El amanecer de las bestias.

Capítulo V Adiós mi amor.

 

 

 

Marcus. Meses antes.

Con gran pesar tomé las manos de Catherine y se las besé con dulzura, acaricié sus dedos con mis labios y esa protuberancia donde se pronunciaban sus nudillos, debido a la fuerte presión que ella ejercía, poco a poco se fue relajando.

Luego sujeté su mano a la mía en un fuerte agarre, no quería irme, pero tenía que. Así que caminamos melancólicos hasta quedarnos fuera de la residencia donde vivíamos. Aquí había empezado a nevar hace poco tiempo y el viento helado chocaba contra nuestros sombríos rostros.

Justo frente a mi camioneta, Cat me miró expectante, esos ojos brillantes y tan eruditos, junto a sus mejillas sonrojadas, cautivando mi corazón, enterneciéndolo y recordándome por qué hacía esto. Fue la pregunta que hizo lo que me descolocó, su voz denotaba angustia entrecortándose al llegar al final de sus palabras.

—¿Marc vas a volver?

—Claro que sí cariño, serán unos pocos meses y me aseguraré de escribirte cada vez que tenga oportunidad —exclamé con amabilidad y coloqué mi frente sobre la suya, su dulce sonrisa me derritió y deseé quedarme junto a ella, con tristeza tomé mi mochila y me subí en mi camioneta—. Te voy a extrañar pequeña gatita traviesa —pronuncié cuando me hallaba ya sentado en el puesto del conductor, aprovechando que aún no había cerrado la puerta, la jalé y le abracé, para luego besarla ferviente—. Te amo cariño, volveré por ti, espérame por favor.

Sabía que mientras más lo demorara, más me costaría dejarla, por lo que me llevó casi una eternidad poder desprenderme de su abrazo. Tenía un extraño sentimiento de abandono y me rompía el alma dejarla, Pero me sentí al ver su carita llena de tristeza por el retrovisor, casi me hizo dar la vuelta, aunque no podía volver aún, tenía que irme ahora o tal vez, después fuese muy tarde.

Prendí la radio y coloqué una emisora ochentera, I Want to Break Free inundaba el ambiente. Eso lo hacía por ella, por mí, por un futuro juntos.

 

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Tarareé la melodía para distraer mi mente y así en unas pocas horas llegué a mi destino, BioMed, el laboratorio de una importante farmacéutica a nivel internacional.

En él, se encontraban sintetizando y probando un nuevo medicamento que generaría una revolución médica en el mundo entero, me había inscrito en la lista de sujetos de prueba y había salido elegido para ello, luego de encontrarse en última fase y asegurarme que no sería dañino, acepté, a cambio me harían entrega de una gran suma monetaria que serviría para costear la vida que anhelaba tener.

Como estudiante de medicina sabía que estos medicamentos pasaban por diversos procesos y sólo hasta que superase los test de calidad es que podrían probarlos en humanos, normalmente esos efectos secundarios eran incómodos, pero no tóxicos, síntomas leves como mareo, náuseas, insomnio, entre otros.

Un sacrificio que estaba dispuesto a pasar, con tal de tener lo suficiente para arle una vida de calidad a Catherine, invertir en mi carretera y superar esa barrera económica que tanto temía nos separase.

Con un suspiro, estacioné la camioneta y me dirigí al piso ocho, allí estarían esperando a todos aquellos que logramos ser admitidos para este proceso, observé el lugar mientras esperábamos en unos bancos metálicos que se encontraban tibios por la calefacción, había personas de todas las edades y contexturas, lo normal en éstos casos y para testear en todos los rangos posibles.

A mi lado se sentó un afroamericano llamado Carlos y comenzamos a charlar sobre el país, nuestras vidas y la razón de recurrir a este tipo de trabajo, ya era el tercero en el que él participaba.

Gracias a su personalidad extrovertida, terminé sabiendo que el provenía de Estados Unidos, pero había nacido en Cuba, tenía pocos meses en este país y gracias a la experiencia anterior, le había parecido una buena oportunidad aceptar este trabajo para ganar mucho dinero, así podría traer a su familia y todos asentarse al fin.

Me habló también de su dulce esposa “Joaquina” y sus hijos que aún no habían salido de la cálida isla tropical, sin darnos cuenta, los minutos pasaban entre nuestra cháchara y terminamos formando una buena amistad, por si acaso intercambiamos nuestros números telefónicos de una vez, así al salir, podríamos mantenernos en contacto.

Nuestra se vio conversación se vio interrumpida por el vicepresidente y el personal científico que ingresaron en la sala, en menos de un par de segundos el auditorio estaba en completo silencio.

—Buenas tardes mis estimados y estimadas participantes, les agradezco su presencia el día de hoy y les felicito por tener la valentía de entrar en nuestro sistema, sin duda habla muy bien de ustedes como…

Mi mente hizo clic y quedé agobiado por la palabrería, aprovechando que me hallaba casi al final entre las filas saqué mi teléfono, prevenido lo había silenciado antes de bajarme de mi camioneta y respondí un mensaje que me había enviado Catherine, le aseguré que todo estaría bien y prometí ponerme en contacto con ella apenas estuviese libre.

Philippe, mi mejor amigo, estaba molesto por haber congelado el semestre faltándome sólo este para graduarme, me disponía a responderle cuando Carlos me dio un suave empujón con el hombro e hizo señas para que prestase atención, el vicepresidente sujetaba un reloj y lo estaba describiendo.




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