Eco del caos

Capitulo 11

¿Sueño o secuestro?

Nyxara:

Después de aquel momento, me quedé en shock. Sangre salía de su nariz, de sus ojos, de su boca, y luego desapareció. No era la primera vez que veía desaparecer a alguien así; Lycanter lo había hecho después de aquel vergonzoso momento. Pensé que había sido una reacción rápida, pero eso me hizo dar un clic en la mente.

—¿Lycanter era sobrenatural o algo así? —me pregunté.

Si lo era, estaba claro que era un sobrenatural diferente, ya que sus ojos eran ámbar, mientras que el otro sobrenatural que había visto tenía los ojos color azul eléctrico. ¿Eran diferentes tribus?

Por un momento, recordé que él me había contado sobre su familia, su "manada", y cómo eran unidos. Pero con esa poca información, no lograba entender qué era o quiénes eran todos. Solo Aiden, que tampoco sabía en realidad qué era, pues la única visión que tuve de la reunión de dioses fue más borrosa que clara, oscureciendo mi mente más que aclararla.

Me tumbé sobre la cama, reflexionando, aún desnuda, como me había dejado Aiden. Ese momento me permitía pensar con claridad. Mis padres siempre me habían tratado con desprecio; nunca entendí por qué. Pero la visión que me mostró Aiden me dejó claro que no era su hija en realidad. Pero entonces, ¿de quién era hija?

Tantas preguntas y tan pocas respuestas. Suspiré y decidí levantarme para ir a tomar otro baño, pensando en si Aiden estaba bien, pues su presencia en mi mente se sentía débil y no obtenía respuestas. La preocupación se apoderó de mí, pero tenía que averiguar por mí misma qué era, cómo funcionaban mis poderes que aún no tenía. Más que poderes, parecía psicopsis, porque lo único que había tenido eran visiones y sueños extraños, sueños tan raros que un psiquiatra los calificaría como esquizofrenia.

—¿Y si en realidad era eso? ¿Y si tenía esquizofrenia y hasta Aiden era un invento? —me pregunté, parándome frente al espejo y apartando mi cabello para observar los chupetones en mi cuello. Esos no parecían falsos.

—¿Y si estoy poseída? ¡Tengo al diablo! —exclamé, sintiéndome cada vez más abrumada.

—Padre nuestro que estás en los cielos... —comencé a murmurar.

No estás poseída, Nyxara.

La voz en mi mente resonó como un grito.

¿Estaba molesto?

¿Cómo no estarlo? Si acabas de dudar hasta de que te di como cajón que no cierra anoche.

Solté una risita que solo yo pude escuchar en una casa tan grande, que anteriormente estaba llena de gente despreciable como mis padres, pero nunca había estado vacía. Negué, alejando esos pensamientos, y me metí a la ducha, ajustando el agua de fría a tibia. Suspiré, permitiéndome relajar un poco.

Debía conseguir respuestas. Tenía que.

Empezando por: ¿Qué era una reina Jadesian?

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Había pasado un largo tiempo en la ducha, tratando de alejar mis pensamientos lo más posible. Cuando salí, simplemente me vestí con una bata, peiné mis cabellos y me tumbé nuevamente en la cama, con el teléfono en mano, lista para buscar en Google.

—¿Qué significa Reina Jadesian? —tecleé.

No tardé mucho en encontrar la respuesta:

-> Hadesian (Jadesian)
Este nombre es una variación de la palabra Hades, el reino de la muerte en la mitología griega. Hadesian no sería el dios de la muerte, sino una entidad superior a él, el poder que gobierna el reino en sí mismo. Su justicia es el juicio final, su equilibrio es la armonía entre el mundo de los vivos y los muertos, y su presencia es la que da sentido a la vida. Es un nombre oscuro, intrigante y lleno de autoridad y fuerza de liderazgo en el equilibrio cósmico.

—Ok, no entendí.

Justicia, muerte y equilibrio cósmico eran las tres únicas cosas que había captado. Entonces, ¿era una diosa justiciera? ¿Una diosa de la muerte? ¿Una diosa del equilibrio cósmico que te puede vender libros por el precio doble solo con hablarte? Hablé para mí misma.

Estaba en ese vaivén de emociones y, de pronto, el aire se congeló. Pude sentir que pasaba de cálido a frío en un segundo, y una voz profunda y directa me habló, claramente dirigida a mí.

—Las tres...

Su voz me hizo saltar de un lado de la cama al otro, pues provenía de detrás de mí. Solté lo único que se me vino a la mente.

—La sangre de Cristo tiene poder. Dios mío santísimo, te lo juro que no he sido tan mala, no he hecho nada para merecer...

—Un gusto, Reina. Soy Draven... Quise evitar la sutileza de presentarme a ti como un humano común y corriente, tal como lo hizo Lycanter, porque primero, no le funcionó, y segundo, me aburre ser humano.

Me interrumpió mientras continuaba con mis rezos mentales, así que no le respondí y seguí.

—Señor, te prometo ir a misa más seguido. Sé que no estoy bautizada, pero señor, ayúdame.

—Soy Draven Nyxara, el rey de los híbridos y amigo de Aiden.

Solo cuando mencionó a Aiden, me permití alzar la vista para observarlo. Estaba vestido con un traje negro ceñido al cuerpo, sus cabellos negros y desordenados, y sus ojos color verde agua. Tenía que decirlo y aceptarlo: estaba guapo.

—¿Cómo entraste?

—Por la puerta, como las personas. ¿Tú entras por las ventanas?

—Ja, ja, ja. Te recuerdo, estás en mi propiedad. Entraste sin permiso y sin llave, y esas son buenas razones para llamar a la policía.

—Primero tendrían que alcanzarme, pero bueno, no vengo por estupideces. Vengo por ti.

—¿Por mí?

—Sí, tienes que venir conmigo.

—¿Contigo?

—Ay niña, por Dios, tú sí preguntas tonterías. ¡Vámonos! —Extendió su mano hacia mí y, de repente, algo que parecía tierra cayó sobre mi cara, dejándome completamente somnolienta.

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Draven:

La travesía por los bosques y la entrada al mundo humano fue un verdadero desastre, y por eso no envié a ninguno de mis súbditos. Sabía que no regresarían con vida, pues la reina en cuestión es extremadamente deseada.




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