ROMINA
El fin de semana paso demasiado rápido, mañana es lunes y eso significa que regreso al estrés de entregar tareas, el hacer trabajos en equipo y de ver como tus compañeros saben más cosas que tu aunque estén en la misma carrera y el mismo semestre. Debo admitir que aunque muchas veces odio estudiar, amo venir a la universidad, me gusta pasar tiempo con mis amigos, saber y contar chismes, ser parte de un club y sobre todo conocer personas nuevas. Esto no significa que odio mi carrera, al contrario, la amo, pero también me gusta quejarme en el proceso, se que algún día seré una gran profesionista y todo valdrá totalmente la pena.
—Odio la universidad —gruñe Natalia mientras acomodaba su mochila para mañana.
—Lo se, lo has dicho desde el primer día que entraste —bromeo.
Literalmente, en nuestro primer día en la universidad fue a clases con todo el animo del mundo y luego regreso al dormitorio y dijo que lo odiaba.
—Mi sueño es ser esposa mantenida y que mi marido millonario me diga “Natalia, amada mía, no deberías trabajar, ten te doy una tarjeta de crédito sin limites como mi amor por ti” —expresa fingiendo que lloraba.
—No uses las palabras de Kang Tae-Moo en tu loca fantasía —le lanzó una almohada la cual le pega en la cabeza, maldita sea la volverá más estúpida.
—Él es el amor de mi vida, pero no existe en mi mundo estúpido lleno de trabajos universitarios —se acostó en su cama, pero de la manera más dramática posible simulando que se desmayó.
—No debí pegarte en la cabeza, ya te descompuse más de lo que estabas. —me burló —Vamos querida, duérmete y sueña que te casas con un lindo millonario.
—Espera —se levantó —hablando de cosas lindas ¿le mandaste mensaje a Logan?
—¿El chico a quién mi hermana le aventó un licuado de mango encima? —asintió —Por supuesto que no lo hice.
Natalia blanqueo los ojos.
—¿Por qué no?
—No se que decirle, me da mucha vergüenza lo que paso —admití en un susurro.
No todos los días te encuentras con un chico, te llena de café y luego tus amigos le reclaman a su amigo y le avientan licuado para defenderte de algo que nunca paso.
—Bien, tienes un punto, pero debes admitir que eran chicos muy guapos.
—Ojalá pudiera recordar solo que son guapos y no que me vieron con mi vestido amarillo lleno de café y hielos y que luego paso lo demás.
Se que no fue algo muy grande, pero mi cerebro dice que si, y que todo fue muy malo y que posiblemente los chicos me odien y que existe la probabilidad de que luego alguien suba un video de nosotros y se haga viral.
—Romina, nadie subirá un video de lo que paso y se hará viral.
—Oye, ¿cómo sabias que pensé eso? —pregunte asombrada.
Natalia rio entre dientes y ahora fue ella quien me lanzó una almohada que atrape justo a tiempo, antes que me golpeara en la cara.
—Te conozco, pero regresando al tema, dudo mucho que los veamos otra vez y si lo hacemos solo nos disculpamos , al final tu terminaste llena de café y el de mango, listo, no hay nada que temer —explicó, yo solo asentí.
Durante el resto de la noche nos limitamos a arreglar nuestras cosas para el primer día de clases, hablamos sobre nuestros horarios y finalmente nos dormimos.
●●●
Primer día y ya todo es una locura, hoy solo tuve tres clases, pero en una de ellas tuve que formar equipo con otras cuatro personas, en otra clase llegue tarde porque nos cambiaron de aula y yo no vi el mensaje hasta que entre y estaban chicos de otra licenciatura, me hice la loca y dije que era de primer semestre para no sentir tanta humillación, la última clase fue la más normal, solo que la odio y los exámenes valen un sesenta por ciento. En momentos así desearía encontrar a un viejito pensionado apunto de fallecer y casarme con él.
Al salir de clases recibí un mensaje de Cole, una invitación para comer, acepte porque dijo que él pagaría. Ahora mismo lo estoy esperando en un pequeño restaurante de comida mexicana, tiene la mala costumbre de siempre llegar tarde, pero no puedo quejarme demasiado si pagara por mi comida.
—Hola tú, siento la demora, el entrenador nos dio unas palabras de bienvenida y esas cosas —explicó mi amigo.
—¿Desde cuando haces deporte? —pregunte sin entender a que se refería con “entrenador”.
—Ya sabes, hice pruebas para entrar al equipo de fútbol americano y al parecer quede, ahora soy receptor —anunció, como si no fuera algo importante.
No se muy bien como reaccionar ante esto, ¿debería ofenderme porque no me lo contó? ¿debería alegrarme por él? Creo que puedo hacer ambas cosas, para eso están los amigos.
—Idiota, debiste decírmelo antes, se supone que somos mejores amigos, —grité —pero me alegro por ti, eres increíble en casi todo lo que haces y mereces estar en el equipo.
—¿Qué significa que soy bueno en casi todo? ¿En qué no soy bueno? —pregunta ofendido.
—No sabes cocinar, ni cantar, ni bailar —me burlo.
Cole iba a discutir, pero el mesero llego a pedir nuestra orden y prefirió guardar silencio, ambos pedimos tacos y un refresco, la comida no tardo en llegar y nosotros no tardamos en terminarla.
Luego de salir del restaurante decidimos que teníamos ganas de un postre por un postre el cual seria un delicioso helado de chocolate, la heladería esta cerca del campus, por lo que siempre es muy concurrida por los alumnos, así que no es sorpresa que cuando llegamos este llena. Yo solo me limitó a seguir a Cole, hasta que se detiene en una mesa, al ver quienes estaban ahí hace que me entre pánico.
—Ellos son mis compañeros de equipo, Ethan y Logan —los señala— creo que ya los conoces y chicos, ella es Romina, mi mejor amiga.
Ethan me sonrió al instante y yo solo estaba ahí parada sin saber como reaccionar. Debo admitir que Ethan es bastante atractivo, ese cabello café y ojos marrones lo hacen lucir encantador.