El amanecer de las bestias.

Capítulo II: Un alivio momentáneo.

Cristopher.

Agotado, orillé el vehículo y lo detuve a un lado de la desierta carretera, no me preocupaba tanto seguir las leyes o que me detuviese la policía, como el hecho de que un transeúnte me chocase por detrás. Mejor prevenir, que lamentar…

Con el motor aún encendido, por si acaso había alguna bestia acechando, me quité el cinturón de seguridad y comencé a desanudar la sábana en la que tenía envuelta a Catherine. Saqué a mi hermana de esa sucia y arrugada tela, para colocarla al fin en el cómodo asiento del copiloto, le puse el cinturón de seguridad y subí el aire acondicionado al máximo, pronto el automóvil se volvió completamente helado y le eché un vistazo a Cathy, pudiendo comprobar así, que ese movimiento telúrico de su cuerpo había disminuido considerablemente.

Toqué su frente y noté que aún tenía una temperatura abrasadora, por lo que no me atreví a perder más tiempo y puse el coche en marcha de nuevo. Aumentando la velocidad en medio de la carretera, a medida que me aseguraba de que no hubiese obstáculos que nos llevasen a tener un accidente.

Mi plan momentáneo, consistía en dirigirnos a nuestra residencia al noroeste de Vancouver, a las afueras de West Point Grey, donde vivíamos alquilados en una residencia, para así terminar nuestros estudios en la universidad “The University of British Columbia”.

Mi interés principal al irme tan lejos, se debía a la creciente necesidad de independizarme y probar un nuevo entorno alejado de mi padre sobreprotector, peor aún, mi abuelo y su inminente deseo de convertirme en su sucesor, empresa de la cual carecía el más mínimo interés.

 Ya que al igual que él amaba la ciencia y la tecnología, pero desde otro ámbito, el informático y la programación, nada que ver con la robótica en la que se especializaban.

Al final, me cambié de carrera al llegar aquí y aproveché mi escape de su yugo, para tener un ambiente tranquilo a la hora de estudiar, programar y jugar.

Lo curioso es que mi inocente hermanita me siguió hasta aquí y aunque Cathy si estudió algo afín a lo que nuestros ancestros deseaban, optó por la más difícil de todas, ingeniería en robótica.

Por el momento era una estudiante con honores, muy a pesar de detestar ese lugar en el que elegí viví, esto debido a la lejanía de la institución y el epicentro de sus amadas fiestas, sin embargo, me siguió hasta aquí para estudiar en la misma universidad que yo elegí, en vez de nuestra ciudad de origen “Alberta”.

¿Razones?, no tenía la más mínima idea, porque ella amaba nuestra ciudad natal, donde estaba rodeada de la gran metrópolis que tanto adoraba y sus fieles amistades, sin contar que era la princesa mimada por nuestros abuelos y mi padre.

 Aun así, llegó hace dos años a mi puerta, luego de graduarse y ser aceptada en la universidad en la que yo estudiaba, pasó de ser la superficial y supuesta cabeza hueca con su cabello rubio fresa y mechones, para adoptar un nuevo estilo más maduro, abandonó el rosa de raíz y se volvió más aplicada en sus estudios, era tan silenciosa en su habitación y ordenada, que a veces olvidaba que vivíamos juntos.

Lamentablemente, este era mi último año para graduarme de la universidad y Catherine se encontraba finalizando su segundo año de Ingeniería en robótica, al final, la pequeña mini nerd que tanto apreciaba había regresado y al igual que en su infancia, pasaba el noventa por ciento de su tiempo estudiando y anhelando construir una súper nave espacial, con la que podría explorar nuestro sistema solar y el espacio estelar… No había desaparecido, sólo estaba oculta en su fachada de Barbie adolescente y al fin había florecido… por algún motivo que desconozco, mi mente se desvió al pasado y la simplicidad de nuestras vidas anteriores a éste noche me consolaban, quién sabe, tal vez rememoraba nuestra bonita juventud como muchos protagonistas antes de su destino fatal.

Suspiré, toqueteé la radio del automóvil hasta sintonizar una frecuencia en la que hablasen sobre la calamidad que se desató en Vancouver… hasta el momento no se había reportado incidentes fuera de éste estado, a pesar de ser una onda expansiva que avanzaba a un paso vertiginoso.

Habían acordonado la ciudad, estaba prohibida la entrada y salida de esta, así mismo, llamaban a la población a dirigimos a las bases militares más cercanas para nuestro resguardo, o en caso de pudiésemos poseer búnkeres, escondernos en ellos en hasta que se controlase la situación…

Los dedos de mis manos temblaron con indecisión, ¿debería dar media vuelta?, podía dirigirme hasta el cuartel militar Jericho Garrison que era la más cercana a nuestra ubicación desde donde me encontraba en este mismo momento, pero… faltaban sólo veinticinco metros hasta donde se encontraba nuestra residencia.

Sería sólo tomar algunas necesidades básicas, un equipaje ligero, no creo que se tardase tanto en detener lo que sea que estuviese pasando y en caso de que fuese algo mayor, sólo tendría que contactar a nuestra familia y nos enviarían a buscar.

Por el momento lo más importante era darle algo a Catherine para controlarle la fiebre, eso nos tomaría solo un momento, además de que estaba seguro de que Valery debería estar en la residencia, nuestra despampanante vecina que trabajaba como médico y que vivía en el segundo piso junto a su pequeño hijo, sí, no podía abandonarles ahí, tanto ella como Tommy podrían estar en peligro…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.