Evelyn.
La cueva, México
—¡No podemos seguir así, Evelyn!
El agua nos dificulta ver algo, la tierra bajo nuestros pies es inestable, no logro poner un pie adelante sin sentir que voy a caer en cualquier momento. ¿Por qué tenía que caer un diluvio precisamente hoy?
—¡Es mejor que regresemos!—grita Joel para poder oírlo encima de la tormenta que se desata a nuestro alrededor.
Regresar significa perder otro día más, un día que bien puede servir para ayudar a mis hermanos y a mi padre. No puedo arriesgarme a que mi enemigo avance más que yo o será imposible para mí cerrar el portal.
—¡Tenemos que seguir!—ordeno avanzando con determinación.
—¡Es peligroso!—insiste.—¡Puedes lastimarte!
—¡Permanecer aquí es peligroso!—sostengo mi peso en un árbol para no terminar en el suelo enlodado. —¡Es mejor que encontremos la cueva! ¡Ahí podemos resguardarnos del agua!
Giro para verlo a lo lejos empapado a más no poder, está lleno de suciedad hasta la cara, usa sus manos como escudo para poder ver por dónde pisa.
—Estamos cerca—aseguro para su tranquilidad, estiro mi mano para que la tome y ayudarlo a subir.
Es mucha la distancia que tenemos que recorrer en medio de esta tempestad, Joel sujeta con fuerza mi mano temiendo que yo caiga en cualquier momento, cuando es él quién me preocupa, yo puedo sanar rápido, él no.
Al fin logramos dar con la entrada de la cueva, no encuentro rastros de demonios lo cual es una buena señal, sin embargo, no podemos celebrar aún, nunca sabes qué otras cosas podemos encontrar aquí. Murciélagos salen de los más recónditos rincones del lugar a recibirnos, vuelan por nuestro alrededor sin recelo o miedo a nuestra presencia.
El ambiente en este lugar es pesado, casi asfixiante. He escuchado muchos rumores sobre este lugar, son pocos los que se atreven a entrar sin salir ilesos, dicen que el corazón comienza palpitar con vigor como lo hace el mío ahora, las sombras que se crean en las paredes juegan con tu mente, los pequeños sonidos que reverberan en la cueva cobran vida como tus peores pesadillas, el aire parece faltarle en tus pulmones, crees ver siluetas perseguirte por todas partes, la paranoia te acecha sin intenciones de soltarte.
Esta cueva te convierte en una presa vulnerable para los demonios, poco a poco consumen la energía de tu alma sin que te des cuenta y cuando menos lo esperas los tienes aferrados a tí, suspirando en tu cuello, susurrando en tu oído para manipularte a su antojo, drenan tu energía hasta el punto en que pueden reclamar tu alma.
La tormenta no ayuda con la sensación de horror que proyecta el lugar, hay velas derretidas por el suelo, al igual que hay intentos de símbolos pintados en el piso, el fuego viniendo del portal ilumina mi camino hasta el.
—Eve, no me siento bien—Joel trastabilla hacía atrás, sostiene su cabeza como si le doliera. La cueva lo está afectando. Me acerco posando mi mano en su frente protegiéndolo de las malas energías de este lugar.
—¿Mejor?
—Si—agradece con una débil sonrisa.
Gruñidos retumban por las paredes. Son ellos, monstruos sombra. Morningstar está usando toda la artillería que tiene para pelear.
Antes de hacer algo necesito proteger a Joel que mira a los monstruos con auténtico pavor. Utilizo las velas que nos rodean a mi favor, lo empujo hasta un círculo encendiendolas, mientras estás se mantengan iluminadas con mi poder él estará a salvo.
—No salgas de aquí—ordeno tajante.
—¿Qué más necesitas que haga?—ofrece su ayuda dejando a un lado el miedo que claramente siente.
—Reza—pido.
Eso les dará menos fuerza, dandome la oportunidad de cerrar el portal. Asiente empezando a rezar tan rápido como puede. Los monstruos se mueven con sigilo entre las sombras listos para atacarme, otros se acercan a Joel para herirlo y callarlo, sus extremidades se queman tan pronto lo intentan. Mi luz es más poderosa que ellos. Me inclino en el suelo rodeada por las velas que funcionan como repelente. Gruñen con vigor, rompen y tiran las cosas contra las paredes, amenazan, maldicen y blasfeman buscando detenerme de cualquier forma.
—Apud potentiae quae data es mihi, et fortitudo quae caelum et infernum dona mihi, iussit quae…
<<Evelyn>>
Mi cuerpo se tensa y me descoloca al instante.
¿Julian?
Lo busco por todas partes con el corazón en la garganta.
<<Evelyn>>
Vuelve a llamarme como si estuviera suplicando por mi respuesta. Giro el rostro a todas direcciones buscando a mi ángel, un sentimiento de vacío se instala en mi pecho cuando caigo en cuenta de lo que está pasando, las sombras aprovechan mi distracción para atacarme con sus largas uñas, rasgan mi piel y devoran mi energía con apetito. El grito de Joel me alerta, se acerca a mí con una vela en mano usándolo contra los monstruos que succionan mi luz, estos se alejan profanado contra él. Obligo a mi cerebro a concentrarse, me compongo levantando de nuevo la barrera de protección para ambos.
Están manipulándome como ahora intentan hacerlo con Joel, regreso a poner toda mi atención en cerrar la entrada del infierno.