––Mierda, mierda. Corre, no se te ocurra detenerte
…
––No, no lo dejes, llévalo si no…
…
––¡No se detengan!
Las voces a mi alrededor tomaban más sonido, lo que eran murmullos ahora eran gritos llenos de miedo. De pronto ya no hay solo oscuridad, tratando de abrir los ojos me percato de ya no estar sobre el césped si no que lo miraba directamente, sentí vértigo y un incesante dolor de cabeza, parecía que volaba, no, estaba ¿Cargada?
––¡Vámonos, mueve ese trasero!–– dijo una voz masculina que jamás le había escuchado.
––¿Puedes callarte un instante?–– respondió esa voz masculina que reconocí al instante––. Te recuerdo que la fuerza física en este plano no es la misma.
––No seas llorón y mejor date prisa.
El pánico albergó mi pecho al darme cuenta de que estaba siendo cargada por él. Levanté mi rostro, me di cuenta que seguíamos en el mismo bosque pero no en el mismo lugar en el que me había desplomado y tras de mí estaba él…
Mierda.
Golpeé la parte trasera de su muslo y puse resistencias en mi cuerpo logrando que ambos cayéramos al suelo, me levanté lo más rápido posible y tomé una de las piedras grandes. Mi corazón golpeaba mi pecho con intensidad al percatarme que no eran solamente los hermanos Voult si no que venía ella, venía Sara con una capucha roja cubriendo su rostro y otro chico que solamente he visto una vez en mi vida.
––Mar…–– habló Vlad tumbando el cuerpo de Axel sin repudio, sus ojos brillaron mientras intenta acercarse.
––No.–– se detuvo cuando apunte la misma daga con la que estuvo a punto de clavármela. No tuve tiempo de cuestionarme cómo había llegado a mi.
––Marie.–– fue está vez Nate el que habló––. No queremos hacerte daño.
Reí. Reí por la ironía, por la falsedad con la que hablaba cuando hace unos instantes estuve a punto de morir por manos de su propio hermano.
––¿Dejarías de ser hipócrita aunque sea un instante?–– hablé, la molestia se filtraba por mi tono de voz.
Vlad alzó las manos, como una señal de rendición y dio un paso hacía mí.
––Detente.–– ordené pero omitió.
––Tienes que escucharme, todo tiene una explicación.
––No quiero escuchar más sus mentiras, estoy harta.–– mis nudillos se pintaban blancos entre más apretaba la daga.
––No te mentiré, lo prometo.
––No hagas promesas que no vas a cumplir, Vladímir. No finjan que se preocupan por mi cuando no lo hacen…
––¿Y porqué lo deduces?–– habló el chico moreno al costado de Nate.
––No confiaría en alguien que me iba a apuñalar por la espalda.–– respondí mirando directamente sus ojos inusuales, casi idénticos a los de Apolo…
El silencio abatió el momento por tres largos segundos, uno en el que el rostro de Vlad palideció, dos en el momento en que Nate abrió sus ojos con notable sorpresa y tres en el momento que el chico moreno exclamó:
––¡Hijo de perra!
Noté cómo sus ojos cambiaban de su peculiaridad para transformarse en color negro, gruñó y estuvo a punto de caminar directamente hacia Vlad pero Nate se interpuso dándole la espalda y encarando con una distancia prudente de Vlad. Ambos se veían tensos, sus mandíbulas perfectamente cuadradas.
––¿Qué tratabas de hacer?–– cuestionó Nate con una calma escalofriante.
El pecho de Vlad subía y bajaba, como si respirar doliera, notaba el miedo y la frustración de no entender me estaba agobiando.
––Iba a interferir, está claro.–– comentó el chico moreno.
––Calla, Jacob.––interfirió Nate y enfocó su mirada de nuevo al pelinegro––. Habla, Vladimir.–– se acercó a él con pisadas lentas y sin perderle vista, no hubo respuesta por parte de su hermano y fue la gota que derramó su cordura–– ¡¿Qué carajo ibas a hacer?!
––No puedes juzgarme…–– respondió Vlad retrocediendo––. Yo hice lo que tenía que hacer, yo no…
––Matarla no estaba dentro de nuestros planes.–– interrumpió Nate siguiendo su paso––. Teníamos un trato, un jodido plan para esto. Se suponía que tendrías que hablar con ella… ¡No clavarle un puñal por la espalda!
Desistí el agarré de la daga, la ráfaga de confusión por sus palabras fue más hiriente de lo que era la maldita realidad. Noté la mirada de Jacob y sé dio cuenta de la perplejidad del asunto.
––Te habló de nosotros ¿Verdad?–– preguntó Jacob hacia mi dirección––. Te hablo de ti ¿No es así?
Giré hacia él y respondí.
––No.
No pude asimilar lo que pasó después, así de rápido que no lo ví venir el puño de Nate golpeó el rostro de Vlad quien retrocedió por el fuerte impacto, Nate se abalanzó hacia él tomándolo por el cuello de su camisa.
––¡¿Qué carajo estabas pensando?!
Gritó eufóricamente tomando con más fuerza su prenda.
––¡Solamente la estoy protegiendo!–– respondió Vlad enfrentándolo.
––¡¿Sobre nuestro tratado?! ¡¿Sobre la causa?! ¡¿Sabes si quiera al peligro que nos estás exponiendo?!
La tensión del ambiente era más incómoda. El enojo y la confusión se paseaba por el aire hasta que inesperadamente una risa se escuchó por lo lejos, la risa sorna de una mujer de avanzada de edad pero no había nadie más que nosotros y… ella. Todos giramos al instante hacia su dirección, seguía en el mismo sitio pero su rostro seguía sin verse por la enorme capucha, sus hombros subían y bajaban y el ruido de su risa era más tenebroso.
––Magis fatales moras, eo plus tenebrae existunt. Quo diutius suum legatum expectat, eo magis transcendet potestas eius. Ultima venefica non potest expectare...
(Entre más atrasen el plazo, más oscuridad llegará a su ser. Mientras más espera su legado, su poder trascenderá. La máxima hechicera no puede esperar…)
Atenta por sus palabras y el tono de voz extraño sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo entero, cosquilleo sobre mis hombros que fue recorriendo por todo mi cuerpo.
Invócame.
––¿Sara?–– pregunto Jacob perplejo pero no respondió, entre susurros hablaba cosas inadibles.