Efímero [parte 1 y 2]

Capítulo 5

#Solo es música Alex

Ashley

Empecé mi día con el pie izquierdo es eso o me levanté del lado contrario de la cama, no lo sé, pero desde que abrí los ojos todo pareció haber tomado un rumbo peligroso, la primera desgracia que tuve hoy fue el sol. El caliente, insoportable y gigantesco sol, el calor es mi único problema ahora, la poca ropa que llevo es tan ligera que podría estar desnuda.

No soy de utilizar prendas cortar, pero hoy era más que necesario para poder seguir. Mi segundo problema es el que llega cada mes, ese que pone mi humor de muy mal ver, ese que me hace lucir como una vieja amargada.

La menstruación.

Aparte de hacerme sentir incómodamente sucia todo el día, me causa un dolor del carajo, siento que en cualquier momento vomitare y el sonido de las personas no ayuda para nada.

Justo hoy, en un día pésimo me ocurren cosas pésimas, como siempre pasa.

Estoy de camino a la farmacia. Para rematar ni siquiera encontré una toalla sanitaria y tengo esa sensación de estar empapa de sangre, me da la impresión de que la gente se me queda viendo el trasero porque efectivamente estoy manchada.

La cabeza me va a estallar en cualquier momento.

Cuando por fin llegué me topé con mi tercer problema.

La fila. La fila de más de seis personas, tal vez en otras circunstancias hubiera parecido un número muy pequeño. Pero mi paciencia no es la mejor e incluso tengo ganas de llorar y gritarle a esas personas que tengo una mejor situación grave que comprar pastillas para la gripa.

Soltando palabrotas en el camino me obligue a colocarme detrás de la última persona. Un chico alto y que seguro venia de un funeral o algo así, parece tener estilo. Ese tipo de estilo deprimente y suicida que te deja sin estabilidad.

Pero eso es lo que menos importa ahora. Pasemos a la lentitud que tiene la cajera para atender a las personas ¿Que acaso no desayuno hoy? ¡Que mueva el culo que estoy que me muero!

Toque el hombro del chico, bueno, su brazo, mi altura no es la adecuada para llegar a ese lugar. Juro que escuché un bufido de fastidio antes de que se volteara, tuve que retroceder para poder ver su rostro.

No me esperaba que alguien, con facha de maleante tuviera un rostro tan... ¿Angelical? Si se podría decir, o al menos sus ojos. Ese hermoso color gris intenso que hay en ellos es atrayente, profundo, y... ¿Que? ¿Por qué no estoy diciéndole que se quite?

Aleje mi lado romanticón que solo busca terminar llorando por amor y me enfoque en lo que buscaba. Carraspee —¿Podrías dejarme pasa? Es que tengo prisa —mi voz sonó sumamente débil, baja y ridícula. Me culpe por eso.

Una de sus espesas—envidiables y perfectamente arregladas por naturaleza—cejas se alzó. Su rostro esta aburrido y relajado como si no tuviera de que preocuparse. Hizo una mueca rara y encorvo levemente los labios, el tono rosado en ellos es como el de los adolescentes de las películas estadounidenses. Simplemente magnifico.

Asintió sin gracia y se hizo a un lado. Agradecí por lo bajo antes de colocarme en donde anteriormente se encontraba el, su loción me invadió en el trayecto, era deliciosa, varonil sobre todo ¿Cómo hacen los chicos para poder tener ese tipo de lociones perfectas? ¿De dónde las sacan?

Para entonces solo había dos personas. Grite internamente cuando logre llegar a mi objetivo. La chica rubia en el mostrador hizo una burbuja con su chicle rosa y luego la exploto, causando un sonido seco. Su cara llena de piercing parecía querer huir de ese lugar lo más pronto posible.

Dude un momento antes de hablar, es vergonzoso hablar sabiendo que hay un chico detrás de mí que escuchara lo que diré —Un paquete de... toallas sanitarias —solté lo último en un susurro rápido. La mujer frente a mi alzo la ceja y asintió para después darse la vuelta.

Joder, gracias a Dios que me escucho.

Luego de cobrarme me dio el pedido en una pequeña bolsa negra. Me di a vuelta y me marché de allí lo más rápido que pude.

Sebastián

Insoportable. Sumamente insoportable, así es Alexa. Vivir con una chica es lo peor que pude haberme pasado desde que llegué a aquí. Todo por no tener el dinero suficiente para poder vivir solo.

Sus gritos hacen eco por toda la casa, el sonido de sus zancadas me asegura que cada vez está más cerca de su destino; mi habitación. Entro azotando la puerta sin siquiera tocar, fue directo al dispositivo en la pared y presiono el botón de apagado silenciando todo.

La música dejo de sonar, pude escuchar sus respiraciones fuertes. Su cara estaba completamente roja.

—He estado aguantando tu mierda desde muy temprano... ¡Ya fue suficiente! —zanjo.

Bufe ¿Por qué no puede dejarme tranquilo? —Solo es música Alex —dije con obviedad sin ganas de discutir. Tomé mi chaqueta y salí, pero antes de cruzar el umbral la morena me tomo del brazo obligándome a detenerme.

—No saldrás de aquí si no dejas ordenado tu desastre Sebastián ¡Parece que vives en un puto gallinero! ¡¿Has visto tu habitación?! —se exalto.

Retrocedí unos cuantos pasan observando a mi alrededor.

Debo admitir que es un desastre, no soy fan del orden. Y justo hoy no tengo ganas de perder mi tiempo sacándole brillo a un lugar hasta las narices de polvo.

Me sabe de su agarre y avance, sabiendo que me ganaría una buena paliza al volver.

—¡Hijo de la gran puta! ¡Voy a asesinarte! —un zapato paso rozando mi cabeza, si no me hubiera movido seguro estaría con un buen golpe en la nuca.

Tenía planeada ir con Steven a fumar algo, lástima que el dolor de cabeza y la hierba no se lleven para nada, al menos no en mi caso. De todos los lugares en donde pude haber estado en este momento el que menos me imaginaba era la farmacia.

La puta farmacia.

Llevo más de 15 minutos esperando a que una chica de Dieciséis años elegí que pastilla anticonceptiva tomar. Las mujeres complican todo ¿Por qué no simplemente les dicen a sus parejas que utilicen condón? Prefiero mil veces sentir el látex en mi polla que un bebé en la barriga de alguna chica.




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