El ángel de la muerte

Capítulo 5: La cita

Le di la oportunidad de decir algo, pero ignora mi mirada durante todo el camino, como si eso fuera suficiente para evitar que yo hable. 

—¿Dónde estabas ayer? No estabas en la casa cuando regrese de correr.

—Fui a caminar—se limita a decir. 

Necesito más que esas simples palabras, sabe que no tienen permitido salir si no es estrictamente necesario, y no estaba siguiéndome como siempre, así que necesito que me diga en dónde diablos estaba.

—Necesitaba despejar la mente—lo detengo a mi lado.—No hice nada que nos delatara. Puedes estar tranquila. 

Quita mi mano de su brazo continuando su camino. Lo sigo detrás aun con la espinita de la duda. ¿Qué estará pasando por su cabeza? Él no conoce la tierra, y lo único que sabe esta basado en anécdotas de las almas que ingresan al infierno, referencias no muy buenas si estoy siendo honesta. 

Ambos entramos a la escuela rodeados de alumnos. Sin querer mis ojos conectan con esos azules que se convirtieron en mi nueva pesadilla. Smith descansa apoyando su hombro en su casillero, aunque platica con sus amigos sus ojos aún están sobre mí. Estoy por decirle algo a Archer, pero me interrumpe.

—Te veo después.

Pasa por mi lado sin mirarme, continua su camino dejándome sola en el pasillo lo cual me desconcierta. A estado muy extraño esta mañana. 

Smith se despide de sus amigos para acercarse, ignoro el hecho que camina hacia a mi yendo directo a mí casillero, en segundos se encuentra a mi lado.

—Vamos, no estas enojada por lo que paso ayer, ¿verdad?—No respondo.—Gané justamente, aún tengo los golpes que lo demuestran. 

—Lo que digas—respondo secamente. 

Pongo la combinación de mi casillero para abrirlo, agarro algunas cosas que deje ayer y que necesito para tomar las clases de hoy. 

—Que dices si...

—No estoy interesada—lo corto con frialdad. 

Ya tengo suficientes problemas, no necesito uno más. ¿Cómo es que no entiende si estoy siendo de lo más directa? ¿Necesita que me lo escriba en la frente? 

Asiente lentamente. 

—Ven conmigo.

Cierro mi casillero frente a su cara, lo ignoro caminando hacia el salón. Una mano sostiene la mía dándome la vuelta, antes de que pueda procesarlo Smith me guía hacía la salida. 

—¿Qué diablos te pasa?—tiro de mi mano, pero él no la suelta apretando su agarre. 

—Tendremos la cita ahora—me informa sin voltear atrás.

—¡Estas loco!—gritó liberándome al fin. 

Todos en el pasillo giran sus cabezas para ver el pequeño espectáculo que estamos montando. El silencio se hace monstruoso, todos contienen sus respiraciones, mientras otros murmuran cosas por lo bajo creyendo que no podemos oírnos. 

Smith ignora las miradas parándose a unos centímetros de mí, sus ojos retándome a hacer algo. Luego la razón me golpea. Toda la atención está puesta en nosotros. Lo que tanto he tratado de evitar. Lo único que me faltaba, que este idiota termine por delatarme. 

—Bien—acepto molesta.

Toma de nuevo mi mano, guía el camino hasta la entrada de la escuela. Todos los presentes en el pasillo nos ven salir por las puertas aún sosteniendo sus respiraciones. Llegamos al estacionamiento parándonos frente a un auto.

—Sube—ordena abriendo la puerta. 

Hago lo que dice y subo al coche, cierra la puerta de mi lado, segundos después entra por la puerta del conductor. Arranca el coche saliendo del estacionamiento, mi coraje aumenta al ver como nos alejamos. Maneja el carro llevándome por las calles del pueblo.

No puedo evitar sentir como cada cinco segundos voltea a verme de reojo, como si tuviera miedo de que saltara del coche en cualquier momento.

—Podrías dejar de verme.

—¿Por qué, te pongo nerviosa?

—Por favor—me burlo.

—No serías la primera.

—Ya quisieras—lo miro a mi nado—Ni siquiera eres mi tipo.

—¿Y cual es tu tipo según tú?

—Los que no me obligan a salir con ellos.

—Obligar no. Estás simplemente cumpliendo una apuesta que perdiste—se encarga de recordarme muy amablemente. 

Lo odio. 

Odio que no pueda hacerle nada para escapar de esta situación, claro que tuvo que arrastrarme fuera de la escuela con testigos el maldito gusano. 

La idea de abrir la puerta y salir de aquí cruza mi mente, pero al salir sin ningún rasguño sería sospechoso e imposible para una humana, la cual tengo que seguir recordándome que estoy fingiendo ser. 

Una eternidad pasa hasta que llegamos a un restaurante. Mi corazón se acelera en mi pecho cuando veo el nombre, este es el mismo restaurante en el que se supone Pam debe estar trabajando ahora.  

Smith estaciona el carro antes de apagarlo. Abre la puerta de su lado para salir de un salto. Lo veo rodear el carro parándose a un lado de mí puerta. Salgo buscando algún rastro que me diga si Pam está o no aquí. No encuentro nada. Tampoco puedo sentir su energía lo cual me tranquiliza, pero también me deja desconcierta. ¿En donde está?

No sé porque estoy tan nerviosa, no es cómo si él supiera lo que soy o la existencia de los demás. Posa su mano en mi espalda guiando el camino adentro. Nos sentamos afuera del restaurante donde no hay tanta gente. Una mesera se acerca con una libreta y una pluma en sus manos. 

—¿Les puedo traer algo de beber?—nos pregunta a ambos

—Un té natural para mí y...—Smith voltea a verme esperando que pida algo.

—Lo mismo—digo sin apartar la vista de él. Estoy segura que mi cara expresa claramente la molestia que siento.

—Por favor—sonríe cortésmente a la mesera. 

Ella se va dejándonos solos. Nos quedamos en un silencio incómodo. Mira hacía la calle tomando un largo suspiro, cómo si estuviera absorbiendo todo lo que sus ojos ven. La mesera no tarda en regresar con nuestras bebidas. Smith toma un sobre de azúcar que descansa en medio de la mesa, lo vierte en su té revolviéndolo con el popote que le dieron. Toma un sorbo probando su pequeño experimento.




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