«Entre los hilos invisibles del destino, nuestras almas se buscan como en un antiguo hechizo que el universo tejió en silencio, y en ese encuentro, la magia que nos envuelve nos promete un amor eterno, un encantamiento que ni el tiempo ni la muerte podrá deshacer».
—Durante generaciones, las familias Moretti y Rossi hemos estado regidos por los designios de una antigua maldición —le dice su abuela, Silvia Rossi, la matriarca de la familia, sentada en una cómoda mecedora en la villa familiar de La Toscana.
El sol de la Toscana cae sobre los extensos olivares, bañando las colinas en un resplandor dorado. Los ojos de Silvia, aunque cansados por los años, brillan con la intensidad de quien ha vivido más de lo que su nieto puede imaginar.
Franco mueve la cabeza, con una sonrisa condescendiente. La ama y la respeta profundamente. Por mucho que quiera no puede decir lo que realmente piensa de todo ese absurdo que ella le está diciendo.
—Por décadas, lo que hemos sido es, feroces rivales, abuela —aclara Franco—. El mundo empresarial es competitivo y despiadado. No perdona las debilidades. Si queremos mantener nuestra posición, como hasta ahora, no podemos inclinarnos ante esos Moretti ni mostrar vulnerabilidad. Mucho menos dejarnos llevar por supercherías sinsentido.
—Por eso tienes que casarte con Giulia Moretti. La miniluna está por llegar, y con ella la maldición —insiste—. Si no hacemos algo para detenerlo, el ciclo se repetirá.
La rivalidad entre los Rossi y los Moretti es tan antigua como las mismas colinas de la Toscana. Las dos familias han luchado por generaciones por el control del mercado de aceite de oliva, cada una buscando superar a la otra.
Lo que hace muchos años comenzó como una disputa comercial, se ha convertido, en la actualidad, en una guerra sin cuartel, dejando heridas y cicatrices profundas y una hostil enemistad que parece imparable.
Un informe confidencial que yace sobre el escritorio de Franco, revela que Casa Moretti, la empresa que dirige su mayor rival, Giulia Moretti, está por lanzar un nuevo aceite de oliva con características idénticas a las de la última innovación de Almazaras Rossi, su empresa. El problema no es solo la coincidencia. Alguien dentro de su propia compañía ha vendido información confidencial. Franco cierra los puños, sintiendo la ira burbujear bajo su piel. La traición duele, pero más lo hace saber que Giulia se sigue interponiendo en su camino.
El desprecio que siente por ella, aunque nunca la ha visto en persona, es visceral. Cada maniobra de Casa Moretti parece diseñada para socavar su trabajo, cada golpe planeado para dañarlo donde más le duele: su empresa.
Sin embargo, en las sombras del pasado, yace un secreto antiguo, casi olvidado, que amenaza con volver a aflorar; por eso, el abuelo de Giulia y la abuela de Franco, quienes en su juventud compartieron un romance prohibido, deciden que es hora de poner fin a esa disputa, sobre todo, acabar de una vez por todas con la maldición que a ellos dos los condenó.
Juntos, idean un plan audaz.
A kilómetros de distancia, en el otro extremo de la región, la amplia biblioteca de la Villa Moretti, con sus estanterías repletas de libros y trofeos que celebran la larga trayectoria de su familia en la producción de aceite de oliva, se siente para Giulia, más opresiva de lo normal.
Sentada frente a la chimenea, con una copa de brandy en sus manos, no puede dejar de pensar en el próximo lanzamiento de su empresa. Sabe que Franco Rossi no va a quedarse de brazos cruzados. Él es un adversario formidable.
Ella ha crecido con la firme convicción de demostrar su valía como CEO en un mundo dominado por hombres. La rivalidad con los Rossi es algo que lleva en la sangre, una herencia que le ha sido transmitida desde la cuna, por eso no descansará hasta que Casa Moretti se alce como la empresa líder en el mercado del aceite de oliva.
La puerta de la biblioteca se abre, y su abuelo, Pablo Moretti, entra con una expresión que Giulia pocas veces ve en él. Se sienta frente a ella, en silencio por un momento, como si estuviera eligiendo con cuidado las palabras que está a punto de decir.
—Franco Rossi y tú, tienen que unirse en matrimonio —manifiesta, con la voz firme, sin dejar lugar a la duda—. Debemos fusionar las empresas en una sola y acabar de una vez por todas con todo este odio que nos ha consumido durante tanto tiempo. —Un odio que lo separó a él y a Silvia, cuando eran solo unos jóvenes enamorados.
Ella no conoce a Franco Rossi en persona, toda la comunicación entre las dos empresas siempre se maneja a través de intermediarios, asesores o representantes; pero la sola mención del nombre le provoca una punzada de rabia y lo siente como un enorme desafío.
Para ella, Franco es todo lo que está mal en su vida profesional. Está cansada de ese apellido, cansada de que cada avance que logra en el mercado esté ensombrecido por la constante amenaza de su rival.
—Te amo, abuelo —replica Giulia, con altivez—. Y sabes que te complazco en todo. Pero, no haré semejante locura. No me casaré con un Rossi, ni siquiera por ti.
Editado: 23.11.2024