Efdlcdladd 04 - El caso del Santa pecador [kaisoo]

Capítulo Doce

Kai podía escuchar una voz llamándolo. No entendía las palabras, pero el tono persuasivo llamó su atención. ¿Quién le hablaba? Le dolía. Su cuerpo dolía y ardía por lo que seguramente tenían que ser un millón de cortes diminutos.

—Eso es, amor, abre los ojos.

¡Soo!

Sus párpados se abrieron. Su ángel yacía a su lado. Las alas de Soo estiradas alrededor de ambos, como una manta de plumas.

—Me duele, Soo.

—Lo sé, amor. Lo siento. ¿Puedes decirme quién lo hizo? Me aseguraré de que sufran, por lo que han hecho.

Negó con la cabeza. Tomó aire, cuando el movimiento le causó olas de dolor que pasaron por su cuerpo.

Soo resopló con desaprobación por el esfuerzo. —No te muevas. Estás bastante golpeado. Nada permanente, pero nadie parece capaz de sanarte. Ni siquiera los poderes raros de Baekhyun, funcionaron.

—¿Estás aquí para quedarte?

Soo frunció el ceño. —¿No escuchaste lo que dije? Nadie puede curarte. No sé qué hacer, pero alguien va a pagar. Voy a volver al cielo y patear los culos de mis hermanos.

—No —envolvió una mano alrededor del brazo de Soo. —Te necesito aquí. Quién sabe si te mantendrán allí, si apareces en el cielo ahora mismo. El juez tenía ganas de hacerte daño. Anhelan cualquier razón para quitarte tus alas. No puedo permitir que eso pase.

—Soy un ángel guerrero, el Ángel de la Venganza. No puedo permitir que escapen, habiéndote herido. —La dura expresión de Soo, no se suavizó.

Superó el dolor en su cabeza. —Quédate conmigo y demuéstrales que tomaste la decisión correcta. La mejor forma de demostrarles que están equivocados, es vivir una larga y feliz vida conmigo. No vale la pena el dolor, de luchar contra ellos.

Soo le dio un suave beso en la mejilla. —Luchar por ti, siempre valdrá la pena.

Si no amara ya al ángel, supo que se habría enamorado en ese momento.

—Quiero que te quedes aquí. Por mí.

Las alas de Soo vibraron ligeramente por la tensión en sus hombros.

Cerró sus ojos, como si ver las heridas de Kai fuera demasiado para él.

—Hey, mírame. No voy a perderte por esto. Necesito que seas lo bastante fuerte, para no ir tras los ángeles que me trataron mal. No tienes que prometer ser su mejor amigo, pero no tendré una vendetta en mi conciencia.

Soo abrió sus ojos. El amor en su expresión, hizo que se quedara sin respiración.

—Si eso es lo que se necesita para hacerte feliz. Me quedaré porque lo pides, pero no los reconoceré como mis familiares.

La afirmación era definitiva y se dio cuenta de que no habría más discusión. Esperaba que con el tiempo, Soo arreglara su relación, pero con su cuerpo dolorido no tenía la fuerza de voluntad de insistir en que lo arreglara con un abrazo. Si quería tener aversión por los ángeles, que lo habían golpeado a él, entonces de momento, estaba más que de acuerdo con ello.

—Gracias.

Soo le besó la frente de nuevo. —De nada.

—Hay otras partes de mí, que puedes besar —ofreció.

A la sonrisa de su amante, le faltaba su brillo habitual. —Estás malherido.

No quiero hacerte daño.

Cerró sus ojos, de nuevo. —Voy a volver a dormir un rato. —Había gastado toda su energía, hablando.

—Haz eso. Estaré aquí.

La convicción en la voz de Soo que prefería estar estirado junto a él, en vez de hacer cualquier otra cosa en el mundo, lo tranquilizó suficiente como para dormir.

Un grito lo despertó. Se enderezó, sólo para soltar su propio grito, cuando su cuerpo protestó por el movimiento.

—Hey, calma. —Soo le pasó una gran y cálida mano, por la espalda, teniendo cuidado con sus heridas.

Se derritió con la caricia. —¿Quién gritó?

—No lo sé.

—¿Quieres ir a comprobarlo? —No había forma de que pudiera descansar, si alguien estaba en problemas. No podía sentir ningún peligro, pero eso no significaba que no hubiera ninguno.

—No quiero dejarte solo.

—Estaré bien.

Soo se detuvo, pero finalmente asintió y salió de la cama. Admiró las líneas musculosas del cuerpo de su compañero. Si tuviera, aunque fuera sólo una herida menos, saltaría sobre el ángel.

Una suave risa, hizo que mirara el rostro de Soo. —¿Qué?

—Prácticamente puedo sentir tu mirada en mí.

—¿Eso es algo malo?

Soo gimió. —No lo es, cuando estás lo bastante sano como para empotrarte contra la pared. Cuando estás herido entonces sí, puede ser algo malo para mi pobre pene —miró su erección mañanera.



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En el texto hay: magia, santa claus

Editado: 01.09.2023

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