Julian
Tiemblo en el suelo sin poder controlar los espasmos de mi cuerpo, el dolor es insoportable, me pierdo viendo el vacío en la penumbra, lágrimas humedecen mi rostro, líquido caliente pintado de carmesí baña mi cuerpo herido. Soy consciente de que tengo que quebrar mis huesos y reacomodar mi nariz para que sanen, pero apenas puedo mover mi cuerpo.
—Eres un debilucho, no aguantas nada—su voz llega a mis oídos, no soy capaz de verlo, pero me reconforta saber que sigue aquí. Una sonrisa triste pinta mis labios.
—Mira quien habla, no duraste ni quince minutos ahí dentro—me burlo regresando el golpe.
—Rompí el récord si me permites recordarte.
Como puedo giro en mi lugar viéndolo tirando en su celda, su rostro está irreconocible, tiene el pómulo hinchado, la ceja abierta, los labios partidos, está sucio con su propia sangre y no sé qué otras cosas.
—Récord que pienso superar—le sigo el juego.
—Son unos niños—se queja Maia sentada en su celda, suena triste y la voz le tiembla, estoy seguro que ha estado llorando, aunque intenta disimularlo.
—Amas a este niño—Archer alza la cabeza para verla.
—Si, te amo aunque seas una espinilla en el cu…
—Yo también te amo mi cielo—la corta.
Río. Este tonto y mi amiga son lo único que me mantiene cuerdo en este momento.
—¿Has logrado comunicarte con Evelyn?—Maia cuestiona afligida.
—No he dejado de intentarlo.
Sigo insistiendo esperando que mi ángel pueda oírme. No sé porque no he logrado comunicarme con ella, cada vez que lo intento siento un muro que me lo impide.
—¿Y si es un juego de Lucifer? ¿Y si ella realmente no ha regresado?
No. Ella está aquí. Estoy seguro.
—Necesito recargar mis energías, eso es todo.
Mi ángel va a venir por nosotros, ella lo va a detener, confío en Eve. Con profundo dolor empiezo a quebrar y reajustar los huesos de mi cuerpo, no puedo evitar gritar de dolor con cada movimiento que hago, me muevo sin pensarlo mucho, absorbiendo el sufrimiento lo mejor que puedo. Me inclino en el suelo recuperando el aire, esperando que mi cuerpo empiece a recuperarse.
Espero unos minutos antes de levantarme de nuevo para hacerles frente a estos malditos seres del infierno.
—¿Qué haces?—Archer me mira como si fuera un desquiciado.
—Ir por otro round.
—¡Estas loco!
—¿Temes que te gane?—me burlo, aunque sé que no es por eso que me mira así.
—Sigue soñando—rueda los ojos.
—Cuando puedas, sigue intentando tú comunicarte con ella, quizá tú tengas más suerte que yo.
Las puertas se escuchan de nuevo, espero ver a los demonios venir por mí, sin embargo me quedo de piedra al verla a ella. Es mi ángel. Mi Evelyn.
—Eve—mi corazón se exalta en mi pecho, todo el mal que sentía se evapora en cuestión de segundos.—Mi amor.
Lloro de alivio y alegría. Espero que venga, que se acerque a mí y me ayude. Su expresión imperturbable me desconcierta.
—¿Eve?—es ella, sin embargo parece ser otra.
Su mirada es diferente, se mueve como si estuviera siendo controlada. Ignora mis gritos yendo hacía la celda en dónde está Maia, abre la reja sin dificultad, sostiene su brazo con demasiada fuerza empujándola fuera. Maia se queja, pero no hace nada por apartarla.
—¿Qué estás haciendo Evelyn?—Archer se levanta con las pocas fuerzas que tiene del suelo.
Lo ignora al igual que lo hizo conmigo.
—No es Evelyn—niega Maia mirándola a los ojos.—Está no es mi amiga.
Algo está mal, lo siento en cada parte de mi ser.
–¡Evelyn!–la llamo esperando hacerla reaccionar, esperando que despierte y me vea.—¡Evelyn!
—¡¿A dónde diablos la llevas?!—mi amigo le grita viendo con horror como arrastra a Maia hasta las puertas.—¿¡Qué piensas hacer Evelyn!? ¡Evelyn!
Observo a mi ángel desaparecer por las puertas pasmado. Lo único que puedo entender es que Evelyn no recuerda nada. Mi ángel regresó a la tierra, pero sus recuerdos no, y si ella está trabajando para Morningstar estamos acabados.