El ángel de la muerte: La Ascensión Del Diablo

Capítulo 3: Lucifer

Julian

 

—No podemos seguir aquí—murmura Archer, su mirada fija en las personas a nuestro alrededor. Desde hace días los reportes de almas poseídas han aumentado considerablemente.  Las muertes, las torturas, los robos, nunca ha estado peor. No hay signos de Lucifer, pero sabemos que está aquí. No entiendo porqué, o cómo es que subió a la tierra si pudimos detener a su hijo, lo que es un hecho es que tenemos que detenerlo. 

 

Mis hermanos están haciendo lo posible por ayudar a los humanos, por parar esta guerra, pero Lucifer ha subido más fuerte que antes, tiene mucho más poder del que nunca ha tenido, y más demonios de los que puedo contar. Ha matado a muchos de mis hermanos, arrancando sus alas, dejando a mi padre sin guerreros. Temo que esta sea una guerra de la que no podamos sobrevivir. 

 

—No está aquí—anuncia Maia.

 

—Debe estar cerca.

 

—No. Esta. Tenemos que movernos antes de que alguno de ellos nos vea—apunta a los demonios fingiendo ser civiles. 

 

—Miguel no va a estar contento—predice Archer. No sé en dónde más puede estar mi hermano, esperaba encontrarlo aquí peleando contra los demonios.

 

—No vamos a volver, seguiremos buscando—dictamino, cada minuto que pasa en la Tierra, cada minuto que nuestro poder disminuye. 

 

No podemos matar a los demonios, eso sería un sacrílego, dado que estaríamos matando también los humanos. Y hacer un exorcismo nos llevaría días, quizá años. Son demasiados, no podemos con todos ellos. 

 

Necesito a Evelyn, ella podría salvarlos, deshacerse de estos malditos sin que los humanos corran peligro. 

 

¿Cuándo vas a regresar amor? Te necesito. Yo más que nadie te necesito porque siento que muero cada día que paso sin ti. Ven por mi amor, regresa a mí.

 

Suplico como lo hago todos los días esperando que pueda escuchar mis plegarias. 

 

—¡Julian! ¡Cuidado!—Maia me empuja evitando el golpe de un puño. Rápido regresa el golpe a la mujer que intentó agredirme. Archer la sostiene de los brazos permitiendo que Maia la deje inconsciente. 

 

—Tenemos que irnos—volteo a ver lo que Archer, más de ellos vienen corriendo por nosotros. 

 

Maia no espera que se acerquen, sostiene nuestras manos saltando lejos del pueblo. Regresando a la cabaña, ahora pintada con símbolos que camuflajean nuestro poder, para todos este lugar sigue deshabitado. 

 

—Eso estuvo cerca—murmura ella recuperando el aire. 

 

—No podemos seguir así. Seguro Morningstar sabe que lo estamos buscando—Archer se queja. 

 

—Fue estúpido de ustedes suponer lo contrario—una voz externa se escucha en la esquina de la habitación. El demonio aparece de las sombras sentado en el sofá, esperando por nosotros. Se levanta de su lugar con parsimonia, poniéndonos a todos tensos con su presencia. ¿Cómo nos encontró? 

 

—Hola hija, ¿me extrañaste?—saluda con una sonrisa maliciosa.

 

—¡No soy tu hija!—le reclama Maia enfrentándolo, Archer la sostiene de los hombros para que no se mueva de su lado. 

 

—Tu madre puede confirmarlo, eres mi sangre Maia, no lo recuerdas porque las secuestraron antes de que pudieras nacer.

 

—Fuiste tú quién secuestró a mi madre—mi amiga lo mira con ira. Se mueve con toda la intención de golpearlo, Archer la detiene poniéndola detrás de él.

 

—Veo que te contaron una versión errónea de la historia, es una lástima saber que crees esas mentiras, esperaba que me recibieras con los brazos abiertos, después de todo pronto será el día de nuestra reunión familiar. 

 

—Nunca me uniré a tí. 

 

—Lo harás hija, tarde o temprano—sentencia. 

 

Aprovecho la oportunidad de que está distraído con mi amiga para moverme con la daga en mi mano, aprovecho que está distraído para atacarlo, sin embargo él lo ve venir, levanta la mano atrapando mi cuello con tanta fuerza que corta mi respiración en segundos.  

 

—Eres demasiado lento para mí ángel—se burla, acerca su rostro al mío con un fuego en su mirada. Un fuego que nunca había visto y hace mi corazón palpitar de miedo.—Ahora, me van a decir en dónde diablos está mi ángel. 


 




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