Desde que tomé la decisión de alejarme de ti, he estado reflexionando sobre lo que significaba realmente tu amor para mí. A veces me pregunto, ¿por qué extrañaría tus besos si en el fondo ya no los deseo? La verdad es que tu egoísmo fue el catalizador de mi decisión de partir. Dejar de amarte se ha convertido en mi nueva aflicción, una contradicción que desafía toda lógica.
Recuerdo cada momento en el que traté de encontrar sentido en lo que vivíamos, pero si intentara contar las veces que lo hice, llegaría a cero. Desde que te conocí, la lógica se desmoronó, y lo que alguna vez fue mi pilar se volvió una fuente de confusión y dolor. Tú fuiste mi rosa hermosa, una flor que anhelaba con todas mis fuerzas, pero que me enseñó una lección dolorosa.
Tus besos eran tan suaves como los pétalos de esa rosa, pero tus gritos eran tan intensos y punzantes como las espinas que me lastimaban. Me he cuestionado si mi deseo de seguir queriéndote era masoquismo o simplemente un anhelo oculto de mi inconsciente. Sin embargo, la lógica ha ganado en esta batalla interna.
Decidí abandonar ese infierno que, irónicamente, me llevaba al cielo. Ahora busco un cielo que me brinde momentos verdaderamente memorables, incluso si eso significa enfrentarlo con un demonio diferente. Prefiero lidiar con ese demonio llamado "otro" que seguir en el tormento de este verdugo al que llamo "esposo".