Efdlcdladd 04 - El caso del Santa pecador [kaisoo]

Prólogo

Baekhyun se quedó mirando fijamente a la escuela y luego a la señora Lee, la directora —Zombies —dijo sin poder hacer nada. —Pensé que sólo se encontraban en las películas. ¿Cómo llegaron a estar dentro de la escuela de mi hija?

La Sra. Lee se paró cerca de él, y comenzó a saltar con entusiasmo. Evidentemente no pasaba nada emocionante en este viejo edificio.

—¿Qué sabes sobre zombies? —Baekhyun le preguntó a Chan. Esperaba que su compañero tuviera alguna idea. Este frunció el ceño. —Sé lo mismo que tú.

—Lo busqué —dijo la Sra Lee. Le entregó a Chan un libro de poco más de dos pulgadas. Baekhyun no señalaría que dudaba que no podría hacer mucho con el pequeño libro.

Chan aceptó el libro tratándolo cuidadosamente, ignorando su tímida sonrisa. Baekhyun gruñó en su interior. La directora de Tiff tenía un enamoramiento por Chan, el que ni siquiera intentaba ocultar.

Se sentó en el suelo, tratando de llevar oxígeno a sus pulmones. Un peso invisible o algo, le apretaba el pecho. Trató de tomar largas y lentas respiraciones, para recoger más aire en sus pulmones, pero su visión brilló un poco alrededor de los bordes.

Chan se agachó delante de él. —No estoy seguro de que deberías estar aquí. —Le colocó una mano en la frente. Inclinó su cabeza ante el tacto, queriendo obtener más de él.

—Tal vez son los zombies —Tiff dijo amablemente, —afectan a Baekhyun— añadió.

No estaba seguro de la causa. La red de desesperación que se había asentado sobre él, era agobiante y sintió náuseas. Si eran los zombies, entonces, necesitaban lidiar con ellos. Buscó el libro, pero la señora Lee le cogió la mano. —Los seres humanos, no pueden tocar el libro —dijo con voz aguda. —Está hechizado y tocarlo significaría una muerte inmediata y sangrienta.

Aparto bruscamente su mano y luego apoyó la cara en sus palmas. El agotamiento lo golpeaba. No había podido dormir en las últimas noches, debido a las visiones de zombies acechando a través de sus sueños.

—Abre el libro, Chan, descubre lo que necesitamos hacer, para que los tres podamos ir a casa.

—Yo no voy a casa, —anunció Tiff, —me gusta aquí.

Levantó la cabeza. No discutiría con Tiff, dejaría que Chan hablara con ella acerca de esto. Sabía que él y Chan estarían en la misma página.

—Está bien, cariño, Chan dijo, mientras la abrazaba. —No te tienes que ir. Cuando nos deshagamos de los zombies, todo volverá a la normalidad.

—Gracias, papá —dijo Tiff.

Tanta solidaridad.

No podía encontrar un argumento con el cual discutir. Tomaría a Tiff y todas sus cosas. Buscaría una escuela que no tuviera muertos vivientes en su sótano. Eso no le impidió enviar a su amante una sucia mirada.

Chan abrió el pequeño libro, parecía algo que debería pertenecer a una muñeca, cuando lo sostuvo en sus grandes y capaces manos. Lo hojeó y miró la escritura.

—Es pequeño —dijo con el ceño fruncido, —algo sobre ángeles y demonios. No puedo entenderlo.

¿Demonios? Se aferró a esa única palabra. Conocía a uno.

—Deberíamos llamar a Sehun.

—No se puede —dijo Chan, —recuerda que él y Luhan, están de vacaciones en las montañas.

—Entonces, ¿a quién llamamos? —se quebró. Inmediatamente se disculpó. —Lo siento, me siento estresado.

Tocó la pulsera y los encantos colgando de ella. ¿Había uno allí que pudiera ayudar? Tal vez uno de los fae o vampiros. La inspiración lo golpeó.

—Tal vez deberíamos traer a Smudge aquí. Él sabría...

Un chasquido de presión en el aire, acompañado por el olor de ozono, anunció la llegada de Smudge. Apareció justo a su lado.

—¿Zombies? —hizo eco la voz de Smudge, en su mente, tan pronto como apareció.

Dejando a un lado el choque de tener un gato en su visión periférica, dijo.

—Una plaga —hablo en voz alta. —En el sótano de la escuela.

—La escuela de Tiff —dijo Chan deliberadamente.

—¿Puedo ver el libro? —Smudge le preguntó.

Asintió con la cabeza, tan pronto como se dio cuenta de que nadie más podía oír a Smudge.

—El libro, Chan. Smudge quiere ver el libro.

Chan lo dejó en el suelo, junto al familiar y retrocedió. Smudge parecía considerar el pequeño cuadrado, mientras silbaba. —Como sospeché no hay nada en que nos pueda ayudar.

Luego hizo algo que no había esperado. Con una garra curvada de una pata, le tiro el libro en el regazo. La señora Lee gritó, Chan gritó, y él se preparó para lo peor.

Silencio. No pasó nada. No fue borrado de la existencia, o peor aún, haberse convertido en un sapo o una pila sangrienta de carne.

Chan llevó el libro a un lado y lo arrojó fuera de su alcance.

—¡Los seres humanos no pueden tocar el libro! —la señora Lee gritó de nuevo. —¿Está bien, señor Byun?

Solo podía observar a Smudge, que le devolvió la mirada, con una felina expresión presumida en su pequeña cara de gato.



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En el texto hay: magia, santa claus

Editado: 01.09.2023

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