Un acto estúpido en una situación delicada, estaba consiente que no era momento de hacer “berrinches” mucho menos estos dramas que solo me estaban costando tiempo…
Pero no podía razonar, no cuando la mitad de mi vida me habían ocultado algo tan importante y de pronto ya era alguien al que solo buscaban matar, o cumplir una venganza, o el medio para sacar la verdad. Era un desastre, yo lo era y está situación era peor, no podía pensar con claridad, aún cuando la tensión en el aire es más notable, incluso el miedo se sentía con el solo hecho de respirar.
Me cuesta asimilar el parentesco que tengo con la persona que tanto odia mi abuela y… lo que ella hizo…
Ni siquiera tengo palabras para eso.
Mis pies se dan por vencidos de una vez por todas, había corrido lo suficiente para alejarme de todos y estar en un minuto de paz que me habían robado desde hace tiempo. Mis rodillas impactan sobre la tierra y las ramas, estaba arriba de la pradera mirando la serenidad que estallaba en este bosque prohibido, los árboles grandes con gruesas ramas le daban un aspecto peculiar, tenebroso pero bello a su vez.
Como si la naturaleza se uniera a mi desgracia las primeras gotas de una lluvia torrencial comienzan a caer, la brisa fresca que acompaña al húmedo clima me reconforta de una extraña manera. Por un momento prefiero olvidar la razón por la que llegué aquí y me permito disfrutar de la dicha de la naturaleza.
La dicha de disfrutar un poco mi soledad, de vivir sin algún peligro acechándote, creyendo que al volver a casa repetirás la misma rutina, pensar solamente el estrés que me causaban las tareas, salir sin miedo de ser cazada, reír con mi amigos por alguna estupidez, tener aquellas platicas tontas en las que no llegábamos a ninguna conclusión… Mierda, incluso pelear con el profesor Wilson era entrañable.
Todo lo que creía ser aburrido algún día lo extrañaba con necesidad, ahora solamente anhelo volver a aquél tiempo en el que era feliz y no me había dado cuenta de ello.
En cuanto menos me di cuenta mis lágrimas calientes se habían mezclado con las gotas de lluvia, mi corazón se oprimía más ante el recuerdo, porque sabía que jamás volvería a pasar porque ya no tenía elección.
Ahora estaba tensa por no saber que pasará en unas horas, o mañana, o que más me ocultan del pasado. Era como vivir en el tiempo menos en tu presente. Sonreí irónicamente por aquella frase que mi padre tanto le decía a mi madre.
»Vive un día a la vez«
Vivir un día a la vez.
Al inició no entendía la frase, era aburrido recurrir a lo que sería un día normal, la rutina de siempre acompañada de la monotonía era exhaustivo… O eso era lo que creía.
Muchas personas se emocionan por predecir el futuro, poder ir a él sin ninguna repercusión y… ¿Para que miento? La idea es tentadora. Saber que pasará los próximos días, evitar días malos y emocionarse de las sorpresas que la vida te prepara, es una propuesta fascinante. Libros, películas y hasta series que hablan de la trama de ir hacia al futuro y resulta que su bienvenida es un caos.
Si yo hubiera tenido la oportunidad…
Si tan solo hubiera tenido el suficiente intelecto para armar una máquina del tiempo y hubiera evitado todo esto.
Si tan solo hubiera disfrutado más, pero no lo hice.
Me di cuenta que la oportunidad de elegir es solo un privilegio, uno que yo no tuve, y ahora aquí estoy bajo la densa lluvia de una tarde de septiembre.
Mis lágrimas hace tiempo que cesaron, ahora solo disfrutaba las frías gotas empapar mi cuerpo.
¿Qué iba a solucionar? Nada, pero por un momento quería ser libre, añorar lo que algún día fue normal y aburrido, extrañar mi vida pasada antes de que todo fuera peor.
Estar en este lugar me hacía sentir tan segura, como si mis problemas desaparecieran y solo existiéramos la naturaleza y yo.
Fue entonces que pude sentir su presencia, no era necesario que hablará para poderlo reconocer, su respiración agitada la había escuchado alguna vez en mi vida.
No quería voltear, no quería verlo.
––Vete.–– dije más seria de lo que quería parecer––. No quiero verte.
––Mar…
––Vete, Vlad.
No hubo respuesta ni objeción, pero entendí que no haría caso a mi petición cuando sus pisadas sonaron más cerca.
Tomo asiento a mi lado con la distancia que le pedí pero omitió.
––Y ahora…–– insiste obteniendo una mirada fulminante.
––No quiero hablarlo ahora, solo necesito un minuto de paz.–– respondí guardando la cordura.
––Pronto vendrán, Mar. El eclipse se acerca y…
––No quiero hablar ahora,––demandé.–– déjame vivir el privilegio de escoger, por lo menos hoy.
No necesitaba más presión.
No necesitaba más dolor.
Necesitaba la paz.
Necesitaba vivir.
Vivir un día a la vez.
––. ∆∆∆∆∆
El cielo se pintaba de colores morados y naranjas rebeldes, el sol se despedía para darle la bienvenida a la oscuridad de la noche que pronto llegaría. No sabía cuánto tiempo he estado aquí, el silencio armonioso me acogía, la brisa fresca golpeaba con suavidad en mi rostro, todo podría ser paz si no fuera por la presencia a mi lado que no se ha dispuesto a irse, agradezco que por lo menos no haya dicho ninguna palabra pero sabía que este lindo momento se tendría que terminar.
Me puse de pie y limpié todas las ramas secas que se pegaron a mis prendas, Vlad no tardó en hacer el mismo movimiento mientras sus ojos buscaban mi mirada.
––Mar…
––No tengo ánimos de hablar.––interrumpí.
Antes de poder avanzar se interpuso en mi camino, sus manos frías tocaron mi mejillas.
––Por favor, escúchame…
––¿Lo sabías?–– increpe mirándolo a los ojos. Ya no quería más palabras melosas ni mentiras, quería la realidad, que me hablaran con la verdad, no con lo que quiero escuchar––. Mi abuela, Sara, ella…
––Lo sabía.–– respondió provocando que mi corazón se oprimiera.