El ángel de la muerte

Capítulo 18: Nuestra hora llegó

Su entrecejo se contrae, cierra los puños con tanta fuerza creo se provocó cortadas en su palma, todo su cuerpo esta tenso, bufá por la naríz en un claro indicio de controlar su enojo. Escondo la daga detrás de mí, no quiero que piense que yo fui quién lo hirió, aunque de cierta forma si lo hice.

—Julian...

—Todo fue una mentira, la segunda oportunidad, la historia de tu supuesta familia, cada vez que me decías te quiero...—cierra los ojos respirando hondo.—¡Todo fue una maldita mentira!

—Eso no es cierto, no...

—¿Querías que sintiera lastima por ti? ¿Para qué? ¿Para no regresarte al infierno del que vienes?

—Escuchame—avanzo, él retrocede negando con la cabeza. 

—No. No voy a escucharte más. Solo estabas jugando conmgio, todo esto lo hiciste para robarme la estupida daga—escupe colérico, nunca lo había visto así y hacerlo ahora me asusta. Se acerca buscando una respuesta la cual no sé darle.—Lo peor de todo es que lo sabia, sabía que alguien cómo tu no puede cambiar de la noche a la mañana, fui un estupido al esperar lo contrario. 

Sus palabras son como fragmentos de vidrio, provocando pequeñas pero dolorosas heridas en diferentes partes de mi corazón. 

—Puedo explicarlo...

—¿Qué me vas a explicar? Que me utilizaste, que fui uno más de tus engaños.

—Eso no es así...

—¡Te escuche en la playa Evelyn!—el aire se atora en mi garganta, abro los ojos aterrada. —Estoy segura Adam sabrá qué hacer con él, esperare a que me contacte de nuevo, hasta entonces yo me encargo del ángel—repite mis palabras.

—Estaba intentando protegerte, ellos querían matarte.

—¡NO MIENTAS! ¡TE ESCUCHE MALDITA SEA!

Avanza unos pasos, los cuales no dudo en retroceder, esta rojo de coraje, su respiración es pesada.

—No te estoy mintiendo. Si quería la daga al principio ¿Recuerdas la noche que me pediste que te ayudara con el demonio? —le recuerdo, no se mueve ni dice nada, lo que me motiva a continuar. —Esa noche estaba en el cementerio buscandola, por eso me encontraste en esa situación desagradable. Luego paso lo del niño y lo de Azrael, mate al demonio para salvarte, aún sabiendo que corría peligro si los demás se enteraban.

>>Algo cambio esa noche, los planes que tenía, mis sentimientos, lo que creí desear... Si, Julian, al principio era parte del plan estar cerca de ti, pero después... después lo necesite, me engañaba diciendo que era por otra razón—doy un paso hacia él, transmitiendole toda la honestidad que puedo en mi mirada—No importa cuanto me engañara, sentía cosas por ti, cosas que aún no logro comprender, pero sé que son reales y mucho más fuertes que yo. 

—¿Por qué no me lo dijiste antes? Te lo dije, Eve, podías confiar en mí.

—Sabes que en esto no, te desharías de ellos al instante, y yo no puedo permitir que los mates—no se molesta en contradecirme.

—¿Por qué sigues protegiéndolos? Tanto te importan, tanto te importa continuar con esto.

—Yo... yo...

—¿Qué planeabas hacer con la daga? —me corta. No me atrevo a responder.—¡Respóndeme! —sostiene mis brazos obligándome a verlo.

—Subir al hijo del diablo, abrir el portal para subir a los demonios.

—Imposible, eso no es...

—Lo es. Para abrir el portal solo necesito tu sangre y la daga.

Pone los ojos en blanco impresionado, se aparta de mi en un movimiento brusco, por primera vez temiendo lo que yo pueda hacerle. Levanto las manos para mostrarle que no pretendo hacerle ningun daño, sus orbes siguen algo que tengo en mis manos, niega con la cabeza, alejándose aún más. 

—Debí regresarte al infierno cuando tuve la oportunidad.

Siento una bofetada en la cara, los pequeños fragmentos de vidrio en mi corazón me desgarran de un solo movimiento, el aire no pasa de mi garganta dificultandome respirar, mi mente se nubla rechazando cualquier cosa que sucede a continuación. Giro el rostro para ver lo que él, no recordaba que aún la tenía en mi mano. 

Maldita sea.

—No, yo no quiero....

Desaparece sin darme la oportunidad de explicarme.

Se fue. Mi ángel se fue.

Ahora es la daga la que entra en mi pecho llegando hasta lo más profundo de mí, bajo la mirada para buscarla, desesperada por arrancarlo y liberar el dolor.

¿Qué diablos?

Aún sigue en mi mano. ¿Entonces porqué siento esta herida en el pecho? Sólo la había sentido una vez, hace muchos años, pero está vez es diferente, duela más que aquella noche.

Lágrimas incontenibles resbalan por mis mejillas hasta chocar contra el suelo, acaricio mi pecho donde el dolor persiste, siento mi corazón partirse en pedazos y no hay nada que pueda hacer para aminorar este sentimiento. Caigo al suelo sin fuerzas, arrojo la daga a un lado, no quiero saber nada de ella.

Lo odio, odio sentirme así de vulnerable, prometí no dejar que nada ni nadie volviera a lastimarme de esta manera, y sin embargo aquí estoy en el suelo llorando con el corazón hecho trizas. Abrazo mis pies pegándolos a mi pecho, quiero desaparecer, quiero detener este dolor, quiero que todo termine.

Cuando creo estar haciendo bien las cosas termino arruinándolo de nuevo. Otra vez perdí a alguien que se convirtió importante para mí, y esta vez es peor, porque pude haber hecho algo para detenerlo. Su cruel mirada, la decepción en sus ojos, la crudeza de sus palabras, no importa cuantas veces lo imaginará, verlo es mucho peor. La pelea se repite una y otra vez en mi mente.

¿Y si hubiera dicho otra cosa?

¿Si hubiera hecho otra cosa?

De nada sirve atormentarme con eso, él ya no está, me dejo. Me acurruco en el suelo dejando las lágrimas caer, sosteniéndome mientras me derrumbo. 

*_*_*_*

Cierro el grifo del agua con pesar, quiero quedarme eternamente aquí, pero para mi mala suerte tengo que salir, mis manos y pies ya empiezan a arrugarse por la humedad. Cubro mi cuerpo con una toalla, encuentro mi reflejo en el espejo, no reconozco al fantasma parado ahí.




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