El Aire (relato completo)

El Aire. (Relato completo.)

El aire.

El comandante Marshall dirigió su vista hacia la puerta al escuchar pisadas aceleradas en el exterior.

De pronto, y sin ninguna formalidad, el teniente Williams y la ingeniera Adams accedieron al interior de su despacho.

— ¿Qué ocurre…? —Preguntó con inquietud, irritado por la falta de formalidad de sus subalternos.

Williams y Adams se miraron, los dos esperaban que fuera el otro quién iniciase la funesta conversación.

—Os he hecho una pregunta. —Replicó autoritario.

Williams claudicó ante Adams y dio un paso al frente.

—Hemos sufrido una incidencia, comandante… —Enunció afligido, con la mandíbula tensa.

— ¿Qué tipo de incidencia…? —Interpeló aturdido apreciando el malestar de su teniente.

—El soporte vital… —Adams estaba igual de abatida que su acompañante.

— ¿Es grave? ¿Cuánto tardaréis en arreglarlo?

—No podemos arreglarlo… —Williams tragó saliva, tratando de sofocar la opresión de su garganta.

El comandante Marshall sintió una descarga estremecedora por todo el cuerpo, pero mantuvo la compostura ante sus oficiales.

— ¿Estáis seguros de eso…?

—Me temo que la pieza base se ha dañado, y es la pieza fundamental. Sin ella no habrá electrólisis, no podremos separar las moléculas de oxígeno de las de hidrogeno. —Adams, afligida, apartó la vista de su comandante.

— ¿Cómo ha podido pasar algo así…?

—No estamos seguros, creemos que se trata de un defecto de fabricación.

—Entiendo… —Continuó haciendo gala de aplomo a pesar de las fatídicas circunstancias. — ¿Y qué hay del sistema de regeneración de la atmósfera? ¿Funciona? —Preguntó temeroso.

—Sí. La zeolita hace lo suyo, y los catalizadores funcionan a pleno rendimiento. —Adams solventó la cuestión.

— ¿Y con eso podríamos…?

—No… Somos demasiados… —Williams ya sabía que iba a decir sin necesidad de oír toda la pregunta.

—Dios mío… —No pudo contenerse y exhibió su desasosiego. — ¿Y ahora qué? ¿Hasta cuando tendremos oxígeno?

—Cuarenta y ocho horas… Bueno. —Adams se percató de su error. — El incidente se produjo hace dos horas, así que solo quedan cuarenta y seis.

— ¿Quién más lo sabe…?

—Solo nosotros tres, comandante. —Williams miró de reojo a Adams. — Hemos considerado oportuno no compartir la información con la tripulación hasta tener su autorización.

—Habéis hecho bien… —Chasqueó la lengua. — ¿Qué opciones tenemos?

Adams y Williams se miraron entre sí una vez más, ninguno quería ser el portador de las malas noticias.

Marshall se levantó de su asiento, su presencia era imponente.

—No… —Murmuró Williams.

— ¿¡No qué!? —Marshall comenzaba a perder el control de sus emociones.

—No tenemos opciones, comandante. —Afirmó cabizbaja Adams.

— ¡Eso no puede ser! ¡Tiene que a ver algo que podamos hacer!

Adams y Williams enmudecieron, mientras su comandante se movía frenético por la sala, de un lado a otro, errático.

—En Marte hay muchas colonias, quizá podamos evacuar.

—No tenemos suficientes ‘robers’. —Williams hizo acopio de todo su coraje.

—Y los que tenemos son de vieja generación. Seguramente no podríamos llegar hasta la base de Hellas. —Adams confirmó su planteamiento.

—Pues… Pediremos ayuda. Seguro que alguien tiene una pieza de repuesto. O a la estación en órbita, podrían lanzar un sonda, y… —Su mente estaba desbocada.

—Ya hemos enviado un SOS…, pero no llegarán a tiempo.

—Eso no puedes saberlo… —A Marshall le desagradó su pesimismo.

—Mínimo tardarán setenta y dos horas… —Adams fue concisa.

—Con el debido respeto, comandante, Adams y yo ya hemos pensado en todas nuestra opciones… No hay mucho que podamos hacer.

— ¡Eso no es aceptable! —Elevó el volumen de su voz.

—No podemos repararlo. No podemos esperar, ni evacuar. —Williams se expresó con entereza.

— ¿Y qué otra opción nos queda? —Preguntó de manera retórica. — Lo que no podemos hacer, es no hacer nada.

—Podríamos aguantar si fuéramos la mitad… —Adams no titubeó al exponer sus conclusiones.

—Espero que no estés diciendo lo que creo que estás diciendo… —Al comandante le atribuló su insinuación.

—Comandante, esa es la única solución. —Williams apoyó a la ingeniera.

—Queréis que dejemos morir a la mitad de nuestro equipo… ¡¿Habéis perdido el juicio?! —Exclamó iracundo.

—Es la única solución… —Farfulló Adams.

— ¡No es aceptable! —Marshall estaba colérico.

— ¿Qué otra opción tenemos, comandante? —Williams empleó un tono conciliador.



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En el texto hay: misterio, decisiones, suspense

Editado: 01.10.2024

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