Eclipse de Medianoche

Capitulo 34

Tal vez fui egoísta por rogarle que se esforzara en resistirse al encantamiento, por no permitirle dejarlo ir, no lo hice, era más agradable tenerlo en esta vida aunque se retorciera de dolor, aunque gritará suplicando que parará, que se estaba asfixiando, que se estaba quemando.

Vlad descansaba en la cama, después de huir del colegio corrimos hacia su casa junto con Nate, cuando llegamos y Vlad por fin despertó el sentimiento de alivio afligió nuestros rostros pero todo desapareció cuando Vlad comenzó a temblar de nuevo, sus ojos estaban completamente negros y su piel pálida, más de lo habitual.

––¡Ayúdenme!–– gritaba Vlad desesperado, lágrimas gruesas recorrían su rostro––. ¡Me estoy quemando! ¡Duele! ¡Duele!

Sus súplicas se clavaban en mi cabeza, sus gritos que parecían desgarrar su garganta, verlo como se convulsionaba, como clavaba sus uñas en su piel de forma desesperada, como gritaba, como pedía que acabáramos con su dolor. Lo peor pasaba cuando Nate y yo no podíamos hacer nada, los encantamientos no funcionaban, tuvimos que recurrir a los sedantes para que Vlad no despertara mientras nosotros encontrábamos una solución… si es que la había.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero, la desesperación de no poder hacer nada para ayudarlo, el poco conocimiento sobre lo que le pasaba.

Si tan solo hubiera llegado antes…

No estaría aquí observándolo todo el día, llorando por tocar su piel sudorosa y fría, sedándolo para no volver a verlo en tal estado.

Pagará quien le haya hecho esto, lo juro.

La puerta se abrió de repente, quité mi mano del rostro de Vlad y dirigí rápidamente la mirada a Nate, los días de vela nos ha afectado demasiado en nuestros rostros.

––¿Conseguiste algo?–– pregunté.

––No hay nada––respondió con fastidio––, pareciera que el bosque ha perdido energía, lo siento distinto.

––¿A qué te refieres?

––No lo sé, pero desde que usaste la espada se alteraron las energías que nos rodean.

Miré de nuevo a Vlad.

––Tiene que haber algo, necesitamos…

––Pues no lo hay, Marie.–– interrumpió––. ¿Crees qué me fascina la idea de verlo de ese modo? ¿Crees que estoy afuera perdiendo el tiempo mientras mi hermano sufre?

––No he dicho nada de eso.

––Pues deja de recordarme que no he logrado nada, no soy un guía para saberlo todo.

Un guía…

––¡Un guía!–– exclamé, la esperanza se clavó en mi pecho––. Mierda ¿Cómo no lo pensé antes?

Nate frunció su ceño confuso por mi repentina reacción, no tuve tiempo para explicarle.

––Apolo manifiéstate.

––¿Ap…

Sus palabras se quedaron atoradas cuando notó el olor leve del azufre, metió su mano dentro de su chamarra mientras miraba a su alrededor, fue entonces que el espeso humo blanco apareció y en cuestión de segundos la figura de Apolo con su ancha sonrisa.

––¿Me han llamado?–– habló con una extraña felicidad.

Estuve a punto de hablar, acabar con la agonía de Vlad y exigir respuestas pero Nate se adelantó de una manera… peculiar.

––¿Quién eres?–– más que una pregunta fue una orden por la severidad de su voz, o tal vez porque estaba apuntando a Apolo con una daga bastante grande y filosa.

––Que modales.–– refutó Apolo con burla.

––No volveré a repetirlo ¿Quién eres?

––Nate–– recriminé tratando de acércame––. ¿Qué estás haciendo?

Pero el castaño no se inmutó, ni tuvo la gentileza de mirarme, sus ojos seguían clavados en Apolo mientras sus nudillos se volvían blancos por la fuerza que ejercía en la daga, lo más desconcertante es verlo tan pasible.

––¿Seguro que no sabes quién soy, Nathan?–– cuestionó Apolo con un visible desinterés por ser amenazado.

Nathan.

Giré hacia Nate y pude observar como sus hombros y mentón de tensaban.

Interesante, pero por el momento no es la duda que me interesa acechar.

––Es Apolo––respondí por él––. Mi guía espiritual desde hace apenas unas semanas.

Está vez Nate apuntó la daga hacia mi, mi cuerpo se paralizó por el brusco movimiento.

––¿Porqué no lo dijiste antes?

Apolo comenzó a reír desquiciadamente.

––Yo que tú no haría eso, bellator, no sí…

El gruñido de Vlad interrumpió a Apolo, al instante todos giramos hacia él quien comenzaba a moverse.

––¿No le inyectaste el sedante?–– cuestionó apático Nate.

––Lo hice, hace apenas un par de horas.–– respondí.

––Más vale que me digas la verdad.

––¡La estoy diciendo!

Fue entonces que todos retrocedíamos cuando Vlad gritó de nuevo, mis pelos se pusieron de punta cuando arqueó su espalda hacia arriba en un arco perfecto pero visiblemente doloroso.

––Mierda.–– masculló Apolo impactado.

Nate dejó caer su daga y corrió hacia la mesa donde estaban las inyecciones, fui tras de él pero estaba pasmada mirando a Vlad arañarse la cara, su piel se enrojecía de nuevo pero… había algo más.

––¡Marie ayúdame!–– exclamó Nate trayéndome de nuevo a la realidad. Cuando menos lo esperé él castaño ya estaba frente a mí con el sedante––. Lo más rápido posible.

Asentí ignorando el malestar en mi estómago.

––¡Sáquenme! ¡Suéltenme!–– imploraba Vlad.

Sáquenlo, suéltenlo.

Mis manos temblaban, mi pecho se oprimía debido a la impotencia, los ojos me picaban.

––Venga Vlad, aún no.–– trataba de alentarlo Nate cuando lo tomó por los brazos y paso su torso por encima de él, su peso evitaba que Vlad se retorciera.

Me puse al costado de su cabeza y me incliné para inyectar en el cuello el sedante, tratando de no fallar por sus movimientos, preparé la aguja dispuesta para sedarlo pero giró su cabeza hacia mí, sus ojos completamente negros penetraron los míos, me paralicé cuando sonrió torcidamente, sus venas del rostro se exaltaron más de lo normal.

––Aliquantulus essentiae tuae.–– susurró, pero esa no era su voz, esa no era su voz.

Un poco de tu esencia



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En el texto hay: destino, romance fantasia magia, secretos drama

Editado: 24.08.2022

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