Evelyn
—¡Miguel! ¡Miguel!—mi hermano no reacciona, sangre baña mis manos, lo muevo encontrando la herida en su espalda abierta. —¿Por qué?—miro con incredulidad y enojo a mi amiga.
¿Por qué carajos se atrevió a herir a mi hermano? ¿Quién se cree para hacerlo? Uso mi poder para sanarlo o terminará desangrándose.
—Duerme—ordena mi amiga con expresión fría, algo en ella luce diferente, no es la misma humana risueña que conozco.
—¿¡Por qué estás haciendo esto Maia!?—me levanto del suelo para enfrentarla, su expresión de sorpresa me sorprende a mí.
—Duérmete—demanda de nuevo con firmeza avanzando un paso dentro de la casa.
—¡Qué mierda te pasa Maia!—grito desesperada por entender. Es solo ahora que estoy cerca de ella que me doy cuenta de la oscuridad en sus ojos. El golpe de realidad me deja sin aire.
No es ella.
La mujer parada frente a mí no es mi amiga.
Sostengo su mano con fuerza impidiendo que se aleje, tengo que encontrar la forma de expulsar el demonio que posee su cuerpo antes de que termine con su alma. Lee mis intenciones retorciendo su brazo para que la libere, de un segundo a otro desaparece dejándome con una sensación de tristeza e impotencia incrustada en el pecho.
No sé cómo es esto posible, ningún ser del inframundo puede poseerla, la sangre que corre por sus venas la protege de que cualquier ser que pueda reclamar su cuerpo.
—¿Qué fue eso?—escucho a Joel desde el suelo ayudando a mi hermano.
—Venía por mí—pienso en voz alta. Aunque no entiendo porque el demonio pensaría que puede lograr hacerme dormir, nadie tiene esa clase de poder salvo…
Un gruñido proviene de mi hermano despertando, intenta levantarse y pelear a pesar de no tener fuerzas para hacerlo.
—Se fue—le informo al ver su determinación. Entre Joel y yo lo ayudamos a sentarse en el sofá. La aparición de Maia me afectó mucho más de lo que pude llegar a imaginar, si pudieron llegar a ella significa que también llegaron a Archer y a Julian. El miedo me consume en segundos, la idea de que hayan encontrado la daga, que les hayan hecho algo me impide respirar con normalidad.
—Ahora entiendes porque te ordeno que cierres las puertas—dice mi hermano haciendo muecas de dolor.
—Tengo que encontrar a Julian—mi corazón revoluciona golpeando mi pecho con fuerza, la idea de que lo hayan lastimado, que ya no esté aquí…
—Evelyn…
—Tengo que saber que sigue con vida—las lágrimas se acumulan en mi ojos en segundos.
—Eso no es importante ahora…
—¡Si lo es! ¡Es importante para mí!—grito, no me importa lo que él crea, no puedo seguir hasta asegurarme que Julian está bien.
—Sigue con vida—intenta tranquilizarme.
—¿Cómo lo sabes?—ya no tiene sus alas, es imposible que pueda sentirlo o escucharlos ahora que perdió su poder.
—Yo solo lo sé—dice frustrado.—Escuchame Evelyn si no cierras esas puertas moriremos todos, ¿lo entiendes?—sostiene mis hombros con fuerza conectando sus ojos conmigo, asegurándose que estoy prestándole atención.—Si aún queda una parte de ti que aún le importa los humanos y tus hermanos vas a evitar que siga matándonos.
Me golpea en dónde sabe que me duele.
—Cerraré las puertas—me deshago de su agarre, es más que claro que no sirve de nada seguir discutiendo, luego investigaré en dónde está Archer y mi ángel, y qué mierda está pasando con Maia.
—Iré contigo—Joel me dice acercándose a mí.
—Iré sola, será más rápido así.
—Pero…
—Regresaré lo más pronto que pueda—desaparezco antes de que cualquiera de los dos pueda detenerme.
Mi mente es un desorden, mi corazón es un caos que no puedo arreglar, estoy más fuerte que nunca, sin embargo siento mi energía drenada, cansada y débil. Son tantos golpes colaterales que me cuesta levantarme cada vez más, el monstruo de la incertidumbre carcome mi ser sin piedad ni remordimiento, no saber qué le pasó a mi familia está matándome.
Te necesito gusano, te necesito tanto, te extraño. Por favor aparece.
Nunca he necesitado a nadie, siempre he sido fuerte, independiente, una divinidad difícil de vencer, ahora estoy perdida buscando los brazos del amor de mi vida, ese ángel que se volvió el centro de mi mundo, se convirtió en una necesidad para sentirme bien, en paz, en casa, aún con nuestras peleas, estar a su lado es la serenidad y tranquilidad que siempre había estado buscando.
¿Dónde estás amor? Te necesito conmigo, ven por mí…
Evelyn
Mi respiración se atora en mi garganta volviéndose errática.
¿Jualian?
Evelyn
¿¡Julian, dónde estás!?
Lágrimas se acumulan en mis ojos mientras me concentro para no perder mi única conexión con él.
Sabes donde estoy.