien lo trata de cambiar, ante el juez lo hemos de mandar.
Somos bellatores en nuestra lengua madre, guerreros del destino y servidores de el, nuestro propósito es verificar lo que en nuestras visiones se presenta, lo que en el gran libro de la vida está escrito. No podemos ver el futuro como muchos brujos lo han dicho ya que es incierto, cambia, no hay una visión que pase al pie de lo que observamos, pero cuando son emociones fuertes es imposible que esto cambie.
Cuando haya vida, habrá vida.
Cuando haya felicidad, abundará esta.
Cuando haya dolor, habrá dolor.
Cuando la muerte se presenta, habrá muerte.
Lo peor es cuando tú nombre está en la lista del gran libro, cuando tu destino está marcado y escrito con el puño y letra de nuestro intermedio. En este caso, no podemos cambiar nada, no podemos hacer nada.
Marie Johnson, hija de Arthur y Alice, heredera única del clan de Merlyn.
Su poder de la fuerza de la espada era único, la última de su árbol genealógico, y la que debe finalizarlo.
Marie tiene que morir antes de que la profecía se cumpla, antes de que cometa su error marcado. Yo tengo que hacer lo que sea por evitarlo… Lo que sea.
Tendría que arreglar todo el caos que hemos causado, tengo que hacer entender a Vlad porque jamás me perdonaría que le pasará algo, es mi hermano y por él hago lo que estuviera en mis manos… y esto va más allá de mi poder.
No puedo evitar sentir ese malestar en mi estómago, ese sentimiento de traición que se trepa a mi espalda y me pesa a cada paso que avanzo bajo la oscuridad de la noche, ese pinchazo en mi corazón o aquellos susurros que acarician mi oído. A pesar de todo, comienzo a correr con desesperación, como si pudiera borrar en cada paso las palabras de Vlad, los sueños, las pesadillas y esa maldita voz que aparece de repente.
Nate…
Mi piel se eriza, su voz se clava en mi subconsciente.
No lo hagas…
Sacudo la cabeza, intento ignorar.
Lo sabes…
Apreto los puños, mi corazón bombea la sangre con intensidad.
Nate, detente…
No puedo.
Detente…
No puedo.
Nate, detente. Por favor…
Esa familiaridad en su voz me desconcierta, la calidez que refugia mi pecho es inquietante, el efecto que tiene en mi me confunde. Mis piernas fallan e impacto mis rodillas en tierra del bosque de Vallejo, siento mis manos temblar incontrolablemente, mi pecho es prisionero de los intensos latidos, mi respiración es un completo desastre.
––Por favor, por favor dame valentía, dame voluntad…–– sollozo, las lágrimas no tardan en salir––. No puedo hacerlo… no quiero hacerlo.
––No fui la única que cometió un error.
Las palabras de Marie atentaron contra mí, la veracidad en estas era demoledora.
¿ Cómo podía hacerle esto?
¿La podría traicionar?
¿La podría entregar?
¿Después de lo que fue testigo?
¿Después de guardar el secreto?
Ella me había visto… observo como rompí una de las reglas, como sacrifiqué a uno de los huecos con tal de… que nunca se fuera. Hice algo despiadado, algo por lo que nunca podré obtener mi perdón, jamás. Pero sacrificaría hasta mi alma si es posible, con tal de tenerlo eternamente.
Nate…
Para siempre.
––El reino se corrompe.–– una voz chillona se escabulle entre los árboles, inmediatamente me pongo de pie y a la defensiva.
––¿Quién está ahí?–– cuestionó con autoridad.
––Los cimientos se agrietan, las paredes tiemblan, está a punto de derribarse.–– otra voz más gruesa acompaña.
Volteó paranoico hacia todos los ángulos pero no puedo observar nada.
––No lo volveré a repetir.–– digo mientras meto la mano hacía la daga escondida en mi chaqueta.
––Mucho tiempo sin vernos, bellator Nathan.
Mi corazón respingó, esto no puede ser.
––¡¿QUIÉN ERES?!–– grité desesperado.
––Viejos amigos, viejos problemas.–– respondió la voz chillona.
No entendía a qué se refería, me encontraba en un estado vulnerable que no lograba poner atención en sus palabras.
––¡Malditos cobardes, salgan a darme la cara!
Se rieron, como si de un chiste se tratará, como si yo fuera su maldito chiste, su payaso, su bufón.
––¿Tan fácil olvidas a tú pueblo? No creí que fueran tan idiotas.–– alzó la voz chillona.
––Han traicionado su sangre por buscar piedad en un lugar recóndito, asquerosos.–– habló la voz más gruesa.
––Yo no he traicionado a nadie…
––Lo han hecho, y tendrán que pagar por eso.–– dijo la voz chillona con decisión.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero, una corazonada respingó mi corazón. Ha llegado el momento que hemos esperado, ellos apenas comienzan a salir.
Me puse firme con el mentón alto, oculté cualquier atisbe de miedo y surgió la valentía, la emoción ferviente que se acumula en mi pecho, que me impulsa a tomar una decisión.