5.Mi boleto de salida.

Las voces por los parlantes resonaban a mí alrededor.

—Addison esta aquí y podríamos llamarla "nuestro ángel de la guarda"— anunció el maestro de ceremonias pegando su boca más se lo necesario al micrófono—Ya que esta aquí para reemplazar a nuestra modelo que iba a aterrizar desde Suecia pero no pudo estar aquí debido a problemas climáticos— sacó un pañuelo del bolsillo de su apretado saco para secar el sudor de su frente—Por eso les pido un gran aplauso para ella— dijo y alentó al público a que lo hiciera.

Bien, es cierto que cualquier mujer se habría sentido agasajada con esa cantidad de afecto y atención. Y no es por eso que me sentía abrumada. Lo que me hacía sentir así era la pregunta que atormentaba mi mente.

Que rayos hacia Nick aquí y porque se mostraba tan... Feliz. Si yo era el " ángel de la guarda " para todos los presentes, él para mí era el mismísimo diablo, el príncipe de las tinieblas.

Llevé una mano a mi cintura y me dispuse a cumplir con la tarea que me habían encomendado. No podía ni dejaría aunque pudiese que mi vida personas se interpusiera con mi trabajo.

Cuando pase por la primera fila lo observé de costado antes de darle una gran sonrisa a Lissa que apuntaba en mi dirección con sus dos pulgares en alto.

—Tú puedes, perra. Muéstrales de lo que estas hecha— colocó sus manos a ambos lados de su boca formando una especie de megáfono, por lo que cada persona a su alrededor pudo escucharla.

Le saqué la lengua y le di la espalda para volver por donde había venido. Miré por sobre mi hombro y miles de cámaras fotografías apuntaron en mi dirección antes se cegarme con los destellos que emitían.

—Una vez más, damas y caballeros, nuestra consultora de moda, y flamante modelo salvavidas, Addison Chanswick— tomó mi brazo y lo levantó en alto— Y debo agregar también, la futura mamá más hermosa que he visto— me pasó el micrófono y podía ver en sus ojos que esperaba que dijese algo.

Si tan solo él supiera que era pésima dando discursos. Aun mi cuerpo tiembla al recordar el bochorno que cometí cuando tuve que pronunciar mis votos y eso que estábamos Nick y yo rodeados por 20 de nuestras personas más cercanas en una iglesia y el sacerdote.

Pero esto era de otro nivel. Si decía algo mal sabía que los despiadados periodistas usarían esas palabras en mi contra. Y sería la protagonista de todas las tapas de revistas a la mañana siguiente.

—Yo...yo— aclaré mi garganta que se sentía súper seca. Yo solo quiero decir que es un honor poder estar parada aquí, defendiendo nuestro trabajo y demostrando que no hay nada que nos pueda detener a la hora de cumplir nuestros sueños— me puse de costado y lleve una mano a mi estómago, acunando a la pequeña Ava y mostrando una sonrisa tan grande que a duras penas cabía en mi rostro— Ni un embarazo, ni un corazón roto, ni un repentino cambio de planes que pondrá su mundo de cabeza y las obligará a replantearse muchas cosas. Nunca se den por vencidas. Porque las mujeres— puse mi puño en alto.

Busque con mis ojos a Nick y lo vi con su cabeza gacha sin saber muy bien que hacer o que decir, sabiendo perfectamente que mi pequeño "mensaje" iba dirigido a él.

—Siempre estamos al poder— respondieron en coro todas las que estaban en la sala.

—Gracias, Brockman— dije devolviéndole el micrófono al hombre que sin dudas no esperaba que algo así saliera de mi boca ya que me miraba asombrado y conmovido.

—No hay de que— asintió— Una vez más, con ustedes la gran Addi Chanswick— hizo una pequeña reverencia.

La gente estalló en aplausos y yo dejé la pasarela sintiéndome como la Mujer Maravilla o incluso alguien más poderosa. Era como si el espíritu de todas las súper heroínas hubiese poseído mi cuerpo. Me sentía imbatible. Era yo contra el mundo y por esta vez tenía la sensación de que sería yo quien le daría un puñetazo en gran y redonda cara.

—Chica eso fue increíble— dijo Cinthia acercándose a mí con sus brazos extendidos para hacer algo totalmente impensado... Abrazarme— Lo diste todo, y ese mensaje al final— silbó— Fue muy motivador. Casi me hizo creer que era capaz de hacer todo lo que yo quisiera.

Me aleje unos centímetros de ella al sentirme asfixiada por su muestra de cariño.

—Me hace muy feliz saber que te hice sentir se esa manera con mis palabras— dije y coloque una mano en uno de sus hombros— Recuerda, la única persona que representa un obstáculo entre tus metas y tú, eres tú misma.

—Vaya— pestañó varias veces—Suenas como una de esas gurús que encuentras en las clases de yoga o cosas así— soltó una carcajada.

—Debo confesarte que todas esas sesiones de yoga prenatal me están dando buen resultado. Desde que las comencé puedo ver al mundo y a la vida de otra manera.

—Te envidio— soltó por lo bajo, temerosa ante mi reacción al escuchar la palabra "envidia"— En mi vida no hay lugar para pararme a pensar dos veces las cosas. Es como si necesitara aprovechar cada minuto que tengo disponible porque si no siento que es una completa pérdida de tiempo— resopló.

—Debes encontrar la manera de equilibrar las cosas— respondí— No es fácil pero es la única manera de sobrevivir. Día tras día— masajeé su brazo con mi mano en un intento por infundirle algo de valor.

—Es fácil de decir eso cuando siempre tienes buena compañía a tu lado— se quedó en silencio unos segundos mirando a un punto fijo por sobre mi hombro—Hablando de eso, creo que hay alguien que te está buscando y y...yo debo irme ahora— fingió mirar al reloj que llevaba en su muñeca. No sabía porque pero podía notar  que se sentía intimidada por la persona que estaba detrás de mí.

Giré sobre mis talones con una gran sonrisa en mi rostro, esperando encontrarme con Lissa que seguramente no podía esperar para darme su opinión sobre mi desempeño en la pasarela.

Sin embargo aquella felicidad no duró demasiado ya que mi sonrisa desvaneció al instante al ver que la persona que estaba delante de mí era Nick, sosteniendo aun el bendito ramo de rosas rojas.