El amor más allá de nosotros

2.En nuestro peor momento.

Muchas personas odiarían trabajar un sábado a la mañana, pero no yo. Para mí era realmente un alivio poder salir de esta casa por unas cuantas horas y respirar aire fresco. Mantenerme alejada de las preocupaciones, de los dolores de cabeza, los cuáles desde hace unos meses tienen nombre y apellido. Nicholas Ikenseck.

Era increíble como las cosas podían cambiar de la noche a la mañana en este mundo. Y el mío vivía en un sube y baja de emociones constantes desde que nos presentamos en la oficina de nuestro abogado, el mismo que nos forzó a firmar ese acuerdo prenupcial, para presentar los papeles de divorcio.

Mi mente viajó de manera inconsciente a aquel terrible momento en el que sellaríamos nuestro destino.

—Deben saber que si bien creo que están tomando la decisión correcta luego de que me expusiste lo que sientes— miró a Nick y asintió con su cabeza como si hubiese presenciado varios de estos casos— Lo cierto es que esto no será tan fácil como ustedes creen.

— ¿A qué te refieres, Willies?

—Pues, verán en este acuerdo que ustedes firmaron aparece una cláusula la cual dicta que deberán convivir por un año y medio bajo el mismo techo—terció— Es para ponerlos a “prueba”— chasqueó su lengua— En realidad para ponerlos a prueba a ustedes y a sus sentimientos. Quien dice tal vez en ese período de tiempo las cosas puedan volver a la normalidad.

Lo miré por unos segundos totalmente shockeada ante la agradable noticia que me acababa de dar o nos acababa. Ya no estaba completamente segura de que existiera un “nos”.

— ¿Donde dice eso?— Nick sacó sus gafas del bolsillo de su camisa y se las colocó.

Un gesto bastante “nerd” para algunas mujeres, pero no para mí ya que generaba todo lo contrario. Ese simple gesto lograba alterar mis hormonas y por esa misma razón decidí no mirarlo por más tiempo del necesario.

—Justo aquí— Donan Willies señaló una oración escrita en letras minúsculas.

—Pero eso es imposible de leer—se quejó mi futuro ex esposo acomodándose en su silla.

— ¿Acaso no te enseñaron que siempre debes leer la letra pequeña antes de firmar un papel? En especial uno tan importante como este— lo regañó como si fuese su padre.

Donan Willies era el abogado de la familia Ikenseck y básicamente había visto crecer a Nick,  por lo que era como un hijo para él. Había sido testigo del comienzo de nuestra relación y ahora era testigo del final de la misma

Para ser completamente honesta, ninguno de los dos se detuvo a leer con cuidado aquellos documentos posiblemente porque estábamos demasiado enamorados e impacientes  y no podíamos esperar a que llegara el día en que comenzaría nuestra nueva vida juntos.

Claro está que ninguno de los dos esperaba que terminase de aquella manera tan… cruel.

— ¿Eso significa que tendremos que vivir como perro y gatos en un departamento por los próximos 18 meses?— logré decir luego de un largo período de tiempo sin pronunciar ni una sola palabra.

—En efecto, mi querida Addi— Willies suspiró consternado— No es que quiera perjudicarlos con todo esto, solamente estoy cumpliendo con mi tarea aquí— sentenció y por la forma en la que nos miraba me di cuenta de que estaba siendo honesto.

— ¿Y qué sucederá si uno de los decide irse antes de que se cumpla el plazo?—preguntó Nick algo preocupado ante la idea de tener que pasar esa cantidad de tiempo junto a mí.

—Pues si eso llega a ocurrir, uno de los dos deberá pagarle al otro una cuantiosa cantidad de dinero— afirmó— Una que ninguno de los dos tienes, es por eso que incluí está clausula en el documento, ya que soy consciente de que si bien el patrimonio de los dos es realmente alto y su futuro se ve prometedor gracias a él, ninguno de los dos tiene la cantidad de dinero para pagar ese “castigo”— dibujó unas comillas en el aire.

— ¿De cuánto dinero estamos hablando precisamente?— el tono del hombre que estaba a mi lado era frío y duro. Como si estuviese buscando por todos lados la manera de poder escapar de este lio en el que los dos nos habíamos metido por haber sido irresponsables e irracionales.

—Un millón de dólares.

Los ojos de Nick se abrieron como platos al escuchar eso  y yo me limité a mirar al piso para así evitar que los hombres que estaban en aquella habitación conmigo no viesen como me había afectado todo aquello.

—Estás loco. Eso es imposible, debería trabajar durante dos años para conseguir esa suma. Al igual que Addi, ¿o no?— por el rabillo de mi ojo vi como su cabeza giraba en mi dirección.

— ¿Addi? ¿Esto es asi?— inquirió Willies— ¿Addi?—volvió a llamarme pero por algún extraño motivo no podía moverme, ni hablar, ni nada. Mi estómago daba vueltas y sentía que todos mis músculos se agarrotaban para luego convertirse en gelatina.

— ¿Te encuentras bien?— Nick colocó una de sus manos sobre la mía haciendo que mi cabeza.

Pero fui incapaz de responder porque me sentía confundida ya que no podía ver a Nick con claridad, se veía borroso y se movía de un lado al otro. Cuando mis ojos se pusieron en blanco y una oscuridad invadió mi visión me di cuenta de porque no podía hacerlo. Me había desmayado.

Desperté en el sofá de Willies luego de unos cuantos segundos o minutos, no estaba completamente segura de cuánto tiempo había pasado, y tenía frente a mí a los dos hombres mirándome horrorizados.

— ¿Estás seguro de que no necesitas que llame a la ambulancia?— preguntó Donan a Nick quien no paraba de mirar su reloj mientras con su otra mano controlaba mi pulso.

—No creo que sea necesario. Su ritmo cardíaco está bien y  además está despertando. Estoy casi seguro de que estará bien— dijo en tono calmo y seguro— ¿Addi, linda estás bien?

Fijé mis ojos en él y luego los posé sobre Willies, y cuando al fin estuve segura de que sus cuerpos no se movían de un lado para el otro me obligué a mí misma a tomar fuerzas para sentarme.



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En el texto hay: maternidad, matrimonio, amor

Editado: 04.07.2021

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