Julian
El sabor amargo inunda mi boca, líquido caliente resbala por mi cuerpo pintándolo de carmesí mientras se funde con el morado de mis cardenales, no puedo abrir mis ojos hinchados por los golpes que siguen llegando sin detenerse. Mi mente gira y gira regresando a los mejores momentos de mi vida, auquellos que me ayudan a soportar esta tortura.
Otro golpe que hace crujir mi mandíbula.
No sé en dónde estoy, perdí el sentido de la orientación hace horas.
Golpean mi estomago haciéndolo sangrar, golpean mi espalda quebrando mis alas, los puños que siguen impactando contra mi rompen mis costillas dificultandome respirar. En este momento no soy más que un pedazo de carne con huesos rotos, un cuerpo que deja de funcionar para convertirse en un saco de boxeo.
—¡Es suficiente!—su voz reverba por el lugar. —¿Te diviertes ángel?
No soy capaz de emitir sonido alguno o mover un solo dedo, permanezco en el suelo bañado en un charco de mi propia sangre. Atrapa mi cabello alzando mi rostro para poder verme a los ojos..
—¿Dónde está tu padre ahora?—se burla. Suelta mi cabeza sin ninguna delicadeza, de inmediato caigo inerte al suelo. Lucho por levantarme, pelear contra él, defenderme de alguna manera, sin embargo mi cuerpo permanece inamovible, ajeno a las súplicas que le hago por pararse y defenderse.
—Señor—aparece una segunda voz. —Encontramos al ángel, está hospedada en un hotel barato en Karakum.
¿La encontraron?
¿Está hablando de Eve?
¿Mi ángel está de vuelta?
—Sigan disfrutando de nuestros prisioneros. Tengo asuntos que resolver con mi ángel de la muerte—sus pasos se alejan, se va.
Soy arrastrado por el frío y duro suelo hasta mi celda, el choque de las cadenas no tarda en llegar advirtiendo que no puedo escapar.
—¡Julian!—reconozco la voz de Maia, se escucha afectada y aterrada.—¡Por Dios! ¡¿Qué te hicieron?!
Figuras y sombras son todo lo que logro ver. Desde que tengo conciencia he escuchado historias del inframundo, puesto imágenes en mi mente de lo que creía sería estar en el infierno, rodeado de tormento y dolor constante. Sin embargo, no importa cuanto lo imaginara no se compara con presenciarlo en carne propia.
Estamos perdiendo, mis hermanos están desapareciendo, la luz que nos protegía se está extinguiendo, por primera vez en toda mi vida temo por nosotros, me horroriza pensar que no sobreviviremos al apocalipsis.
—Julian, respondeme por favor—suplica Maia con la voz rota.
Distingo su figura a unos pasos de mí, en la celda continua.
—Está aquí—balbuceó con la boca llena de sangre.
Las palabras de Morningstar resuenan en mi cabeza con fuerza.
“Resolver asuntos con mi ángel de la muerte”
Estaba hablando de mi ángel, Eve regresó, el amor de mi vida regresó a la Tierra. Mi débil corazón se agita reviviendo en mi adolorido pecho.
—¿Quién?
—Eve, está de vuelta—río eufórico. Ella le dará la pelea que tanto busca ese miserable demonio, ella nos ayudará, nos va a sacar de este infierno, estoy seguro. Apoyo mis brazos en el sucio suelo intentando incorporarme, el dolor recorre mi cuerpo complicando mi tarea.
—Quédate en el suelo—ordena mi amiga preocupada—Si ven que te levantas regresarán por ti.
—¿Dónde está Archer?—no logro ver su figura en su celda.
—Se lo llevaron, no sé dónde está—ruge con rabia.
Solo hay una razón por la que siguen torturandolo, Morningstar no es misericordioso con nadie, mi amigo traicionó lo traicionó, fue él quién mató a su hijo y ahora esta pagando las consecuencias, unas que sospecho deben estar partiendo su alma en este momento. Sé que sigue vivo porque no han encontrado la daga que escondí, sin ella ninguno aquí puede matarnos, sin embargo, eso no les impide a estos monstruos torturarnos hasta sentir que estamos rozando el borde de la muerte.
—Tengo que contactar a Evelyn—debe de haber una manera en que pueda comunicarme con ella, tengo que escapar de estas cadenas que impiden usar mi poder y advertirle sobre Lucifer.
—¿Cómo?
Apoyo mis manos en el suelo, mis brazos tiemblan soportando mi propio peso, me levanto aguantando el dolor que moverme me genera.
—¿¡Qué haces!?
—Sanar—necesito hacerlo, solo así me sacaran de esta prisión y podré usar mis poderes para comunicarme con ella.
Poco a poco mi cuerpo va regenerandose, antes de que logre terminar de sanar escucho sus pasos volver por mí, luego ese tintineo conocido que producen las cadenas cuando las abren, en seguida los golpes regresan tirándome al suelo. Cada puño, cada patada, cada impacto que mi cuerpo recibe es aceptado con un propósito en mente, salvar a Evelyn de lo que sea que Morningstar planea hacer con ella.