Eight seconds to Fall

Nashly Bass

Algo me pincha la mejilla.

Frunzo el ceño en sueños, tratando de ignorarlo.

Otro pinchazo.

Suelto un gruñido y me revuelvo en la cama, enterrando el rostro en la almohada.

-Nashly -una vocecita insiste, alargando las sílabas.

Abro los ojos a regañadientes y parpadeo varias veces hasta que mi visión se enfoca.

Dimitri está sentado sobre mis rodillas, mirándome con una sonrisa traviesa, y Pavel... Pavel tiene la cara pegada a la mía, sus enormes ojos verdes-los mismos que los de mamá y los míos-clavados en los míos como si intentara descifrar los secretos del universo a través de ellos.

-¡Despierta! -dice Dimitri, sacudiéndome un poco.

Parpadeo de nuevo, todavía aturdida por el sueño, cuando la puerta de mi habitación se abre de golpe.

-¡Dimitri! -Alexei entra con el ceño fruncido, cruzándose de brazos-. Te dije que no la despertaras así.

Dimitri pone los ojos en blanco, encogiéndose de hombros.

-Pero ya está despierta.

-No es el punto.

Resoplo y me incorporo, apoyándome en los codos.

-No pasa nada, Alexei -digo con voz rasposa por el sueño.

Mi hermano pequeño frunce más el ceño, pero no protesta cuando baja a Pavel de la cama con cuidado. El pequeño se aferra a su camiseta, pero Dimitri lo atrapa enseguida, cargándolo con facilidad.

-Vamos, Pavel, antes de que Alexei nos encierre en nuestra habitación como castigo -bromea, sacando la lengua.

-No es mala idea -murmura Alexei, mirando a los dos con los ojos entrecerrados.

Pavel se ríe y entierra la cara en el cuello de Dimitri mientras este sale de la habitación con paso ligero, dejándonos solos.

Alexei está a punto de seguirlo cuando lo llamo.

-Hey.

Se detiene en seco en el umbral y gira la cabeza en mi dirección.

-¿Qué?

Me levanto lentamente de la cama, estirándome un poco.

-¿Por qué estás tan cascarrabias?

Alexei resopla, desviando la mirada, y cruza los brazos con más fuerza.

-Porque Sergei se supone que iba a quedarse en casa hoy. Íbamos a tener una tarde de chicos, ¿recuerdas? Todos nosotros juntos.

-Ajá...

-Pero lo llamaron del taller -continúa, frunciendo el ceño-. Que había una urgencia, que lo necesitaban, bla, bla, bla... Así que se fue y no va a volver hasta tarde.

Ah.

Así que ese es el problema.

Sonrío de medio lado cuando noto cómo sus mejillas comienzan a teñirse de un rojo casi imperceptible.

-Aww, ¿extrañas a Sergei? -me burlo, acercándome a él.

-¡No! -responde demasiado rápido, echándose un paso atrás.Su reacción solo hace que mi sonrisa crezca.Antes de que pueda escapar, le revuelvo el pelo con una mano, desordenándolo más de lo que ya está.

-¡Nashly! -se queja, apartándose.

-Vamos, no es tan malo -le digo, con las manos en la cintura-. Yo también soy buena compañía.

Alexei voltea los ojos con toda la exageración del mundo.

-No es lo mismo.

-Claro que no -murmuro, divertida, mientras él se da la vuelta y sale de mi cuarto con pasos pesados.

Cuando la puerta se cierra tras él, dejo escapar un largo suspiro y paso las manos por mi cara, tratando de despejarme.

Bueno, al menos ahora sé por qué está de tan mal humor.

Sacudo la cabeza antes de ir hasta el armario y sacar algo de ropa para cambiarme.

Cuando bajo las escaleras con pasos pesados, todavía adormilada, y me estiro mientras bostezo.

El olor de algo cocinándose en la cocina me despierta un poco más, pero lo que realmente me saca de mi letargo es la visión que encuentro al entrar.

El cabello pelirrojo de Sofía brilla bajo la luz de la cocina mientras ella está de espaldas, concentrada en los fogones.

Mientras tanto, Lizzeth está sentada en la mesa con una expresión de infinita paciencia mientras Yuri y Pavel, ambos de tres años, juegan con su cabello como si fuera plastilina.

-¿Qué están haciendo en mi cocina? -pregunto, cruzándome de brazos y apoyándome contra el marco de la puerta.

Sofía se gira con una sonrisa tranquila en el rostro.

-Sergei me llamó antes de irse para que te ayudáramos con los niños.

Entrecierro los ojos.

-¿Y cómo es que Sergei tiene tu número?

Sofía se encoge de hombros, dándome la espalda de nuevo mientras coloca varios platos con comida frente a Alexei y Dimitri, quienes ya están sentados a la mesa esperando.

-Simplemente lo tiene.

Frunzo el ceño.

¿Desde cuándo Sergei tiene el número de Sofía?

¿Por qué me acabo de enterar?

La luz de la tarde entra suavemente por la ventana de mi habitación, iluminando las motas de polvo que flotan en el aire.

Estoy sentada con las piernas cruzadas en mi cama, jugando con un hilo suelto de la manta, mientras Sofía está tumbada en los pies de la cama, con el móvil en las manos y una sonrisa divertida en el rostro.

En el suelo, Lizzeth está sentada en la alfombra mullida, acariciando a Bass, que tiene la cabeza apoyada en su regazo con los ojos entrecerrados de puro placer.

-Entonces, Nash... -empieza Sofía con tono casual, pero la forma en que me mira de reojo me dice que está planeando algo-. ¿Cómo van las cosas con Nach?

Me tenso.

-¿A qué te refieres con "cómo van las cosas"?

Sofía se incorpora un poco y me mira con incredulidad.

-No te hagas la tonta. Sabes exactamente a qué me refiero.

Lizzeth suelta una risa y asiente.

-Sí, venga, cuéntanos. Ya va siendo hora de que nos pongas al día.

Pongo los ojos en blanco y suelto un suspiro, dejándome caer sobre mi cama.

-No hay nada que contar. Nach no va a fijarse en mí teniendo al instituto entero y a casi media ciudad detrás de él.

Sofía suelta un bufido y Lizzeth rueda los ojos.

-Oh, por favor, Nashly -resopla Sofía-. Dices eso como si él le hiciera caso a todas.

-¡Exacto! -Lizzeth asiente antes de entrecerrar los ojos con un brillo travieso-. Pero, espera, espera... ¿Todavía no ha pasado nada entre ustedes?




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