Efímero

HACE 17 AÑOS.

• NICOLETT
Hoy es lunes, veinte de octubre, mi cumpleaños, hoy hace diecisiete años que llegue a este mundo, diecisiete años intentando saber qué sentido tiene mi existencia, qué sentido tiene que yo siga aquí entre toda esta multitud. Mi nacimiento tuvo lugar en un pequeño hospital de Barcelona a las cinco y veinte de la tarde, no fue nada importante ni tampoco un acontecimiento que alegró a mucha gente, simplemente fue un nacimiento, uno cualquiera aunque diferente eso si, mi madre parió sola mientras mi padre hacía apuestas en una mesa redonda rodeado de hombres borrachos sin importarle lo más mínimo mi madre o su reciente hija. 

Una persona normal saltaría, gritaría, se ilusionaría y sonreiría durante todo el día por el simple hecho de que haga diecisiete años que nació, yo en cambio, me da igual, llamadme rara o tonta pero la verdad es que ni si quiera me gusta celebrarlo, desde muy pequeña me han enseñado que yo no soy una persona normal, que mi pequeña cabecita tiene una mente trastornada y totalmente revuelta de arriba a abajo. 
A mi, me inculcaron que las celebraciones en mi honor no eran para mí y eso en cierto modo no había supuesto ningún problema hasta ahora. 
—¿Señorita Nicolett? —escuché la voz de la mujer que tenía al lado, la secretaria, Lucy. Me hablaba firme y rígida como siempre, aunque ni si quiera escuchaba lo que decía exactamente. Volví a desviar mi mente hacia donde la tenía hasta antes de escuchar su irritante voz, la cual no soporto.
— ..... —de nuevo en mi mundo no respondí a lo que Lucy decía, mis oídos no eran capaces de escuchar nada que no fueran mis pensamientos, sin embargo, ella no se rendía y volvía a intentar explotar aquella burbuja en la que me mantenía en silencio.
—¿Señorita Nicolett me está usted escuchando? —me preguntó volviendo a insistir y rompiendo por completo mi bonita burbuja mental.
—¿Qué? Sí perdone, ¿Que decía Sra Lucy? —decidí contestar a la vez que me levantaba de la minúscula silla que había en la sala de espera.
—Usted siempre pensando en sus cosas, decía, que la directora Roth le está esperando y que ya puede pasar —me dijo muy calmada, se dio media vuelta y empezó a andar por el largo pasillo que se encontraba a mi izquierda.

Me levanté y caminé hasta la puerta de la entrada al despacho. Una vez allí, cerré los ojos y respiré hondo antes de entrar, sabía lo que venía a continuación, por otro lado, también sabía lo poco que me iba a gustar, así que me colmé de paciencia y toqué a la gran puerta marrón que se hayaba justo delante de mi.
—Pasa nicolett ---me invitó a pasar aquella voz, la misma que tenía grabada en mi cabeza.

Abrí y nada más entrar, ahí estaba, la misma señora vieja y arrugada que ha estado cuidando de mí durante 7 años, esa mujer que pensó en mí cuando el resto de la gente no lo hizo.
—¿Me ha mandado a llamar Sra Roth? —le dije haciendo la misma mueca de los últimos 7 años.
— Sí, tenemos que hablar, pero antes ven aquí y dame un abrazo pequeña. No me mires así. ¿A caso creías que tendrías la gran suerte de que dejara pasar tu cumpleaños? —me sonrió dejándome ver la ilusión que le hacía esto.
Su sonrisa me calmó, era como la brisa fresca en el mar, siempre me había calmado en los momentos más oscuros. Me levanté y le abracé con la misma ternura con la que lo llevo haciendo todo este tiempo, a pesar de lo poco que me gusta hacer esto ella había sido mi consuelo siempre y para mí es suficiente para quererla y regalarle mil momentos como este. Mientras me sentaba en su regazo como cuando tenia 10 años y me daba miedo salir al patio con los demás niños, me observaba con sus ojos azul cielo, esos ojos que tanto consuelo me daban.
—No me puedo creer que te hayas hecho tan mayor, cuando te encontré eras tan pequeña...— me observa con la mirada llena de emoción.
—Gracias por todo Roth —le miré con la misma ternura que sentia y con mi corazón un poquito más feliz que hace 5 minutos.
— ¿Eres una niña muy especial lo sabes verdad? —me hizo saber mientras me acariciaba el pelo como solía hacer cada vez que me veía.
Yo me limité a mirarle, sus ojos se llenaron de lágrimas y al instante noté como el agua caía por mis pequeñas mejillas. Nunca había podido evitar llorar delante de ella, era esa persona a la que aunque qusiera no podía esconderle nada, cuando tenía un par de años menos, yo y mi mejor amiga bajamos por las noches a por chocolate cuando no podíamos dormir y recuerdo que nunca podía mentirle, cuando nos pillaba me hacía esas preguntas que solo ella sabía formular para sacarme la verdad. Estaba claro que yo nunca se lo ponía fácil pero antes o después acababa por decirle la verdad, simplemente me era y me es inevitable mentirle. No podía evitar sonreír,  ambas lo hacíamos, y de repente abrió su cajón.
—¡Toma, ábrelo! —me ordenó mientras me mostraba una preciosa sonrisa de oreja a oreja.
Me extendió una pequeña caja de color roja con un lazo de color dorado, en la parte superior de la caja ponía "Tous", entonces me imaginé qué tipo de regalo era y nada más pensarlo intui el dinero que se había gastado, no me lo podía creer, estuve meses recordándole que no quería regalos, pero como de costumbre Roth decidió no hacerme caso.

—Roth no hacía falta, te dije que no quería regalos, sabes que no me gusta celebrar los cumpleaños —le recordé pronunciando cada palabra con mi delicada voz mientras mi corazón recibía un pinchazo al recordar porque no me gustaba celebrar mi cumpleaños. Por unos segundos me quedé pensando, con la mirada perdida hasta que Roth me sacó de esos horribles pensamientos.

—¡Cierto! Pero nunca he entendido porque ---me confesó mientras me dedicaba otra de sus sonrisas y se cogía un pequeño mechón de su larga melena blanca. 
—Sabes el porque, además si te pillarán podrían echarte —le expliqué y como si de una película se tratase mi mente empezó a pasar imágenes por delante de mí y a recordar la plena oscuridad que sentí en un pasado.
—Tranquila, el dinero que me he gastado en ese regalo es de mi cuenta no del orfanato y sobre el porque no te gusta celebrar tu cumpleaños, cariño eso es pasado, debes intentar superarlo, al fin y al cabo esa época de tu vida no volverá más. Abrelo porfavor.
Le volví a sonreír, que no me gustase que me hiciesen regalos no significaba que no fuera una persona agradecida. Lo abrí con mucha delicadeza, no es que no hubiera visto regalos alguna vez en mi vida pero han sido pocos los que he ido recibiendo desde que tengo uso de razón. Al abrirlo me quedé boquiabierta, no me lo podía creer, no era capaz de articular palabra.



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En el texto hay: primera vez primer amor

Editado: 29.04.2020

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