Hoy puedo ver
un mundo distinto,
tan perverso y oscuro
como alguna vez imaginé.
Ver lo que me rodea,
desvanecerme en el sueño
de un mundo que nunca fue mío.
La vida se apaga,
llamada por el eco del mal
tras la puerta que separa los mundos.
Una idea, un pensamiento,
una luz que guía mi camino.
¿Será la ilusión sin fin,
o el deseo que arde
en el fondo de mi ser?
Camino por senderos inciertos,
con pasos que resuenan en el vacío.
Busco el timón perdido,
anhelo retomar el rumbo
que una vez supe marcar.
El horizonte parece desdibujado,
un espejismo que huye al avanzar.
Pero incluso en la penumbra,
una chispa permanece:
un susurro, una promesa,
que no permite abandonar.
Tal vez el rumbo no esté perdido,
quizás sea solo un giro inesperado.
Las estrellas aún guían,
aunque la niebla las quiera ocultar.
Si el camino es incierto,
lo forjaré con cada paso.
Si el mal me llama,
mi voluntad será mi escudo.
La vida puede apagarse,
pero mientras quede una luz,
mientras exista una esperanza,
el rumbo siempre puede ser encontrado.