El ángel de la muerte: La Ascensión Del Diablo

Capítulo 15: Quiero despertar

Evelyn

Escucho la voz de Julian llamarme, quiero ir a él, correr a sus brazos, sin embargo mi cuerpo permanece estático en su lugar ajeno a mis órdenes. No puedo verlo, todo es difuso y confuso. Odio esta sensación de no tener el control, de sentir que estoy despierta, pero mi cuerpo se siente entumecido.

—¿A dónde me llevas?—una voz a mi lado me sorprende.

¿Maia?

—¿Evelyn? ¿Qué estás haciendo?—sostiene mi brazo con fuerza queriendo detenerme.

¡Maia!

Quiero hablar, gritar, llorar, lo que sea, pero nada sale de mis labios, mi cuerpo permanece indiferente. La busco con desesperación entre la niebla que nubla mi vista, no puedo verla por más que lo intento.

—Ella no puede ayudarte—esa grave y siniestra voz aparece de nuevo. Unos pasos se acercan a donde estoy, una caricia en mi mejilla eriza mi cuerpo, su aliento choca contra mi oído.—Bien hecho, mí ángel. Ahora trasladaras mi alma al cuerpo de ella.

—¡Qué!—grita mi amiga removiendose a mi lado.

¿De qué mierda está hablando?

—Me vas a dar tu cuerpo hija—explica Morningstar como si fuera lo más normal del mundo.

Esto tiene que ser un sueño, yo jamás le haría algo como eso a mi única amiga, no podría.

—No. ¡No! ¡Me niego!—los gritos de Maia llegan a mis oídos.

Morningstar se ríe, burlándose de ella.

—Eres ingenua si crees que tienes una opción, hija.

—Mi cuerpo no te servirá de nada—puedo escuchar la rabia y el coraje en la voz de ella.

—Esta porquería de recipiente está muriendo, no es lo suficientemente fuerte para soportar mi poder, pero tu cuerpo… por tus venas corre mi sangre Maia, lo cual lo hace perfecto para mi.

—No—vuelve a negar mi amiga aterrada.

—Haz la transferencia ángel—demanda él autoritario.

No quiero, no puedo, me rehúso a hacer eso. Mi cuerpo permanece inmovil en su lugar negado a acatar su órden. Siento su mano impactar mi rostro con fuerza, sostiene mi cabello en su puño lastimandome, pega mi rostro al suyo, tan cerca el uno del otro que puedo ver sus ojos resplandecer de rojo.

—Haz la transferencia—repite perdiendo la paciencia.

Mi amiga intenta escapar, pero es ínutil, nadie puede escapar de la muerte. No quiero seguir soñando esto, quiero despertar de esta maldita pesadilla ya. Me duele soñar con ellos y no poder estar a su lado para ayudarlos, me mata no saber nada de mi ángel. Cierro los ojos con fuerza, poniendo toda mi concentración en despertar.

Despierta Evelyn.

Despierta.

Despierta.

—¡Evelyn! ¡Por favor! ¡No hagas esto!—mi amiga grita mi nombre desesperada.

Despierta.

Por favor, despierta.

—¡Sé que sigues ahí dentro! ¡Sé que una parte de ti no quiere hacer esto! ¡Por favor detente!

Un nudo se forma en la boca de mi estómago, mi pecho duele escuchándola suplicar, no sé qué hacer para poder ayudarla si ni siquiera soy consciente de mi propio cuerpo.

¿No entiendo por qué no puedo despertar de esta pesadilla?

Maldita sea, despierta.

No sé por cuánto tiempo repito esas palabras, las repito una y otra vez hasta que pierdo la cuenta.

—¡Evelyn! ¡Por favor! ¡Evelyn!

Por favor, quiero despertar, no quiero seguir soñando… Por favor…

—¡Evelyn!—despierto de golpe con un rostro familiar frente a mí, arruga la frente y sus ojos me examinan preocupado. —¿Qué estás haciendo?

No… No entiendo qué me pasa. Mi pecho arde como si estuvieran quemando mi piel con fuego, me cuesta recobrar el sentido, mis ojos encuentran a Joel mirándome con confusión, luego se pierden mirando el lugar en el que estoy parada. Estoy de vuelta en mi cabaña, aquella que fue mi hogar por un tiempo, todo a mi alrededor está tirado, la mesa, las sillas, las pocas cosas de la cocina…

—¿Qué pasó?—me atrevo a preguntar.

—Te seguí—se aparta bajando los brazos. —Desapareciste por un largo tiempo, iba de regreso al refugio a reunirme con los demás después de no encontrarte, entonces apareciste de nuevo, deambulando como alma en pena por la calle. Te seguí hasta aquí y empezaste a tirar todo, parecías estar desesperada por encontrar algo.

—¿Qué?

¿Yo hice todo esto?

—Estás sangrando.

Bajo la mirada para ver lo que él. Mi ropa está manchada de sangre. ¿Qué… qué hice? ¿Por qué estoy sucia? La duda de saber si es mi sangre o la de alguien más empieza a atormentarme. Mi cuerpo tiembla imaginando lo que estas manchas podrían significar, lágrimas desbordan mis ojos sin ser consciente, sostengo mi cabeza entre mis manos cerrando los ojos recordando los gritos de mi sueño, el nudo en mi garganta se hace cada vez más fuerte, la incertidumbre de saber si mi sueño fue real o no me consume por completo. Caigo al suelo sintiendo un dolor expandirse en mi pecho. Yo no pude haber herido a Maia, yo no… solo fue una pesadilla…




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