Efímero

¿NUEVA HERMANITA?

 EVERETT 

La luz de la inmensa ventana de mi habitación hizo que me despertara de peor humor que de costumbre, abrí los ojos con dificultad y me di cuenta de que ayer me pase con la bebida, en cuanto vi a la chica que tenia al lado completamente desnuda igual que yo me puse los calzoncillos y la desperté.
— Eh, despierta ayer se me olvidó decirte que te fueras después de acostarnos —mi voz ronca retumbaba en las paredes de mi habitación haciendo que la mujer que reposaba sobre mi cama se despertara

—Joder Everett podrías dejar que me quede un ratito mas así repetimos lo de ayer —me contestó con una sonrisa provocadora mientras estiraba sus delgados brazos por encima de su cabeza para después alargarlos hasta colocarlos por encima de la mía, intentando de esta manera provocarme y consiguiendo así dejar su cuerpo totalmente al descubierto para acercarlo después al mío semidesnudo, sin embargo no lo consiguió. Con un movimiento seco quité sus brazos de mi cuello e intenté buscar mi móvil mientras esta se acercaba por detrás y empezaba a darme besos por el cuello agarrando con fuerza mi abdomen y arañándome sutilmente con sus uñas extra largas de porcelana. A lo que decidí responder con un hábil movimiento de cabeza consiguiendo así deshacerme de su patético agarre, acto seguido tuve su maravilloso cuello de modelo en mi mano izquierda y ella pareció entender que acaba de molestarme con su juegecito de puta.

—Te he dicho que te largues, no quiero tener que volver a repetírtelo o no te lo diré precisamente de buenas maneras, tienes 5 minutos para largarte que es el mismo tiempo que tardo en ducharme, si cuando salga de la ducha no te has ido, te echaré yo y no te gustará la manera en que lo haré —en cuanto acabe de advertirle a la desconocida que tenia en mi cama lo que debía hacer, le solté y ella empezó a recoger sus cosas para irse tal y como le había pedido para dejándome solo como quería.

Me quité la poca ropa que llevaba encima, me metí dentro de la ducha y poco después escuche un portazo, me relaje y empecé a ducharme, cuando salí me dispuse a vestirme cogiendo una simple camiseta blanca de mangas cortas con un pantalón negro ajustado de mi armario y por supuesto mi chupa marrón de cuero junto a mis botas marrones. Justo cuando estaba acabando de abrocharme las botas escuché como tocaban a la puerta, eran golpes suaves,  reconocí inmediatamente de quien se trataba sin poder evitar sonreír, medio segundo después ví como una larga melena morena que me llegaba a la cintura se acercaba a mi con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Buenos días! —me miró curiosa sentandose en una esquina demi cama, aquella niña con su flequillo, sus pecas y sus preciosos ojos azules sacaba de mi lo que nadie mas conseguía sacar, simplemente la adoraba.
—Buenos días enana, ¿Cómo ha dormido la más bonita de la casa? —Le pregunté con alegria dedicandole una gran sonrisa a la única persona que era capaz de mostrarle mis sentimientos tal y como eran.
—Muy bien, oye,  ¿Quién era la chica que se ha ido? ¿Otra de tus amigas? —afirmó poniendo esa voz tan delicada para darle paso a cierta curiosidad en sus ojos.
—Helena... —pronuncié su nombre arrastrando las últimas letras dándole a entender que no debe hacerme esa clase de preguntas.
Desde siempre he traído todo tipo de chicas a casa y nunca me ha importado ni lo que me puedan decir, ni lo que puedan pensar, hace bastante tiempo que me hice lo suficientemente mayor como para acostarme con quien quiera, cuando quiera y donde quiera, ni mis padres ni nadie va ha decirme que tengo que hacer con mi vida privada.
—Vale vale ya entiendo no me puedo meter en tus cosas ---gruñó poco convencida pero sin poder decir nada mas sobre aquello saliéndole esas minúsculas arrugitas en su pequeña frente que tanta gracia me hacen.
—Exacto enana —estiré el brazo para acariciarle su dulce mejilla mientras acababa de coger las cuatro cosas que necesitaba para salir de la habitación.
—Voy a desayunar, baja que papa quiere hablar contigo ---Cuando acabó de pronunciar las palabras ví como salia de la habitación dando pequeños saltitos lo que me provocó una ligera sonrisa en mis labios. Después de irse no pude evitar pensar qué coño quería mi padre ahora, con calma fui bajando las escaleras intentando respirar profundamente para que ese imbecil no me sacara de quicio hoy y para que mi mala hostia no siguiera creciendo hasta explotar.

Era un alivio que Helena no se hubiera puesto a hacer preguntitas de las suyas porque aunque le adoro con locura aveces puede llegar a ser peor que un grano en el culo con sus puñeteros interrogatorios, es una niña muy lista a la que es prácticamente imposible ocultarle algo, desde hace tiempo deje de ponerle excusas sobre las mujeres que entraban en casa por las noches conmigo al venir de las fiestas, sabia perfectamente que ella lo entendía, "Son cosas de mayores" le dije las primeras veces que preguntó y después no hizo falta volver a decírselo porque ella solita me lo decía cuando veía salir a alguna chica de mi habitación, la cual cosa me hacia esta situación muchísimo mas fácil, sonreí al recordar aquella vez en que entró sin llamar a la puerta y nos vio a mi y a la mujer de aquella noche durmiendo desnudos sobre la cama de su hermano mayor, estuvo como un mes haciéndome todo tipo de preguntas hasta que por fin dejo de torturarme para centrarse en alguna otra chorrada, desde entonces entendió la importancia de llamar a las puertas antes de entrar y de no molestarme antes de las 12 mínimo.

Al lado de las grandes escaleras de mi casa se encontraba un enrome comedor donde era tradición desayunar todos juntos antes de que cada uno se largara a hacer sus cosas. Allí estaban mis dos hermanos, mi madre y por supuesto al capullo de mi padre alabando a mi madre como cada maldita mañana.

—Buenos días mamá ---sonreí antes de acercarme a ella para darle un beso.
—¿Buenos días? Te has dignado a levantarte y a desayunar con nosotros vaya que detalle— me contestó mirándome fijamente con sus preciosos ojos a la vez que hacia un gesto con su mano como si estuvieramos en pleno singlo XVIII poniendo cara de ofendida a lo que yo respondí con una ligera sonrisa, siempre recurre a su postura irónica para estas cosas la cual cosa hace la situación mas graciosa pero sin restarle importancia.
—A partir de ahora como no avises de que te vas te prometo Everett que te dejare encerrado fuera, no puedes seguir pasando de nosotros como si esto fuese un hotel hijo --- me contestó bastante molesta para después llevarse una magdalena a la boca. 
---Tiene gracia que me digas eso, ¿Sabes que podría pagarme cualquier hotel que se me antojara ya sea de esta cuidad o de cualquier continente verdad?--declaré divertido haciendo una pausa para coger mi zumo de naranja habitual con una pequeña ensalada de fruta, pero antes de que pueda probar bocado los ojos de todos los presentes estaban puestos sobre mi esperando una mejor respuesta que la que acababa de dar hace dos minutos.



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En el texto hay: primera vez primer amor

Editado: 29.04.2020

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