Edward Collins | Trilogía Doctores Libro 1

Capítulo 25

Letty se sostiene fuerte de mis hombros mientras nos besamos con desenfreno, ahogo sus gemidos en el interior de mi boca mientras le proporciono inmenso placer en su botón hinchado y palpitante. 

—Vente para mí pequeña—susurro contra sus deliciosos labios mientras gime para mí sin cohibirse—. Hazlo—ordeno y abre más sus piernas dejando entrar con más facilidad dos de mis dedos en su interior.

—¡Edward!—exclama. 

Con mi mano libre masajeo sus pechos y cuando sus paredes se contraen, muevo mis dedos con mayor intensidad sin llegar a lastimarla. Cuando el éxtasis la alcanza abandono su seno para posar mi mano en su espalda baja. 

Ella convulsiona encima de mí y coloca su rostro en mi húmedo pecho por unos minutos, trata de normalizar su respiración y entonces me dice:

—Me duelen las piernas y tengo mucho sueño—sonrío, tomo su rostro en mis manos y nos observamos con complicidad.

—Es normal que te sientas cansada amor. Te ayudaré para que descanses.

—Por favor—dejo un beso en su frente. 

Como puede se retira a un lado y me levanto rápidamente para ayudarla. Sé que por estar sentada a horcajadas encima de mí por tanto tiempo siente incomodidad en las piernas. 

Salgo del jacuzzi y la tomo en brazos, me adentro en la ducha y limpio nuestros cuerpos rápidamente  de cualquier rastro de jabón. Veo que ella se puede mantener en pie así que salgo primero de la ducha y coloco un albornoz en mi cuerpo, busco rápidamente uno seco para ella y cuando la cubro con el, Letty enreda sus brazos alrededor de mí cuello, la abrazo por las caderas y la  sostengo con fuerza.

Camino con ella hasta la cama, la dejo sentada y le pido que no se mueva. Busco una toalla y seco bien su cuerpo para cubrir su desnudes con un suéter caliente, le coloco unas medias porque el clima está cambiando rápido y está pronto a empezar a nevar. 

Busco un cepillo para peinar su enmarañado cabello y me detiene.

—No cepilles mi cabello, por favor.

—¿Por qué no quieres que lo haga cielo? 

—Porque se me está cayendo demasiado y me frustra ver la cantidad en el cepillo.

—Seré cuidadoso, lo prometo—ella asiente en silencio.

Lo peino y cuando termino de hacerlo me doy cuenta de que es verdad, es demasiado cabello el que pierde. Entonces trato de que no vea el cepillo y ella teje una trenza de lado en su cabello, la asegura con una coleta y me dice:

—Quiero dormir un rato, tengo mucho sueño.

—Por supuesto hermosa. Descansa, yo te cuido. 

Veo como se acomoda en la cama, me coloco un pijama y le hago compañía, pero cuando regreso ya está totalmente dormida, cubro muy bien su cuerpo con las sábanas y enseguida busca mi calor, mi olor. Estar así con ella me encanta cada vez más.

El sueño también me vence, cuando despierto reviso el teléfono y son las 4:00pm; hemos dormido demasiado y ella solo tiene el desayuno en su estómago. La despierto para saber qué le provoca comer y se remueve poco a poco en la cama. 

—Cariño despierta. Tenemos que comer, se nos pasó la hora del almuerzo. 

—Tengo mucho sueño.

—Podrás volver a dormir una vez que comas algo. ¿Qué te provoca?

—Mmmm—se estira en la cama y me río—, quizás… ¿comida china?

—Entonces comida china será. 

Ordeno la comida china y le hago señas a Letty para irnos a la sala a esperar, ella se pone de pie en la cama, camina en mi dirección y me dice:

—Solo si me llevas en tu espalda. 

Su petición me hace sonreír y le digo: 

—Sabes que no puedo negarme a nada de lo que me pidas.

—Entonces obedece mi orden y llévame en tu espalda. 

Me coloco de espaldas a ella y enseguida rodea mi cuello y tumba un poco su cuerpo, la sostengo de las piernas y camino en dirección a la sala. 

—No me gusta que todo esté tan blanco aquí—dice cabizbaja. 

La dejo en el mueble y ella se sienta. 

—¿Qué ocurre? ¿Por qué no te gusta?

—Mi cuarto era blanco en ese entonces y…

—Entiendo—le digo y me mira con tristeza.

—Lo siento, yo… es tu espacio y puedes tenerlo como quieras. 

—Eyyy, no pequeña. Mírame—lo hace—. Desde siempre me ha gustado el blanco en las paredes, pero tienes razón, el espacio se ve impersonal y poco acogedor. Mañana llamaré a la decoradora y elegirás el color que más te guste para cambiarlo todo—tomo su rostro entre mis manos—. Quiero que cuando vengas aquí te sientas bien, estés cómoda y sobre todo sientas este departamento tuyo. Quiero que sientas que aquí tienes un hogar donde eres bien recibida, porque todo lo mío te pertenece. 

—Gracias.

—De ahora en adelante todo estará bien, me encargaré de eso personalmente—asiente y dejo un casto beso en su cabello. 

A los minutos llega la comida china y comemos mientras vemos la bella y la bestia de Disney. Letty se desvive por las películas en caricaturas, me di cuenta porque al finalizar esa película pidió ver la bella durmiente y luego le siguió la Cenicienta. 




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