El día comenzaba de manera normal para todos, los niños se preparaban para la escuela, los mayores se dirigían al trabajo y las calles comenzaban a llenarse de autos, así comenzaba el ajetreo de la mañana. Si, un día normal en la ciudad, pero para Regina aquel era el peor día de todos, se supone que hace mas de media hora tendría que haber estado en el trabajo recibiendo las cosas de la persona que había comprado el hotel donde trabaja.
Hace un mes Regina había decidió mudarse a la ciudad luego de no poder encontrar trabajo en el pequeño pueblo donde esta vivía, su madre la había instado a irse en busca de mejores oportunidades y encontrar una buena universidad donde poder estudiar. Ella pudo culminar sus estudios y cuidar a su madre gracias a la ayuda de su difunto padrino quien había muerto hace dos meses, luego de la muerte de este, Regina estaba decidida a terminar sus estudios para conseguir un trabajo decente con el cual pagaría las deudas y el tratamiento para su madre.
Su madrina Estela, mientras tanto, se quedo cuidando de su madre. Regina les mandaba dinero para que pudieran vivir lo mejor posible, mientras que ella trabajaba en uno de los hoteles mas grandes de aquella ciudad.
Había comenzado su trabajo como camarera de piso, hace algunas semanas y aunque era un trabajo pesado Regina se mostro feliz por al menos conseguir un trabajo donde la paga era buena. Claro que, como esta le mandaba la mayor parte del dinero a su madre, pues su vida no era tan cómoda.
La joven vivía en un barrio de gente pobre, en un apartamento por el cual tenia que pagar el alquiler una vez al mes. El dinero no le alcanzaba casi para nada pues también tenia que comprar comida, aunque cuando podía esta comía en el hotel.
Todos los días Regina tenia que levantarse a las seis de mañana para ir al trabajo, luego ir a la universidad y de nueva cuenta ir al trabajo para terminar la jornada a las nueve de la noche. Aquello era demasiado para ella, pero tendría que acostumbrarse.
Hace una semana el gerente principal del hotel había reunido a todos los empleados para anunciar que el hotel había sido comprado. Este no había dicho por quién, solo les ordeno a todos que el hotel fuera revisado y limpiado a fondo. Desde aquel día todo el hotel se mantenía mas limpio de lo común, lo que significaba que todos trabajaban el triple, el nuevo comprador había dicho que iría a ver el hotel, pero este todavía no había aparecido.
Con el ajetreo constante del trabajo tanto en la mañana como en la noche y la universidad, Regina sentía que podía morir de fatiga. Su cuerpo le pedía descanso y es por esto que el día anterior apenas llego del trabajo se tumbo en la cama e inmediatamente se quedó dormida.
Es asi, como actualmente llego a la situación de un inicio, hace unos minutos esta había recibido una llamada de su jefa, amenazando con despedirla si no llegaba dentro de media hora. Regina maldecía la mala suerte que la perseguía, justo ese día tenia que llegar el dichoso dueño del hotel ¿Acaso le costaba mucho llegar en la tarde? ¿Por qué demonios tenia que llegar tan temprano en la mañana?
Esta salió tan pronto como pudo, pero al salir había una fuerte llovizna y ella tuvo que correr la mayor parte del camino hasta que al fin pudo encontrar un taxi. Esta de mas decir que llego completamente mojada al trabajo, ella quería echarse a llorar en aquel momento, pero se mantuvo firme —Nada puede ser peor— se dijo así misma.
Se preparo lo más rápido que pudo mientras intentaba secarse, algunas de sus compañeras se reían y otras la miraban con pena, pero ella no le dio importancia. Mientras se vestía, Regina buscaba con la mirada a Susan, una compañera de la universidad que también trabajaba allí.
Susan era su única amiga desde que llego a la ciudad hace un mes y fue ella quien le ayudo a conseguir el trabajo, por lo que esta estaba más que agradecida con ella.
Regina termino de cambiarse la ropa por el uniforme y se encontraba peinándose cuando fue llamada para servicio en la habitación 101, esta termino de peinarse apresuradamente, ya se había perdido la reunión con el nuevo dueño y había sido regañada por la jefa del servicio por aquello, lo que menos necesitaba en aquel momento era que uno de los clientes del hotel se quejara por que tardaba mucho en llegar.
Tomo el carrito donde se encontraban las cosas para la limpieza y camino lo más rápido que pudo hasta el elevador, pero este fue ocupado por otra chica de servicio quien se burló cruelmente de ella.
Tuvo que esperar de nuevo el elevador y cuando por fin llego a la puerta de la habitación 101 se tranquilizo un poco y tomo aire. Toco la puerta una, dos, tres, cuatro veces y nadie respondió, cuando iba a tomar la tarjeta para abrir la puerta, se escucho una voz — ¿Quién es? — preguntaron desde el interior de la habitación.
—Servicio a la habitación— respondió ella. En ese momento abrieron la puerta y ella se quedo asombrada, un hombre parecido a un dios griego estaba frente a ella con solo una toalla rodeando su cintura y agua escurriendo desde su cabello hasta su cuello y de allí hasta su pecho.
—Pasa— Al escuchar la voz Regina salió de su aturdimiento, el en cambio se dio vuelta y ella pudo tener una vista perfecta de su espalda. De repente ella sacudió su cabeza y pensó para sí misma —No actúes como tonta—. No quería que la reportaran como una acosadora u algo así, dejo el carrito en el pasillo y tomo algunos objetos de limpieza.
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Editado: 17.07.2021