Edward Collins | Trilogía Doctores Libro 1

Capítulo 36

Estaba nerviosa, no sabía cómo sentirme al respecto de todo lo que estaba pasando en mi vida, todo dio un giro inesperado para mi y ahora me encontraba viajando a Los Ángeles. Dejar mi ciudad de origen me tenía triste, amo Nueva York, pero me trae muy malos recuerdos.

Espero regresar cuando esté mejor, cuando me libere de los demonios que aún me persiguen y pueda estar en paz. Quiero poder explorar los maravillosos lugares de la mano de mi futuro esposo. Entonces observo a ese hombre impresionante que me tiene enamorada y suspiro, Edward va a mi lado con los ojos cerrados mientras sostiene mi mano, ha estado atento y demasiado pendiente de mi. 

Cuando se molestó conmigo por haberle ocultado el estado en el que está mi cuerpo me dolió, verlo llorar desesperado por no poder hacer nada, ver la impotencia de él me taladraba el alma. No tenía idea de que lo tomaría así, pero era de esperar con lo mucho que me quiere y me demuestra día a día.

Sé que el verme desnuda con todos esos hematomas lo impactó. 

En ese momento no podía verlo a la cara, él tenía toda la razón de molestarse conmigo y yo no le dije absolutamente nada. ¿Qué podía decirle? Si le estuve mintiendo. 

Cuando se le pasó la molestia me buscó y me pidió disculpas; sin embargo fui yo la que terminó cediendo ante él y le pedí perdón por mentirle, por hacerle daño de esa manera.

No tenía muchas opciones, la única a la que me aferré con todas mis fuerzas fue a la vida, lucharía para poder estar con las personas que amo y para disfrutar al máximo de este hombre maravilloso que me derrite a cada segundo. 

Lo amo, amo a Edward con todas las fuerzas de mi corazón y alma. Incluso si muero en el intento de luchar… quiero que me recuerde como un bonito amor, como la chica linda de la que se enamoró y que no dejó de pelear hasta su último aliento.

Admiraba a Edward mientras dormía. Él, definitivamente es un espectáculo para la vista y sé que las chicas que van al lado de nosotros no dejan de verlo. Me incomoda, me dan celos que lo observen con lujuria y a mi me vean como un bicho raro que hay que tener lástima. 

¡Odio que me vean de esa manera!

Prefiero ignorarlas. Me acomodo mejor en mi asiento y le doy una última mirada al hombre de mi sueños, cuando iba a cerrar los ojos Edward abrió los suyos y con una candorosa sonrisa me miró. 

—Soy completamente tuyo—dijo.

—¡¿Cómo?!—contesté rápidamente porque me sorprendió y estaba confundida.

—Sé que nuestras vecinas no dejan de verme—lo dijo en referencia a las chicas que no le quitan un ojo de encima—.No les hagas caso, solo tengo ojos para ti, mi pequeña hermosa.

Terminó de acariciar el contorno de mi rostro, y rápidamente sus labios impactaron contra los míos robándome el aliento por completo. No podría cansarme de Edward jamás y mucho menos olvidar sus muestras de afecto. 

Las horas pasaron y sentí a Edward mover mi brazo para que despertara, estábamos por aterrizar en Los Ángeles

Continuaba sintiéndome mal, pero trataba de disimularlo para que él no se preocupara. Al tener nuestro equipaje caminamos a las afueras del aeropuerto y tomamos un taxi, cuando ya estamos en su interior me dice:

—¿Preparada para conocer a tus suegros?—pregunta de pronto y siento la sangre helarse en mis venas. 

No quiero que mis suegros me conozcan y me vean de esta manera. ¿Qué diran de mí? Seguro esperan otro tipo de mujer para su hijo y no una enferma. 

¡Dios! No quiero que Edward piense que no quiero conocer a su familia, no quiero hacerle un desplante. Juego con mis manos indecisa y nerviosa a la vez, no sé qué responder .

—Tranquila amor. Mis padres te recibirán muy bien, por eso no te preocupes. Además estoy seguro que te llevarás muy bien con todos ellos. 

—No lo sé Ed. No quiero que me vean así como estoy y…

—Cariño no pasa nada—lleva mi mano a sus labios y deposita un dulce beso en mis nudillos—, estamos todos juntos en este barco. Mis padres están emocionados por conocerte, creo que estaríamos mejor con ellos que en mi departamento. Al menos hasta que pueda decorar ya que todo es blanco y no quiero traerte malos recuerdos. Si estás incómoda nos iremos, solo quiero tu bienestar y lo mejor para ti siempre. 

—Está bien Ed—dije no muy convencida.

—Tranquila, mi amor. ¿Confías en mí?

—Con los ojos cerrados, cariño. 

Edward besó mi frente con cariño y recostó mi cabeza en su hombro, inmediatamente cerré los ojos. 

No le presté atención a la ciudad de Los Ángeles en todo el camino. Estoy aquí para curarme de esta enfermedad de una vez por todas.

 

 

**

 

 

Al estar afuera de la casa de mis padres el enorme portón blanco se abre, saludo a George y el taxi sigue su curso hasta dejarnos en la puerta. La cara de asombro de Letty no me pasa desapercibida, tomo su mano y la aprieto suavemente.

Está nerviosa lo puedo sentir.

—Cariño, tranquila. Todo va a ir muy bien, ya verás.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.