El ángel de la muerte

Capítulo 25: Las puertas del infierno

La lamebotas de Pam se acerca a Julian con toda la intención de herirlo.

—¡ALTO! —le ordeno sin intenciones de repetirlo.

—¿Evelyn? —Travon alza la mirada, confundido por mi aparición aquí.

—Debería decir que me sorprende, pero estaría mintiendo. Sabía que eras una doble cara, pero nadie quiso creerme. No puedo espera a decírselo Adam. Pero primero me desharé de tu amante.

Acerca la daga a Julian, me muevo para ayudarlo, Pam me mira con una sonrisa malévola.

—Yo no lo haría si fuera tu—apunta la daga hacía mí, como si en verdad pudiera hacerme daño.

Golpean a Julian hasta que queda tendido en el suelo. No volteo a verlo, no puedo apartar la mirada de esa maldita. Entro a su mente atacando desde dentro. Como es de esperarse, entro sin ningún problema.

Lo primero en su mente es conseguir la sangre y abrir el portal, luego se hará cargo de Julian y de mí. Por un momento creo que eso es todo en su cabeza hueca, pero hay algo más que llama mi atención. Es más complicado de ver, pero no me rindo, trato de derribar el muro para entrar.

Ella y Adam en su despacho muy juntitos.

Él le susurra cosas en el oído haciéndola reír como una idiota. Ella acaricia su torso con descaro, intenta besarlo, pero él se aparta antes de que lo logre. Siempre me pareció extraño su devoción ciega hacia él, ahora entiendo por qué. Esta enamorada de Adam.

Dejaras la daga en el suelo

Ordeno enfocándome en lo primordial.

—¡Sal de mi cabeza!

Cuando lo no hago da un paso hacía mi con una sonrisa burlona.

¿Estás celosa de que Adam me prefiera a mí?

Espero a que la molestia me invade, pero no lo hace, no siento nada más que lastima por ella. La miro como si me hubiera contado un mal chiste.

¿Qué crees que piense Stephan cuando se lo diga?

Su expresión se endurece lo cual me motiva a continuar.

Y en cuanto a Adam, para ser honesta no me sorprende en lo absoluto. Solo te estaba usando para conseguir lo que quería, no eres tú de quién esta interesado o por lo menos no de la manera que tú quieres.

—¡Cállate! —grita colérica, su rostro esta rojo.

Es tan fácil molestarla.

Su enojo incrementa con cada palabra que digo, de un momento a otro se abalanza a mí golpeando mi mejilla. Regreso el golpe más fuerte que el de ella. Su mejilla no tarda en inflamarse y sonrojarse. Mueve la mano con la daga de un lado a otro queriendo apuñalarme, pero es muy lenta para mí.

Stephan deja a Travon con Julian para separarnos, me sostiene de los brazos alejándome de Pam. No puedo creer que la defienda después de que ella lo ha estado engañando todo este tiempo, pero como sabría él que lo engaña.

Pam me mira escupiendo rabia por la boca, después su rostro se descompone formando un horrible intento de sonrisa. Se acerca a Julian sin despegar sus ojos de mí.

—Tócalo, y te juro que lo lamentaras.

Ignora mis palabras, lucho contra Stephan para que me libere, a pesar del dolor que le inflijo sigue aferrando mis brazos con fuerza. El filo de la navaja corta la piel de Julian mostrando una fina línea roja, Pam se encarga de bañarla con su sangre, para después observarla como si fuera una de las muchas maravillas del mundo.

—Et portae inferí cum aperuero

Clava la daga en el suelo con toda su fuerza.

Mierda.

Golpeo a Stephan en el rostro con mi cabeza, muevo sus manos retorciéndolas, liberándome. Me deshago de él, luego voy por Travon que sigue sosteniendo a Julian desangrándose en el suelo. Lo dejo inconsciente en el suelo en segundos. Luego voy por mi principal objetivo.

Pam deja la daga en el suelo, encarándome con una sonrisa arrogante. Mis ojos echan chispan de coraje, puedo ver el miedo en sus ojos, aunque no retrocede mostrando falsa seguridad. Le aviento un golpe que no ve venir, luego otro y otro, hago que se tambalee y luche por aire.

Por al rabillo del ojo veo a Stephan levantarse del suelo, no tarda en encontrarnos peleando, corre hasta nosotras con la intención de apartarme de su noviecita. Me muevo para recibir el impacto de su puño, Julian aparece en frente de mí recibiendo el golpe, sostiene las manos de Stephan con fuerza, devuelve los golpes que le dieron sin contenerse.

Ellos no se van a detener, tengo que deshacerme de estos demonios. Mis ojos se clavan en la daga en el suelo. Apenas avanzo un pie, cuando siento como me agarran del pelo para arrastrarme hacia atrás. La maldita de Pam me va a dejar calva.

Me dejo empujar hacía atrás golpeándola contra la pared, le pego en su costado con mi codo hasta que suelta mi cabello, luego su rostro escuchando unos huesos quebrase seguidos de maldiciones, bajo la mirada a mi blusa ahora sucia con su asquerosa sangre.

Luego quemas Eve, primero lo primero.

Busco la daga desesperada, los pies de Julian chocan con ella moviéndola de lugar, ocultándola debajo de la mesa. No lo pienso dos veces y corro hasta ella. La aprieto a mi pecho cuando la tengo en mi manos, la mesa es arrojada revelando mi ubicación. Pamela me mira con la nariz ensangrentada.

Envuelta en coraje y furia se abalanza a mí sin detenerse a ver que tengo la daga en mis manos. Me muevo tan rápido tumbándola debajo de mí, presiono mi mano en su pecho privándole del oxígeno.

—Te dije que lo lamentarías.

Sin decir nada más, encajo la daga en su pecho, sus maldiciones y amenazas desaparecen al igual que ella.

—¡NOOO! —Stephan corre con las manos extendidas, directo a mi cuello.

Logra tomarme apretándome la garganta, seguro deja sus huellas en mi cuello, su rostro esta rojo de coraje.

—Ella tenía razón. Eres una traidora Evelyn, nunca debimos confiar en ti.

No puedo respirar.

Busco a Julian, aunque mis ojos empiezan a arder. Se levanta del suelo limpiando la sangre de su reventado labio. Travon sigue en el suelo inmóvil. Mis pulmones empiezan a quemar. Julian se acerca queriendo quitarme de encima a Stephan, niego con la cabeza arrojándole la daga, la toma en el aire, acto seguido la encaja en la espalda de Stephan.




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