Tenía que comprar un anillo tan pronto llegara a Los Ángeles. Quería casarme con Letty cuanto antes.
Después de que compartí el resto de tarde con ella y prácticamente obligarla a comer, le hice otro té para que se relajara y durmiera por un buen tiempo, quería que descansara porque sabía que continuaba nerviosa e intranquila. Cuando se durmió llamé a Carl para reunirme con él en una cafetería cercana, tomé asiento en una mesa cerca de la ventana y como si fuera una película se vinieron a mi mente recuerdos de ella, de la mujer que amo.
Recordar la primera vez que vi a Letty tan hermosa, tan llena de vida, su hermoso cabello brillante y sedoso, su exquisito aroma a vainilla, me sacó una triste sonrisa. El tiempo ha pasado rápidamente y observar cómo está ella actualmente me dolía, por unos segundos me perdí en mi pensamiento viendo la nieve caer, no sé en qué momento llegó Carl, pero fue su voz la que me sacó de mis cavilaciones.
—Hermano—nos saludamos estrechando las manos—, no te ves muy bien—Carl tomó asiento en la silla que está frente a la mía y llamamos a una jóven que se encontraba dejando un pedido en una mesa cercana a la de nosotros.
Cuando la chica se acercó fue inevitable no mirarla, por un segundo vi a Letty reflejada en ella, salí de mi aturdimiento al notar que no es la mujer de mi vida. La chica tomó nuestro pedido y observé su nombre en la chapa de su uniforme, Lucy Brown. Tenía el mismo apellido que Letty y eso me puso más triste, al detallarla un poco más me di cuenta de que ella tendría a lo mucho unos dos años menos que Letty. Además sus facciones y la manera de mirar era muy parecida a Letty, no sabía porqué, pero de pronto estaba interesado en seguir detallando a esta chica y saber más de ella.
Hicimos nuestro pedido y trás la jóven sacar su pequeña libreta y temblorosa empezar a anotar lo que pedimos, con un asentimiento de cabeza y decir que pronto traería nuestra consumición se retiró.
—¿Qué pasa?—indagó Carl curioso.
—No es nada.
—¿Crees que no me dí cuenta de cómo miraste a esa chica?
—No sé, me sentí confundido, por un momento pensé que era… Letty.
—Hermano, no eres el único. La chica tiene mucho parecido a Letty, aunque está claro que es un poco más jóven, pero hasta donde sé; tu chica es hija única.
—Si también estoy claro en eso. Hablemos de lo importante, no tengo mucho tiempo.
—Por supuesto, tú dirás.
—Llevaré a Letty conmigo a Los Ángeles. Lo siento por no seguir ayudándote, pero necesito regresar, espero puedas entenderme.
—Tranquilo, Edward. Claro que te entiendo perfectamente. No quisiera estar en tus zapatos viviendo todo por lo que estás pasando.
En ese momento la chica regresó con nuestro pedido y con dificultad dejó las tazas de café en la mesa, se disculpó porque casi nos echa el líquido caliente encima y se retiró cabizbaja. Ambos la observamos marchar, pero continuamos en nuestra conversación.
—Necesito hacerle nuevos estudios a Letty. Quiero poder estar tranquilo porque siento que me ahogo, siento a Letty cada vez más lejos de mí viendo su estado cada día y quiero poder agotar todas mis opciones.
—Entonces no se diga más, vete tranquilo. Eso sí, cualquier cosa que necesites no dudes en llamarme.
—Lo haré, gracias por venir y escucharme—recordé la proposición de matrimonio que le hice a Letty hace unas horas y sonreí como un niño ilusionado.
—Y ahora… ¿por qué sonríes?—Carl me miró confundido.
—Porque voy a casarme con la mujer de mi vida.
—¡Enserio!
—Si—afirmé sonriente.
—¡Felicidades hermano!
—Gracias.
—Eso sí no me lo esperaba, pero deseo de todo corazón tu felicidad y la de Letty. Espero que ella se recupere pronto y sean felices, lo merecen.
—Gracias. Lo mismo te digo a ti, no sé qué esperas para confesarte ante esa mujer que te tiene besando el piso por el que ella camina. Sé que estás enamorado de ella.
—Sí, pero el amor no está hecho para mí. Estoy bien así.
—No lo estás, todos en algún momento de nuestra vida queremos conseguir ese alguien que nos haga amar con intensidad, si no mírame. Cuando pensé que seguiría soltero, el destino me golpeó tan fuerte que quedé anclado a esa mujer que me tiene rendido a sus pies. ¿Acaso no quieres sentirte seguro sabiendo que tienes a alguien que te espera en casa con los brazos abiertos?—observaba a Carl con curiosidad, pero él estaba serio—. El tiempo pasa Carl y las personas por mucho que amen se cansan, no esperes que eso pase contigo y Brenda. Ella se nota que te quiere, te ama.
—¿Crees que no lo sé?, amarla como lo hago duele. Porque mi maldito pasado me tiene amarrado, pienso que hará lo mismo que ella y…
—Todos sentimos miedo que al entregar el corazón nos pase lo mismo nuevamente, pero Brenda se ve una mujer fuerte, decidida, capaz de sobrellevar cualquier situación. Deja a Isabella atrás, ella no lo vale Carl. Hazme caso porque sino vas a sufrir por orgullo, por no aceptar y confesar tus sentimientos.
—Lo sé, cada día que pasa lo tengo más claro. Sé que Brenda no es igual, pero necesito tiempo. Aún no estoy listo para formalizar una relación.