“El encuentro inesperado”
Nyxara:
El día comenzó con una neblina densa que se arrastraba por las calles de la ciudad, envolviendo todo en un manto de misterio. A medida que me dirigía a la universidad, una sensación de inquietud me acompañaba, como si el aire estuviera cargado de electricidad. Mis pensamientos aún estaban atrapados en las visiones de la noche anterior, en la conexión oscura que había sentido con Aiden. Había algo en su presencia, algo que me atraía y aterraba al mismo tiempo.
Al llegar al campus, la rutina diaria parecía normal, pero yo no podía evitar sentir que el mundo a mi alrededor había cambiado. Mis amigos me saludaron, pero sus risas y conversaciones se sentían distantes, como si yo estuviera observando todo desde detrás de un cristal.
—¡Nyxara! —exclamó Nyvare, acercándose con una sonrisa cálida—. ¿Cómo has estado? Te hemos echado de menos.
—Hola, Nyvare —respondí, tratando de sonreír—. He estado... um, ocupada.
Jaxon se unió a nosotros, con una expresión de preocupación en su rostro.
—¿Estás bien? Te ves un poco distraída. ¿Cómo va lo de la pérdida de memoria?
—Sí, solo he tenido algunas cosas en la cabeza —dije, sintiendo que mis palabras no eran suficientes para explicar la tormenta que se agitaba en mi interior—. No recuerdo mucho, pero estoy tratando de adaptarme.
Nyvare me miró con curiosidad, su expresión reflejando empatía.
—Sabemos que es difícil, pero estamos aquí para ayudarte en lo que necesites —dijo, dándome un suave toque en el brazo.
—Gracias, eso significa mucho —respondí, sintiendo un nudo en el estómago.
—¿Te gustaría salir a tomar algo después de clase? —sugirió Jaxon—. Podría ser un buen cambio de aires.
—Sí, claro, suena bien —contesté, aunque en el fondo sabía que mi mente estaba en otro lugar.
Mientras continuábamos conversando, la sensación de desconexión persistía. Era como si recordara fragmentos de nuestra amistad, pero no el todo. La incertidumbre sobre mi memoria y mi pasado me mantenía en un estado constante de inquietud.
Esa tarde, decidí dar un paseo por el parque cercano para despejar mi mente. El aire fresco y el aroma de la hierba recién cortada eran un alivio temporal, pero la inquietud seguía acechando en el fondo de mi mente. Mientras caminaba, noté que el sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. Era un espectáculo hermoso, pero no podía disfrutarlo. Mis pensamientos siempre regresaban a las visiones que me atormentaban.
De repente, un movimiento en el rabillo de mi ojo me hizo detenerme. Un hombre de presencia imponente estaba apoyado contra un árbol, observándome. Su piel era pálida, casi etérea, y sus ojos, de un azul profundo, parecían brillar con una intensidad sobrenatural. Llevaba un uniforme negro ceñido a su cuerpo, que acentuaba su figura esbelta y atlética. Cada pliegue del tejido parecía diseñado para resaltar su atractivo, y su cabello oscuro caía en ondas perfectas sobre su frente. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, y aunque había algo hipnótico en su mirada, también había un peligro latente que me hizo retroceder un paso.
—Hola, Nyxara —dijo, su voz suave como un susurro, pero cargada de un magnetismo inquietante.
No sabía cómo sabía mi nombre, pero algo en su aura me resultaba familiar y extraño al mismo tiempo. Intenté mantener la calma, pero la tensión en mi pecho aumentaba. Este no era Aiden, pero había algo en él que me recordaba a él, un eco de su presencia que me hacía sentir vulnerable.
—¿Quién eres? —logré preguntar, tratando de sonar más segura de lo que me sentía.
—Soy Lucian —respondió, dando un paso hacia mí. Su movimiento era elegante, casi felino, y su sonrisa era a la vez seductora y amenazante—. He estado observándote. Hay algo en ti que me atrae, algo que no puedo ignorar.
Mi instinto me decía que debía alejarme, pero mis pies parecían estar pegados al suelo. Había una fuerza en su mirada que me mantenía cautiva, aunque la voz en mi cabeza gritaba que debía huir. Sentí que mi corazón latía con fuerza, una mezcla de miedo y fascinación que me dejaba aturdida.
—¿Qué quieres de mí? —pregunté, sintiendo que cada palabra era un desafío, aunque mi voz temblaba.
—Solo quiero conocerte, Nyxara. Hay un poder en ti que no has comenzado a comprender —dijo, acercándose un poco más, su tono se tornó más persuasivo—. Aiden no es quien crees. Él es un dios oscuro, pero tú... tú eres la clave para algo mucho más grande.
La mención de Aiden hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo. ¿Qué quería decir con que era la clave? Había tanto que no entendía, y la confusión comenzaba a mezclarse con la ansiedad.
—¿Qué sabes de Aiden? —interrogé, sintiendo que la conversación se volvía cada vez más peligrosa.
Lucian sonrió, pero había algo en su expresión que me inquietaba. Era como si disfrutara de mi confusión, como si cada palabra que pronunciaba fuera un juego para él.
—Sé más de lo que imaginas. Aiden te está buscando, pero no por las razones que piensas. Él quiere tu poder, y yo... yo quiero ayudarte a descubrirlo —dijo, su voz seductora envolviéndome como una serpiente.
De repente, el aire se volvió denso, y una sombra se proyectó entre nosotros. Sin previo aviso, Lucian se detuvo en seco, su expresión cambiando de interés a preocupación. Antes de que pudiera entender lo que estaba sucediendo, una presencia poderosa llenó el espacio, y la atmósfera se volvió electrizante. En ese momento, una proyección de Aiden apareció ante mí, su figura etérea brillando en la penumbra.
—¿Qué haces aquí, Lucian? —la voz resonó como un trueno, y su origen era inconfundible.
Me quedé paralizada, observando la proyección de Aiden con una mezcla de asombro y confusión. Su mirada era intensa, y en ella había una mezcla de ira y control que me hizo sentir pequeña.
—No debiste meterte con lo de mi rey—dijo Lucian, su tono ahora lleno de desafío.
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Editado: 23.09.2025