Dos días habían pasado desde que Edward me dejó esa noche en casa. Debo admitir que todo lo que me dijo me volvió loca, me encantó escuchar de su boca tales palabras.
Siento miedo, inseguridad, terror de que se dé cuenta o descubra lo que tanto escondo. Que se decepcione, se aleje de mí y me vea como la peor plaga que pueda existir, por eso hice lo posible por tratar de que se dé cuenta y rectifique su error.
Aunque me entristece, veo que funcionó, me trata de usted, solo se dirige a mí para lo puntual y no ha vuelto a decir que me lleva a casa. Me siento triste y la culpa es mía, él trató de ser amable conmigo siendo un caballero de verdad y yo solo lo traté a las patadas, soy una estúpida.
Ahora me encuentro buscando mi bolso para irme a casa, pasado mañana recojo mis cosas y me voy de ese infierno. Mi madre cada vez se pone más pesada, está loca porque me vaya y ya no quiero estar un día más ahí, mucho menos encontrarme con el degenerado.
Observé a Edward salir de la clínica en camino al estacionamiento y ni siquiera volteó a verme. Ni yo misma me puedo entender, le había pedido que se alejara y ahora que lo hizo siento que lo necesito en mi vida.
Cuando llegué a la parada del bus me senté en el banco y me perdí en mis pensamientos. Entonces de pronto apareció en mi campo de visión el auto de Edward y mi corazón se disparó, me siento emocionada de saber que ha venido por mí, que ha venido a buscarme y a dejar de aplicarme la ley del hielo, sé muy bien que lo pedí, pero ya aprendí la lección y no quiero estar lejos de él.
Bajó de su auto y está impresionante como siempre, se sentó a mi lado a una distancia prudente y me dijo:
—Por más que me digas y me pidas que me mantenga alejado de ti, no puedo hacerlo—lo escuché atentamente.
Su confesión me emociona así que le digo:
—Por alguna razón que desconozco estaba triste porque me hicieras caso y te mantuvieras alejado de mí—me arriesgué a expresarme por primera vez aún sabiendo que todo puede salir mal—. No quiero que te alejes, pero por favor, no me presiones, no sé como sentirme al respecto con todo lo que está pasando.
—Eso es todo lo que necesitaba escuchar, ahora sube al auto, este lugar no es seguro.
Con galantería me abre la puerta y subo en el interior del auto, lo rodea, se pone en marcha y me dice:
—De ahora en adelante, no te negarás a que te lleve a tu casa, es la única manera de quedarme tranquilo. No me gusta montar guardia hasta que llegue el bus por ti.
—¿Cómo?—no entendí lo que Edward quiso decir con eso.
—Llevo dos días cuidándote sin que te dieras cuenta, esperaba hasta que subieras al bus y luego manejaba hasta tu casa, después de verte entrar me iba a mi departamento.
Me sorprende todo lo que él hace por mí y aún así yo solo desconfío, siento mucha vergüenza con él.
—Edward no tienes que hacerlo y…—me apresuré en decir, pero me cortó inmediatamente.
—Claro que tengo que hacerlo, me importas.u Letty, con esto no digo que eres un simple capricho, eres mucho más que eso. ¿Por qué te resistes tanto?, si está claro que sientes lo mismo que yo, haré cualquier cosa por tenerte, por cuidarte y créeme cuando te digo que no te dejaré escapar.
En ese momento llegamos a mi casa y no me quedaba de otra que alejarlo definitivamente de mí. No soy buena para él y seguro a mi lado va a sufrir, yo no puedo corresponderlo como se merece.
—Edward escucha, eres un hombre maravilloso y con el que cualquier mujer querría estar—no quería verlo a los ojos fijamente aunque me estuviera muriendo por hacerlo, porque sé, que es un golpe bajo para mí—, no soy buena para tí, estoy agradecida porque te preocupes, pero creo que nos hemos equivocado de vida, en esta es una locura que estemos juntos, quizá en otra vida podamos ser felices sin restricciones.
Bajé del auto y caminé en dirección a mi casa, sentí que en cualquier momento se me saldrían las lágrimas. Edward es lo único bueno que me ha pasado en mucho tiempo y tengo que alejarlo por miedo.
Caminé pocos pasos cuando sentí unos fuertes brazos rodear mi cintura desde atrás. Me tomó por sorpresa, pero su cercanía no me aterraba, era mucho más que eso, me hacía sentir segura. Entonces un sentimiento de calidez empezaba a instalarse en mi corazón y supe que Edward sería mi primer amor, ese que todo lo sufre, todo lo espera... y todo lo soporta.
—Si soy ese hombre tan maravilloso que dices... ¿por qué no te quedas conmigo?—susurraba en mi oído erizandome la piel—. ¿Por qué te resulta más fácil huir si todo lo podemos enfrentar juntos? Eres perfecta para mí y esta vida no es la equivocada, es la correcta. Sé que evitas mi contacto, sé que me rechazas porque tienes miedo, pero no quiero hacerte daño, es todo lo contrario, quiero protegerte. Dame la oportunidad de poder demostrarte que solo quiero verte y hacerte feliz.
—Yo no lo sé. Edward estoy aterrada, tengo miedo de que luego te alejes de mí. Mi vida es un desastre y no tengo nada claro justo ahora.
—Quiero conocerte y que me conozcas, iré a tu ritmo y prometo que no haré nada para incomodarte, solo no me niegues la oportunidad.
—Tengo muchos problemas Edward...—suavizó su agarre, me giró poco a poco y me sostuvo de los hombros y me hizo mirarlo.