El amor más allá de nosotros

3. Esto es guerra.

Salí  del baño y permití llenar  mis fosas nasales del aire fresco y limpio que invadía ese pequeño hogar.

Era tan satisfactorio estar sola en este momento. Poder ser yo y mis pensamientos, Addi contra Addi. Lo cual en algunas situaciones podría ser transformarse un arma de doble filo.

Es como si mi persona se viviese en dos. La Addi buena la cual solo quería su propio bienestar y el de las personas que le rodeaban, quería conseguir todas sus metas y por sobre todas las cosas quería encontrar a alguien que la amara de verdad, una persona que si bien no fuese un príncipe azul como los de cuento de hadas, fuese al menos una persona decente, una que no se preocupara por él.

En pocas palabras, solo quería buscar a un hombre que no fuese Nick.

Pero la Addi mala, esa autodestructiva, esa que era sumamente egoísta, quería pasar el resto de sus días demostrándole a Nick que yo era buena para él, que aun funcionamos juntos, que podíamos volver a amarnos. Y solo quería lo mejor para él, dejando de lado lo que lo era para mí, renunciando así a todo lo que quería.

Todo esto ponía, a veces, en jaque a mi mente. ¿A cuál de las dos debería hacerle caso? ¿Cuál de las dos tenía razón? A la que era egoísta consigo misma y estaba dispuesta a renunciar a todo para hacer feliz a un hombre que claramente no la amaba, o a debía escuchar a la que se amaba demasiado a si misma y debía dejar atrás esta relación que claramente no estaba bien.

De lo único que estaba segura es que tenía que actuar de manera rápida y elegir cuál de las dos tenía razón porque ya no estaba yo sola en el mundo, sino que ahora tenía una vida más que dependería de mí a partir de ahora.

Tomé mi móvil para enviarle un mensaje a Lissa.

—Estoy saliendo de casa. ¿Necesitas que lleve algo?

Mientras esperaba que respondiera busqué en mi bolso las pastillas que me había recetado el obstetra para que la pequeña crezca sana y sin problemas. Era una lástima que fuesen tan asquerosas y que despertaran aún más mis nauseas matutinas.

Conté hasta 10 e intenté retener lo que había comido en mi estómago, pero me fui imposible e inicié una veloz carrera hacia el lavabo.

—Pequeña Ava, vas a terminar conmigo y con todos mis outfits decentes—le hablé a la pequeña personita que había dentro de mí.

¿Se preguntarán como sabía que era una niña? ¿Cómo era posible que supiera el sexo del bebé si era demasiado pronto para eso? Pues, creo que se trataba de 50% intuición de madre y el otro 50%  de esperanza. Siempre había querido tener una niña y ponerle ese nombre y en el caso de que fuese niño, Nick había elegido el nombre Dimitri para él, nombre que iría perfecto con su apellido.

Un pequeño bip resonó desde el sofá anunciando que tenía un nuevo mensaje de Lissa.

—Solo tu cabeza y un par de cafés negros de Starbucks. Ya envié a un taxi a buscarte, el cuál debe estar por llegar… Ahora. Así que será mejor que te apures.

Sonreí a la pantalla. Realmente no sabía que sería de mí sin Lissa, en especial durante este último tiempo. Se había transformado en mi roca, en esa pared en la que me podía apoyar cuando sentía que todo se venía abajo, todo menos ella, porque era fuerte y haría hasta lo imposible para protegerme.

Guardé el teléfono en el bolso, y metí en mi boca una menta para refrescar mi aliento.

—Buenos días, señorita Chanswick, ¿cómo se encuentra esta mañana?—preguntó el señor Johnson, el botones del lugar.

—Muy bien por suerte, algo mareada y con nauseas, pero son los efectos secundarios de llevar una pequeña aquí—señalé a mi estómago.

Sus ojos se abrieron como platos y su rostro se vio invadido por la emoción.

Johnson era el encargado de este lugar y nos había visto llegar a Nick y a mí como una pareja de enamorados, llenos de esperanza hacia el futuro que construiríamos juntos, y también fue testigo de cómo nuestra relación fue deteriorándose poco a poco y todo se transformó en una auténtica pesadilla, de hecho varias veces presencio alguna que otra de nuestras peleas y discusiones, y me ofreció su pañuelo para que secara mis lágrimas.

— ¿Acaso ya saben que será?

Negué con mi cabeza.

—Es demasiado pronto, pero algo me dice que será una niña, por lo que quien te dice Johnson, tal vez en 9 meses tengas a una pequeña Addi recorriendo los pasillos del edificio— agregué antes de voltearme a la calle para ver si había llegado el taxi que me llevaría a la oficina.

—Eso espero, señorita— afirmó y sus ojos brillaban ante esa idea— Solo quiero que sea muy feliz—hizo una pausa y sus dedos comenzaron a jugar con los botones de su traje— Disculpe que me entrometa, pero como se encuentran las cosas entre usted y el señor Nick?—preguntó con el semblante totalmente serio.

Demás está decir que luego de haber presenciado aquellas peleas entre ambos, Nick se había convertido en una persona poco grata para él. Según las palabras de Johnson, “aquel hombre que haga sufrir  a una mujer no merece ser reconocido como tal”, lo cual me hacía preguntarme como lo percibía él a mi futuro ex esposo luego de todo lo que había visto.

—Hasta el momento todo está bien—un auto se aparcó detrás de mí e hizo sonar su bocina— Pero si necesito de tu ayuda te lo haré saber—le sonreí al hombre que siempre se había mostrado atento conmigo— Ahora si me disculpas, debería estar en el trabajo hace media hora y voy algo  tarde—miré mi reloj de pulsera.

—Que tengan un grandioso día—dijo y bajó la víscera de su boina.

—Igual tu—respondí mientras abría la puerta del taxi y me subía a él.

Al entrar al vehículo fui recibida por el fulminante olor al tabaco que recorría el pequeño lugar. Juraba que se podían ver las pequeñas nubes de humo circular allí dentro.

— ¿Le molesta que baje  la ventana?— miré al conductor que estaba más interesado en su mandar un mensaje que en la persona a la que debía llevar sana y salva a su destino—Estoy embarazada.



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En el texto hay: maternidad, matrimonio, amor

Editado: 04.07.2021

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