El amor puede ser Trágico

La Excusa (Parte 2)

─ ¿Que? ─ Dijo Archie atónito.

─ Renuncio ─ Sus piernas temblaban ante la presencia de su primo.

Archie miro de pies a cabeza a Nicolas una y otra vez, se rio de lo irónico que le sonó esa palabra, dejo los documentos a un lado y junto sus manos.

─ Que ironía ─ Sonrió un poco ─ ¿En tu primer día de trabajo? Renuncias.

─ Decidí... que... no podría llevar a cabo este gran trabajo, Ar... Su majestad ─ Escondió sus manos temblorosas detrás de su espalda.

─ Y si te concedo renunciar como mi secretario... ¿A que se dedicaría por toda su vida, Bennet? ─ Dijo seriamente.

Nicolas abrió su boca para hablar pero ninguna palabra salia, esos cortos tres segundos eran largos para el pelinegro, su mente esta en blanco, no se le ocurría nada así que... dijo lo primero que vio. Lo primero que vio fue la espada del emperador al lado del escritorio.

─ ¡Caballero! ─ Alzó la voz.

─ ¿Perdón? ─ Dijo Archie molesto por el tono fuerte de Nicolas.

─ Ah... ─ En milisegundos, Nicolas se dio cuenta de su error ─ Mil disculpas, emperador, sólo... me sentí alagado cuando pregunto a que me dedicaría.

─ Y es a la ¿caballería? ─ Pregunto desorientado ─ Nunca creí que tuvieras la motivación para ser un caballero.

─ Soy bueno con la espada así que... ─ Aparto la mirada de Archie ─ ¡¡Pero no mas que usted, emperador!!

─ Bien... ─ Retomo los documentos los cuales el estaba leyendo ─ Puedes ser caballero y es mas...

─ ¿A que se refiere, emperador? ─ Dijo un poco mas liviano.

─ Escribiré una carta para que seas admitido rápidamente, por orden mía. Quiero ver que tan capaz eres de ser un caballero ─ Dijo agarrando pluma y tinta y también una hoja en blanco ─ No te preocupes por pasar las pruebas, solo tienes que estar preocupado por satisfacer mis expectativas.

─ Gra... Gracias, su majestad ─ Dijo doblando sus rodillas ante su primo.

─ Se puede ir, tengo asuntos mas urgentes que atender ─ Dijo sin prestarle mas atención.

Nicolas salio de ahí rápidamente pero evitando ser irrespetuoso, caminando por los pasillos para ya irse a su casa, la ansiedad le gano, no pretendía ser alguien que fuera el secretario de su majestad, (aun que es un puesto muy difícil de conseguir), ni siquiera pretendía mucho menos ser un caballero, entre sus pensamientos se encontró a una hermosa mujer de cabello café oscuro que su sola presencia emana autoridad y una cautivadora sensación de comodidad, esa es la emperatriz Margaret en camino a ver a su esposo por asuntos del imperio, Nicolas a ver a Margaret, su amor platónico de casi toda su vida, quiso ignorarla caminando de nuevo a la oficina del emperador, Margaret se dio cuenta y se acerco a el lo mas rápido que pudo.

─ ¡Bennet! ─ Exclamó para que se detuviera.

 

Nicolas quería ignorarla pero no podía, el quería verla, admirar su belleza de cerca, ¡estar con ella!, pero ¿como? Ya es una mujer casada, cualquier interacción con ella y sería su ruina en la sociedad, y ese sentir le hizo bajar la velocidad.

Una pequeña mano toco la gran espalda del pelinegro, este al sentir el suave y delicado tacto se exalta, dejo de caminar, volteó a ver atrás con nerviosismo y miro a Margaret detrás de el con su mano tocando su espalda.

─ Marga... ─ Se detuvo. Trago un poco de su saliva y hablo ─ Su majestad, la emperatriz ─ Dio un paso al frente, se dio la vuelta e hizo una reverencia.

─ ¿Por que usas esa etiqueta? Nos conocemos desde nuestra infancia, no odiaria si me llama por mi nombre, Nicolas ─ Dijo mirandolo a esos ojos marrones.

─ Pero... ¿Y si los demás lo toman ofensivo? ─ Dijo alejándose un poco.

─ Soy la emperatriz y nadie se atrevería a decirme una sola palabra, solo el emperador tiene el poder para hacerlo ─ Dijo acercándose ─ Vayamos a hablar en el jardín.

─ ¡Pero su majestad! ¡¿Y el asunto pendiente con el emperador?! ─ Se acerco una criada preocupada por tal tema tan privado que hasta sus damas de compañía no tienen idea sobre que es.

─ Si tienes asuntos que resolver con su majestad, el emperador ¡es mejor que se apresure! El emperador es de poca paciencia ─ Dijo señalando el camino de la oficia de Archie.

─ Puede esperar ─ Dijo dandose la vuelta. Camino un par de pasos en dirección al jardín, Margaret se dio cuenta que Nicolas no la seguía ─ ¿Por que no me acompañas?

─ Aun que quisiera, no podría, Mar..Margaret ─ Dijo desilusionado.

─ No es una sugerencia, es una orden, Bennet ─ Dijo avanzando junto con sus damas de compañía detrás de ella.

Nicolas al oir que era una orden se sintió demasiado feliz en su interior que soltó una pequeña pero calida sonrisa, corrió un poco para poder alcanzarla pero con mucho cuidado con las damas.

─ Entonces, si te puedo decir Margaret ¿puedo llamarte Mar? ─ Dijo muy sonriente, caminado junto con ella.

─ No te pases de confianza, Bennet ─ Dijo negando la propuesta.

Ambos jóvenes caminaban lentamente por el gigantesco y hermoso jardín, decorado con innumerables flores, en su mayoría rosas de cualquier color, la energía del pelinegro cambio drásticamente al estar con esa mujer que le robo el corazón, no puede quitarle la mirada, esas pupilas grises que hipnotizan cada vez mas, el cabello café oscuro que bajo el sol se convierte en un castaño claro, Nicolas no para de verle con una sonrisa embobado, nuestro querido amigo se tropezó con una pequeña piedra que por poco lo hace caer pero le hizo quitar toda su atención en Margaret.

─ ¿Esta bien, Bennet? ─ Dijo preocupada por el ─ ¿Se siente usted bien?

─ ¡Si! ─ Exclamó avergonzado ─ ¡E-estoy bien! Solo me tropecé... ─ Paro de hablar al ver que la mano de Margaret tocaba su frente.

─ Parece que no tienes fiebre ─ Dijo quitando su mano ─ ¡Senorita Amanda!

─ Si, su majestad ─ Se acerco la dama de compañía a la emperatriz ─ ¿Necesita algo?




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