Era uno de esos molestos días lluviosos en la ciudad de Palermo, al abrir la ventanilla de mi coche quedé pasmada por el frío, que arrazaba con todo, las gotas de agua caían lentamente por el parabrisas y las ventanas estaban empapadas, tomo el paraguas que traía en el asiento trasero, y me dispongo a salir lo más rápido posible del coche.
Al bajarme me apresuré, caminé rápido hasta el interior de NLCorp, mi empresa. Por suerte no me mojé mucho, mi ropa estaba casi intacta.
-Buenos días srta Mancini – me dijo una de las secretarias de recepción con una sonrisa.
Yo le correspondí al saludo amablemente levantandole la mano y luego me dispuse a subir al segundo piso, ahí se encuentra mi oficina, yo soy la fundadora y dueña de esa empresa, me costó mucho llegar hasta ese punto y se siento orgullosa de haber logrado lo que me propuse con toda la transparencia posible.
Al entrar en mi oficina veo a mi futuro esposo Bruno, quien estaba sentado en la silla frente a mi escritorio, al parecer me estaba esperando con alguna noticia importante...
Bruno me saludó con un beso, de inmediato sentí sus tibias mejillas con ese aroma tan varonil que me encantaba, con su traje bien arreglado, con ese cuerpo tan envidiado por otros hombres, era un hombre con un corazón gigante, <más que el mío>, aveces me ponía a pensar que tal vez no lo merecía.
Procedí a sentarme frente a mi computador y él empezó a comentar con una voz que me desgarró el alma.
Estaba preocupado, sentí de inmediato su angustia, titubeó por un momento y luego empezó a decir...
-Sa... sabes que... bueno yo no te lo había dicho pero tenemos muchos enemigos y uno de esos es un hombre peligroso, no sé si lo conoces, se llama Manuel Santoro – sentí como si tuviera un nudo en la garganta, esas no eran buenas noticias – Manuel Santoro siempre fue un problema y ahora se quiere hacer sentir, quiere hacer todo lo posible por quitarnos la empresa, ya me va amenazando dos veces... Dijo Bruno casi con lágrimas en los ojos, yo en ese momento arqueo las cejas, esa noticia era terrible, y más aún cuando Manuel es un hombre muy peligroso, al parecer tiene vínculos con el narcotráfico, pero esas son conclusiones mías, la policía que está encargada de ese tipo de investigaciones no ha dado ningún reporte que confirmara esa duda.
Mi prometido estaba agobiado, temía por su vida, yo me acerqué a él con mucha tristeza tratando de que no viera mi rostro de preocupación, lo abracé y cayó en llantos, entendí su dolor, que alguien te amenaze no es algo que se deba tomar a la ligera y mucho menos si la persona que amenaza es alguien peligroso e influyente.
Me sentí intranquila, alguien trataba de arrebatarme mi empresa que con tanto empeño había hecho surgir.
Me separé de Bruno, me dirigí hacia mí escritorio tomé el teléfono y llamé a mi secretaria, le pedí que me trajera dos cafés bien cargados, y luego colgué.
Me senté al lado de Bruno, le acaricié su cabello bultos pero bien peinado, él me tomó de la cintura y me sentó sobre sus piernas, al estar yo sentada en sus piernas apoyó su cabeza en mi pecho, como un niño pequeño que necesitaba sentirse arruyado para sentir algo de tranquilidad...
Yo lo abracé muy fuerte, para que sintiera que no estaba solo, (se preguntarán, ¿si ya van dos veces que amenazan a bruno, porqué no Bruno no lo denunció?), como ya sabemos en todos los países hay gobiernos corruptos, policías corruptos, etc.
Y Bruno para evitar que su miedo fuera sentido por las personas que querían hacernos daño, prefirió no decir nada a las autoridades, solamente trató de pensar en algo para ver si podíamos negociar con aquella gente.