Abro los ojos y frente a mi el pequeño niño me mira, sus ojos azules destellan por la luz de la luna, sus mejillas rizadas y su pelo un poco largo y dorado.
Me inclino hacia él, pero no es mi voz la que habla después:
––Lo lamento tanto, mi niño.
Mis manos se deslizan por su mejillas frías, siento como la humedad de sus lágrimas se desliza por su piel.
––Quiero ir contigo.
Ella solloza, el dolor consume sus emociones.
––No puedes.
––No quiero quedarme aquí, mami. Quiero irme contigo.
Él pequeño hace un puchero y en cuestión de segundos el llanto llega a él.
––No puedes. No puedes.
Él niño rompió en llanto volviendo la situación más difícil, ella lo consoló cantando aquella canción de cuna y usando un poco de magia sobre él hasta que se quedará dormido. Paso las yemas de sus dedos por sus ojos porque serían aquellos que le tormentaria, por su nariz porque añoraría sentir si aliento, su cabellera porque siempre lo recordaría.
––Te amo, mi niño. Espero algún día puedas perdonarme.
Dejo al niño sobre el césped del bosque y se escondió tras un árbol gigante. Lloró toda la noche mientras él dormía, lloró aún más cuando despertó y su sonoro llanto hizo eco en la oscuridad, cuando grito su nombre una y otra vez mientras giraba a su alrededor buscándola, se quebró cuando aquel viejo de barba afilada lo encontró.
Su dolor apenas iniciaba y eso le estaba consumiendo.
Antes de poder ver más sentí un fuerte jalón sobre mi espalda, todas las escenas desaparecieron por completo regresándome al bosque bajo el eclipse, una ráfaga de viento impacto sobre mi pecho y me aleja hasta que mi espalda impacta contra la tierra y una rama gruesa impacta contra mi costilla.
Intento pararme pero el fuerte dolor no me lo permite. Me sentía perpleja y desubicada, nunca creí que pudiera hacer eso, no creí que fuera tan cruel.
––Lo abandonaste.–– dije conmovida.
Apenas puedo hablar por el fuerte impacto sobre mi espalda, siento que me falta el aire y la cabeza duele con intensidad.
––Tú no sabes nada…
––Lo ví, Sara. Lo abandonaste.
––¡No quería hacerlo!
––¿Por qué?
No respondió, sus rodillas impactaron contra la tierra mientras sollozaba.
––Hubiera muerto si seguía a mi lado… Ellos lo hubieran matado, son seres más crueles que yo, no tienen piedad…
––¿Quiénes?
––No quería abandonarlo…
––Sara...
Pero no me escucho, su lamento se convirtieron en gritos y la euforia de su magia salió disparada en fuertes ráfagas de viento, la fuerza de su voz desgarra mi tímpano.
––¡No quería abandonarlo!
––El dolor ciega a las personas, Mary.
Llámame.
Lo reconocí después de tanto tiempo.
––Apolo.
De pronto el rugido de algo romperse llamo mi atención, giré hacia esa dirección y me percaté de aquel corpulento cuerpo atravesar la barrera. Su cuerpo impacto un gran árbol y entonces…
––Hasta que te dignas.–– hablan a mi costado causando un pequeño grito chillón––. Creí que nunca me llamarías.
Sonríe y parece radiar felicidad en medio de la catástrofe, sus ojos negros analizan su alrededor y cuando caen en mi se da cuenta de mi estado, no puedo si quiera pararme porque el dolor no me lo permite.
––¿Qué te paso?–– cuestiona y se acerca a mí, coloca una mano sobre mis piernas, la otra bajo mi espalda y me alza como si no pesara nada.
Dios, ya me cansé de ser la débil.
––Puedo pararme, Apolo. No necesito tu ayuda.–– mentí, el ardor sobre mi costilla aumentaba pero ya no quería ser la que siempre tienen que ayudar.
––No lo creo, estás débil, muy débil.–– su mirada me analiza con determinación pero no me importa más que la incomodidad de sus palabras.
Débil, débil, débil.
No soy débil, maldita sea.
––No necesito tu ayuda, Apolo.–– repito molesta por su insistencia.
––Marie–– dice mi nombre pero calla al instante, su ceño se frunce confundido y no entiendo la razón–– ¿Qué hiciste?
––¿Qué hice de qué?
––Tu energía… es diferente.
––¡¿Y qué si es diferente?!–– me zafó de sus brazos porque ya estoy harta de todo esto y solo quiero que termine––. ¡¿Qué si use mi magia por primera vez?! ¡¿Qué si le di su maldito recuerdo?! Ya me cansé de abstenerme, de reprimir mi naturaleza mientras ellos abusan de mi confianza y me usan como si fuera su maldito juguete, como si no sintiera, como si… no fuera nada. Quería darles aunque sea su merecido, que sientan lo que yo siento…
Mi cuerpo arde por la magia, o por mi furia e impotencia. Siento como a mí alrededor algo flota pero no le presto atención.
––¿Porqué crees eso?–– Apolo intenta acercarse pero no se lo permito, mi magia va directo hacia él y ata cada extremidad hasta que cae de rodillas frente a mí––. Marie tienes que escucharme…
––¿Y qué vas a ganar con eso?
Todos me usan, todos me utilizan.
––Esta no eres tú, estás dejando que el lado oscuro te consuma.
––Gracioso porque siento que me está liberando.
––Marie, tienes que escucharme. Esto que estás haciendo está mal, estás dejando que te manipule la oscuridad.–– intenta moverse pero ejerzo fuerza sobre su piel, hace una mueca de dolor y es tan… satisfactorio––. Sea lo que te haya dicho, no es verdad.
––¿Y me lo vas a decir tú? ¿El qué fue mandado a sufrir a mi lado? ¿El que apenas supo quién era maldijo?
––No fue una buena manera de conocernos, lo acepto. Pero todo va cambiado.
––Sí, cambió.–– miró a mi alrededor, a Sara sufriendo, al caos de árboles y tierra pero sobre todo a la luna bañada de rojo carmín. » No somos tan diferentes«–– Porque ya no pretendo ser aquella tonta. Desde ahora el destino tendrá que acoplarse a mi, porque yo decido cuando será mi final.
Cierro los puños y las rocas se mueven con brutalidad y fue entonces que por un instante, hubo silencio y después… lo sentí a él.