El ángel de la muerte

Capítulo 44: El sello final

Para mi sorpesa aparezco de nuevo en el manantial, solo que está vez es en un sueño. Busco a Miguel por todo el lugar, lo encuentro parado en el mismo lugar que nos vimos la útlima vez, luce ansioso. 

—Tengo noticias—dice preocupado. 

Para que él este preocupado es que son muy malas noticias. 

—¿Qué es? 

—Investigue el caso de tu amiga, ya sé porque la están buscando, ella es el sello final. 

Siento un golpe en el pecho que hace que todo el aire que tenía abandone mis pulmones. 

—Eso no puede ser...

—Lo es Evelyn—me corta.—No sé cómo, pero Morningstar logro embarazar a una humana, tu amiga es el producto de ese embarazo, ella es su hija. 

No. 

Maia no puede ser el sello final, ella no puede ser su hija. 

Mierda. 

Si Adam llega a dar con ella va a matarla, ella es la solución para subir a su padre sin tener que morir. 

—Tienes que protegerla Miguel. 

—Es demaciado tarde, la encontraron esta mañana, va camino a ti en estos momentos, tú eres la única que puede ayudarla Evelyn. 

Mi corazón late con fuerza en mi pecho, empiezo a respirar con dificultad. Esos desgraciados la tienen, seguro no tardan en llegar a nosotros, y terminar con el maldito plan de subir a Morningstar. 

—Miguel...

—Eve, si alguien puede cuidar de ella eres tu, confio en ti—dice con una seguridad que yo no comparto. 

Sin decir más mi hermano desaparece. 

¡Mierda!

No puedo salvarla sin dar a conocer mi verdaderas intenciones, mi plan de seguir a lado de Adam para regresarlo al infierno cuando abra el portal verá afectado, gruño hacía el vació pensando que hacer, es ella o él. 

Despierto del maldito sueño que tuve con mi hermano, salgo disparada del motel abandonado en el que me hospede anoche, corro y vuelo lo más rápido que puedo hasta que llego al cuarto de Adam, no hay señales de él por ninguna parte. 

—Maldita sera, ¿dónde estás?

Me concentro en sentir su presencia, algo que me diga en dónde puede estar, camino por los pasillos hasta llegar a otra habitación, abro la puerta de golpe, encontrando a Adam viendo con arrogancia y superioridad a unas personas arrodilladas frente a él. No tengo que verlos para saber quienes son, mi corazón cae a mi estomago, me quedo paralizada en la puerta sin saber que hacer. 

—Mi dulce pecado, que bueno que llegaste—dice él muy alegre, hace un movimiento con la mano invitandome a pararme a su lado, recibo su posesivo beso cuando llego junto a él.—Mira lo que encontre. 

Giro el rostro encontrando a mi ángel junto a mi amiga con expresión molesta y enojada, seguro no los trataron con buenas intenciones, los golpes que ambos tienen lo confirman. 

Archer, necesito que vengas ahora mismo, es urgente. 

Lo llamo rezando porque no llegue tarde. 

—¡Encontraste un ángel!—digo fingiendo sopresa, mi ángel me mira con una mirada cargada de odio, tengo que soportar las lágrimas que se asoman por mis ojos lo mejor que puedo, me duele verlo así. 

—Es el mismo maldito ángel que se escapó, por suerte mis hombres lo encontraron junto con esta miserable humana. ¿Creíste que te ibas a escapar idiota?—Adam se acerca a él cortando un poco de sus alas, Julian se retuerce de dolor. 

—¡Adam!—grito con la sangre hirviendome de coraje. Nadie toca a mi ángel. 

—¿Dónde está tu padre ahora?—se burla cortando otro pedazo.

En un parpadear de ojos atrapo la mano de Adam deteniendolo, sin importarme las consecuancias de esto, su ojos se encuentran con los míos sin entender lo que hago, pronto me reta con la mirada a que haga algo. 

—¿Qué crees que estás haciendo Evelyn?

—Evitando que cometas una estupidez. 

—¿Estupidez? No Evelyn, lo que hago es darle un poco de su propia medicina—regresa la mirada a Julian con toda la intención de seguir torturandolo. 

Para mi suerte, Archer aparece en el cuarto llamando la atención de todos, sus ojos se soprenden al ver a Maia amarrada y golpeada, no duda en acercarse a ella para auxiliarla, me interpongo en su camino para que no haga nada que lo delate, no es momento. 

Quitate, Evelyn. 

No puedo hacerlo. 

Qui. Ta. Te. 

Me mira de una manera que no da lugar a ninguna discución, sin embargo no me muevo. Aprieta con fuerza sus palmas, tensa la maldibula de tal manera creo se la va a romper. 

—¿Algo que quieras compartir?—pregunta Adam. 

Me adelanto a hablar antes de que mi amigo lo haga, sin embargo, cuando estoy a punto de hacerlo Maia es la que me calla. 

—Eres un maldito niño berrinchudo que no hace más que estupideses solo para llamar la atención de su papi. 

Archer y yo nos tensamos al oírla atreverse a insultarlo de tal manera. Adam se acerca a ella en un intento de intimidarla, siento como Archer empieza a moverse, lo detengo de nuevo, no puede hacerle nada, de eso me encargo yo. 

—Tienes la furia de nuestro padre, tengo que reconcoer eso, pero no dejas de ser una inservible humana.

—¿Qué?—murmura Archer incrédulo. 

Espero ver sorpresa por parte de Maia, pero no hay nada más que furia hacía Adam, algo me dice que ella ya sabía todo esto. 

—Dime hermanita, ¿tu familia ya los sabe?

—Con mi familia no te metas infeliz—ella le advierte. 

Adam sonríe burlandose en su cara, se levanta del suelo mirandolos a los dos con petulancia. 

—Llévense a ambos de aquí, no los quiero seguir viendo—ordena arreglando su ropa.—No los lastimen tanto, tengo planes para ambos. 

Siguelos.

Le ordeno a Archer, quien obedece sin rechistar. 

—¿Se puede saber que te ocurre?—me interroga Adam con el ceño fruncido—¿Dónde diablos pasaste la noche?

—Te lo dije, me la pase recolectando almas—me mira con sospecha, no muy seguro que este diciendo la verdad.




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