El tiempo pasaba rápidamente y con los días no me sentía mejor, no había podido ir a la clínica nuevamente a trabajar y obviamente Carl me llamó para darme de baja hasta que me recuperara definitivamente.
Quería sentirme productiva, pero en mi estado era imposible. Tampoco quería ser una carga así que trataba de colaborar con Edward en tomarme los medicamentos, pero cuando los tomaba era cuando peor me sentía, los síntomas eran muy fuertes y desde que los tomo es cuando más cabello se me ha caído.
Las lágrimas rápidamente inundaban mis ojos por tener esta maldita enfermedad y sentirme tan miserable, tan poca cosa. Ver mi reflejo era doloroso para mí; tanto que me deshice del espejo en mi habitación.
Debía ser fuerte… tenía que serlo. Por Edward, por mí y por una vida llena de felicidad juntos.
Quería por todos los medios ser feliz por primera vez en mi vida. Quería tener a ese hombre especial y continuar viéndolo a diario, quería dormir y despertar con él en las mañanas, quería que continuara viéndome como la mujer más linda del mundo a pesar de mi enfermedad y que siguiera tatuado en mi piel por siempre. Quería poder amarlo en esta vida por más tiempo, porque Edward se merecía todo de mí y no a medias.
Tener a Edward conmigo era una bendición, que ese maravilloso hombre me vea en este estado y no se vaya; no me deje… ya era demasiado. Podía sentir el amor que él me tenía con simples acciones, porque sabía que esto; no cualquier hombre lo soporta.
Entonces mi teléfono vibró y cuando ví la pantalla tenía un mensaje de WhatsApp de Edward.
Edward 10:00 am.
Hola, cariño.😁 ¿Quieres acompañarme a hacer unas compras al supermercado?🙏
Ver el mensaje de Edward me emocionó. Tenía días sin salir del departamento y quería esforzarme por hacerlo feliz y complacerlo. Así que no tardé en contestar:
Letty 10:02 am.
Hola, amor.❤ ️ Por supuesto, ven a buscarme.😊
Edward 10:03 am.
Estoy cerca, mi cielo. Abrígate bien y no te preocupes, yo espero gustoso por ti, mi vida.😘
Esta vez no tomé el medicamento correspondiente porque no me quería sentir fatal, me abrigué bien y me coloqué el gorro rojo que me había regalado mi amor y que no me había visto. Quería verme bonita para él, así que me maquillé sutilmente.
A los minutos entró una llamada en mi teléfono de Edward, contesté y me dijo que estaba en la puerta. Abrí rápidamente y pude ver al hombre de mis sueños sonreír complacido.
—Estas hermosa, cariño—dejó un beso en mi frente, tomó mi fría mano y besó mis nudillos—. ¿Nos vamos?
—Sí.
Aunque Edward era consciente de lo que me pasaba porque había bajado mucho de peso, no hacía mención de mi aspecto y se lo agradecía. Él seguía viéndome como la mujer más espectacular que había visto en toda su vida y eso me encantaba.
**
Me dolía el corazón de tan solo ver a mi chica sufriendo en silencio. Letty no se quejaba y sé que estaba poniendo todo de su parte para cumplir el tratamiento y comer como es debido, pero… ¿a quien quiero engañar? Cada día la veo más cansada, más enferma y más delgada.
Tenía una idea rondando en mi cabeza desde que supe de su enfermedad y es que se viniera a vivir conmigo al departamento, no puedo soportar tenerla lejos y mucho menos no estar para ella cuando se siente mal. Quiero ser yo quien pueda cuidarla y socorrerla cuando más lo necesita.
Sé que debo ser inteligente al momento de pedírselo para que no se niegue. Ella tiene semanas que no se queda conmigo y siempre me da una excusa para no hacerlo, la verdad es que la extraño demasiado y la necesito conmigo.
De camino al supermercado estaba sonriente, le pregunté si se sentía mal y me dijo que no, me parecía extraño porque todos los días desde que se empezó a tomar el tratamiento no se encontraba bien.
—¿Estás bien?—volví a preguntar.
—Sí, cariño.
—No entiendo, siempre te has sentido mal desde que tomas el tratamiento.
—Prométeme que no te molestarás conmigo.
Ahora comprendía por qué su estado de ánimo, pero quería que ella me lo dijera.
—Lo prometo, hermosa.
—No me tomé el tratamiento hoy—la ví dudar cuando juntó sus manos y empezó a jugar con sus dedos—. Quería sentirme bien y no sentirme enferma, no quería tener que vomitar estando fuera del departamento y hacerte pasar un mal rato.
—No me haces pasar un mal rato, nunca lo has hecho. Deja de pensar así, mi vida.
—No puedo evitar pensar cosas.
—¿Qué piensas? Cariño, no te lo guardes para ti sola.
—Cada día me siento más enferma, quiero poder estar bien y ser una chica completamente normal con la que puedas salir sin tener que preocuparte y…