El ángel de la muerte

Capítulo 36: Deseo

—Necesito que busques un escondite—observo a mi amiga temerosa, aún sorprendida por la grieta en el suelo que no hace más que expandirse a cada minuto.

Volteo a mi amigo a su lado quien luce igual de ansioso.

—Ellos van a llegar en cualquier momento, y no sé porqué, pero tengo el presentimiento de que será a ti a quien busquen primero—continuo.

—Yo la protegeré—mi amigo asegura.

—Haré lo posible por detenerlos, lo prometo—les garantizo.

—Lo sabemos.

Sin ningún aviso Maia se abalanza a mí apretandome entre sus brazos, lo dejo estar regresando el abrazo.

—Todo va a estar bien.

Asiento sin emitir palabra, me aferro a esa frase tanto como puedo.

—Cuídense, si algo llega a pasar no me busquen, solo llámenme y yo los encontraré.

Mi amigo se despide con un abrazo igual de fuerte que el de su novia. Se aparta para verme una última vez antes de la guerra.

—Cuídate Evelyn—me mira serio.

Asiento en respuesta. Ambos se alejan sin mirar atrás. Camino hasta Julian esperándome pacientemente.

—Fue una noche larga, creo que debemos descansar.

Estoy cansada, mental y físicamente, solo quiero encerrarme en el cuarto de Julian, tirarme a la cama junto a él y no despertar hasta mañana.

Su mirada está fija en el suelo, como si estuviera avergonzado.

—¿Qué ocurre?

—Te falle.

—¿Qué? ¿De que hablas?

En que rayos pudo haberme fallado, si no ha hecho nada más que apoyarme y estar aquí para mi cuando más lo necesito.

—En el restaurante, te falle—se esucha enojado, pero no conmigo, sino consigo mismo.

—¿Lo dices por que quedaste inconsciente? Eso no fue tu culpa.

—Por supuesto que lo fue, no pude resistirme, yo...

Lo calló con un beso.

—También te deseo—confieso.

No necesita decírmelo, sé que Hambre lo pudo atacar por los sentimientos que se han desarrollado entre ambos, aunque si me sorprendió saber que me desea al igual que yo lo hago a él.

Sus labios me atrapan consumiendome por completo, me sostengo de su cuello pegandolo a mi tanto como puedo, no quiero separarme de él ni un momento.

—Dime que no estoy alucinando de nuevo—suplica, sus orbes brillan con intensidad.

—Soy real—digo entre besos—Esto es real.

Sus manos recorren mi espalda pegándome más a su pecho, muevo mis manos acariciandolo sin tener suficiente. Me atrevo a bajar mis besos por su mentón, luego su cuello donde siento su pulso igual de acelerado que el mio. Un gruñido escapa de él motivandome a continuar.

Sus brazos se aferran a mi cuerpo con fuerza, siento como saltamos a otro lugar, apenas abro los ojos notando que estamos en su habitación, me gusta este lugar, todo me recuerda y huele a él.

Julian se apodera de mi boca logrando que olvide todo, que solo me pueda concentar en su caricias, sus dedos juegan con la tela de mi blusa, subiéndola lentamente para quitármela. Sus ojos me recorren embelesado y llenos de lujuria, acaricia mis alas produciendo un cosquilleo en todo mi cuerpo.

—Eres lo más hermoso que he visto.

No me da oportunidad de responder, me besa con pasión tirando a un lado mi ropa, hago lo mismo con él, me deshago que todo aquello que me estorba, acaricio su pecho desnudo, sus fuertes brazos, su torneada espalda, nuestras manos están por todas partes queriendo absorber todo del otro.

Lentamente caemos juntos en la cama, sentirlo así encima de mí es lo mejor que he sentido en toda mi vida, sus besos, sus caricias, sus palabras dulces... no quiero que termine nunca.

El calor se apodera de la habitación, su respiración choca con la mía, mi piel se eriza por completo por todas sus atenciones en mi cuerpo. 

—Te amo, Evelyn—dice con voz ronca en mi oído, acelerando más mi corazón si es posible.

—También te amo Julian—respondo sin dudar.

Lo amo más de lo que creí amar a alguien, este ángel se robo mi corazón por completo y no me arrepiento de ello.




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