El amanecer de las bestias.

Prólogo.

Catherine.

De pronto, el alto volumen de la música que me envolvía se volvió atroz, mi cerebro martillaba y mi vista se nublaba, no podía enfocarme y me sentía muy mareada… a lo lejos podía percibir que alguien intentaba llamarme por mi nombre, tomé su mano y al enfocar un poco mi vista, pude ver que se trataba de Lily, mi mejor amiga.

Me dejé arrastrar escaleras arriba por ella y una persona que la ayudaba, sujetándome de la cintura para mantener mi andar estable, ciertamente yo siempre había sido poco intolerante al alcohol y las primeras veces que tomé me desmayé, aunque fuese una cantidad muy pequeña, pero de eso ya habían pasado unos seis años y sólo había tomado un vaso de licor, que me había dado Lily.

El simple hecho de intentar pensar corroía mi cabeza, incrementando ese tedioso martilleo en mis sienes.

Me dejé caer sobre una cama, en la casa de Kyle, el dueño de la fiesta, la puerta se cerró y el sonido fue medio amortiguado, agradecí internamente e inspiré profundo a la vez que abanicaba mi rostro, utilizando mis manos para alejar esos terribles malestares que me envolvían.

El calor comenzó a subir por mi piel, mi cabeza latía profusamente y pronto me encontré ardiendo como si hubiese sido sumergida en una olla de agua hirviendo, quería girarme para vomitar, pero mi cuerpo fue aplastado y aprisionado por una persona, mi vista se encontraba desenfocada y no podía detallar sus rasgos por la imagen superpuesta de varios chicos a la vez.

El terror me invadió al no saber si había más personas en la habitación, percibía su aliento caliente en mi cuello mientras me aspiraba, olía a hierbas y alcohol, podría ser… no, definitivamente no debía estar en sus cabales, quería apartarlo, aunque no tenía fuerzas para empujarlo lejos de mí, sentía las náuseas adueñándose de mi cuerpo, estaba horrorizada por lo que podría llegar a hacerme.

Sabía que él podía sentir mi cuerpo temblar, quizás lo disfrutaba y más porque de seguro fue él quien me drogó, estaba segura de que aquello era lo que me pasaba, ya que mi cuerpo no respondía a ninguna de mis órdenes mentales.

Su fría mano comenzó a ascender por mis muslos, subiendo mi corto vestido por encima de mi pecho y exponiendo así la casi desnudez de mi cuerpo.

—No temas Cathy, verás que poco a poco te irás sintiendo mejor… —mi mente se paralizó y se quedó en un blanco total, no quería seguir escuchando, era ¿Kyle?, ¿dónde estaba Lily?

No pude aguantar más y reuní todas mis fuerzas en un grito, sentía como las lágrimas descendían por mi rostro y ahí no pude soportarlo más, el vómito salió disparado de mi boca y por la posición en la que me encontraba acostada cayó sobre mi cuerpo y por la cachetada que me dio Kyle, supe que lo había salpicado.

Mis oídos zumbaban y sentía como mi cabeza empezaba a adormecerse, el chirrido de una puerta a mi izquierda me indicó que alguien había entrado, oí pasos y escuché a alguien llamándome: “Cat”. Pronto, el peso sobre mi cuerpo desapareció y se oyeron gritos dentro de la habitación, objetos caer y romperse, golpes, toda una jauría que provocó un martilleo en mi cabeza, además la puerta estaba abierta y la música había vuelto a inundar el lugar.

—Cathy… ¿estás bien? —. Era la agitada voz de mi hermano mayor, quién me hablaba y me cargaba para llevarme con él.

No pude evitar llorar más fuerte, con la lengua dormida no podía hablar y sólo se escuchaba un gorgoteo salir de mi garganta. Agradecida de que me hubiese salvado, me apreté a él, casi fui… no quería ni pensar en ello.

Nos encontrábamos arriba en el pasillo, cerca de las escaleras, podía sentir como mi hermano se paralizaba, mirando hacia abajo y fue ahí donde caí en cuenta que ¿la música se había detenido?

En cambio, ahora escuchaban gritos y unos terribles rugidos que resonaban por el interior de la casa, escalofríos hacían temblar todo mi ser, ¿qué está pasando? Levanté mi mirada y traté de enfocar a mi hermano, terminando por encontrarme con su cara de horror, nuestros ojos se encontraron y algo en él pareció hacer clic, se giró violentamente entrando a la habitación donde habíamos estado antes y cerrando la puerta con una patada, los terribles y bruscos movimientos hicieron girar mi mundo, llevándome a la inconciencia y sumergiéndome en la oscuridad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.