Eican Nuovo

Cap 2.

El olor a aceite EW, grasa y el NR, mineral de los cuales los SCR se componían, inundaban los sentidos de Phine. Sentía su cuerpo liviano, no recordaba un lugar con tales olores.

Sus parpados temblaban al tratar de despertar, pero era inútil, era incapaz de abrirlos. Aquel frustrado intento hizo que temiera lo peor, ¿acaso estaba muerta? No, no lo creía.

<< ¿Phine? >>

Por reflejo movía su cabeza, sin su vista debía estar atenta a los sonidos. Aunque no podía percibir de donde vendría la voz y menos de quien era.

<<Phine, es un gusto poder conocerte... ¿podría escucharte? Quiero decir, ¿te encuentras bien?>>

— ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? —Su respiración se aceleraba a cada palabra— ¿Quién eres?

Sintió un frio tacto sobre sus manos, no podía decir que la tranquilizaba, solo la hacía estar más atenta.

<<Mi nombre es Eican. Se que estas no son las mejores situaciones para comunicarme contigo, pero no tengo tiempo, necesito que habrás los ojos>>

El hombre poseía la misma templanza que un soldado, aunque su voz sonaba suave y gentil. Aquello hizo pensar a Phine, ¿de quién se trataba? Sinceramente conocía pocos soldados, viejos o retirados, pero este se escuchaba como ella, un joven. Dudó un momento, no obstante, logro abrir sus ojos de forma espontánea.

Eican estaba frente a Phine, mirándola. Poseía unos rasgos extraños para ella, de gran estatura, ojos de un depredador: grandes y amarillos; de cabello largo, el cual combinaba con el corto pelaje que cubría su rostro, de tonalidades azulado oscuro y blanco, unas orejas erguidas y pequeños colmillos que lograban sobresalir sobre los labios. Reflejaba exactamente las bestias que su padre describía en las historias que contaba.

Jamás lo había visto, ni siquiera reconocía su especie, lo que era aún más raro. Estaba asustada lo que fuera a pasar.

—¿Qué eres? —interrogó sin quitar la mirada del sujeto.

<<Aunque este no sea el momento para hablar, te lo diré: soy un Lucelus. Tu especie nos conoce hace eones, aunque tengamos nuestras diferencias>>

Phine sobo su brazo, no sabía que decir y pronto sus nervios la traicionarían, pero era un soldado y debía mantenerse fuerte. Se levanto con cuidado para quedar frente a aquel alíen, inhalo profundo tratando de calmarse antes de mirarlo a los ojos.

—No puedo arriesgarme con alguien a quien no conozco, necesito volver a la estación. ¿Qué hago aquí? ¿Y cómo es que lograste raptarme? —El tono amenazador causaba algo de confianza en Phine, servía cual mascara para el enemigo— ¡Responde!

Eican parecía agachar sus orejas, suspiro y cruzó sus brazos para mirarla. Parecía una chica difícil.

<< ¿Aun no te das cuenta en donde estas? Mira a tu alrededor, Phine>>

Phine dio un paso atrás esperando algún tipo de trampa, pero nada. Observaba como Eican estaba calmado.

Sus alrededores causaban desconfianza, aunque no parecía el lugar para un crimen organizado, estaba lleno de tuercas, metales y manchas de aceite. Decidió adentrarse más, aquel lugar empezó a llenar de recuerdos su mente, desde sus dibujos en las paredes hasta los juguetes que abandonaba ahí, era el taller de su padre.

Todo le parecía una farsa, no era nadie importante para recrear tal escenario, sin embargo, era igual al de sus recuerdos, algo imposible pues este había sido vendido y abandonado con el tiempo.

—Esto es... imposible, quiero saber cómo, ¿cómo lo has hecho? Dime, ¿cuál es la razón? —Pensó que podría sobrellevar la situación, aunque a cada palabra sus piernas parecían ceder— ¿Por qué?

La mano de Eican tembló, no podía simplemente hacerla callar necesitaba de ella y su ayuda. Cerró los ojos para lamentarse, su tiempo estaba acabando.

<<Por ahora no puedo responder todo lo que pides, puedo prometer que responderé todas tus dudas. Hora necesito que...despiertes. Por favor, despierta Phine, aun tienes cosas por hacer>>

— ¿Eh?

Phine sentía como su pecho se apretaba, sus pensamientos se volvieron turbios. Escuchando a lo lejos una frase: ¡Pierde sus pulsaciones!

Las alarmas de emergencia no paraban de retumbar contra las metálicas murallas

Las alarmas de emergencia no paraban de retumbar contra las metálicas murallas. Los médicos corrían junto a la camilla que transportaba a Phine mientras otros trataban de comunicarse con sus superiores, esperaban órdenes para la situación.

Demoraron interminables minutos en estabilizar los signos vitales, la mayoría de los médicos habían perdido la esperanza con la paciente, todos sabían los riesgos que conllevaba la operación y el porcentaje de error que poseía.

Reunieron los datos necesarios para comunicarse con la junta Consilium, desestimando el caso. La paciente había caído en coma.

— ¡Alto por favor! —Una mujer intervino en la sala, saludando de mano a cada médico y científico que se encontraba ahí—. Mi nombre es Sho Krush, me encargaron revisar el caso... necesito la información para el comandante.

¿Quién no reconocería a aquella mujer? Era conocida como el cerebro tras las fuerzas de orden público: Magistratus. Una exsoldado de apariencia débil, escasos 1.54 m y de piel pálida.

—Vaya, ¡¿ahora seremos registrados por el Magistratus?! ¡Ja! No deberías estar metida en esto, Sho —increpó el clínico responsable.

—Solo sigo ordenes, no tengo por qué refutarlas ¿o sí?, disculpa ¿cuál era tu nombre?



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En el texto hay: robots, amor, revolucion

Editado: 28.03.2020

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